Cada vez que llega el día, como hoy, de la mujer trabajadora me acuerdo de un chiste, muy machista por cierto, que un día alguien, no recuerdo, me contó: Están dos hombres hablando el uno con el otro, y el primero le dice al segundo: Mi mujer me ha pedido más libertad. -El otro le pregunta con aire preocupado- ¿Y qué vas a hacer?- Con una sonrisa angelical el primero le contesta: Ya he encontrado la solución. Le voy a hacer la cocina más grande.
Y en realidad, la mayoría de
las veces, parece eso: Que la cocina se va haciendo cada vez más grande, pero el
sexo femenino sigue estando en la cocina.
Mientras se siga hablando,
por ejemplo, de porcentaje de mujeres en un partido político seguirá ocurriendo
lo mismo. Las listas de posibles candidatos se deberían de hacer por méritos,
al margen del sexo. Pero si entre las listas de candidatos varones hay sus
dimes, diretes, y “dedetes”…, qué decir a la hora de elegir candidatas. Desde
el momento en que en un partido político se hace hincapié en el tan alto
porcentaje de candidatas que van en sus listas, mal andamos.
El problema es de base, “alguien” nos tiene
que cambiar el chip. Porque mientras se siga escuchando frases como “En mi
casa mi marido y yo nos repartimos las tareas” hay algo que cruje. No
tiene que ser una cuestión de logros diarios, tiene que salir sin más, un
tú-y-yo sin reparos. Cuando un engranaje no funciona bien, y se le pone un poco
de aceite para que vaya funcionando, tarde o temprano, el engranaje volverá a
fastidiarse.
En realidad, la solución es
bien sencilla, y tal como está “el sistema”, en un alto porcentaje está en manos
de las mismas mujeres, y no es una manera de echar el balón al sexo de
enfrente, pero es así. En la sociedad actual (a lo que me refería con “sistema”),
a la mujer, y es triste decirlo, en gran parte corresponde, aparte
de ir a trabajar, educar en el hogar a l@s niñ@s, y es en ese momento cuando se
debe de educar de la misma manera a los niños y a las niñas. Pero incluso
instintivamente la cosa se complicará, por ejemplo, con los diferentes horarios
exigidos para volver a casa por la noche, entre los niños y las niñas; en el
reparto de juguetes; en los colores (ese rosa tan de mujer), ese azul tan de
macho y al que se puede incluir el color de ciertos bancos en el congreso por
ejemplo; existe el azul, pero no el rosa…
Si estos días en uno de los campos de fútbol de esta España tan contradictoria, a una
auxiliar del árbitro se le ha dicho de todo menos “bonita”, durante un partido,
y la multa puesta ha alcanzado el montante de 50 míseros euros, con eso se ha
dicho todo.
Mientras haya un periodista (ha
ocurrido esta misma semana en televisión, para afear a una mujer política, de
izquierdas, porque si llega a ser de derechas es probable que no se hubiera
metido con ella, dadas las tendencias del susodicho) que para recriminar a su
interlocutora en un coloquio televisivo le diga algo así como: “Últimamente
te has puesto más gorda, te has debido de pasar comiendo croquetas”, y
tras ser llamado por otro programa para que
pida perdón, para más inri por una periodista estrella de las mañanas
televisivas, y que por aquello de la casualidad, había sido su esposa durante
mucho tiempo, sea incapaz de apearse y pedir perdón, mal andamos, o mejor dicho,
nos arrastramos penosamente.
Mientras una mujer, en igualdad de condiciones, gane un veinte por ciento menos, o incluso un margen más amplio, que un hombre, de igualdad nada de nada, y en la mayoría de los casos, lo del día de la mujer trabajadora, otra manera de limpiarse la cara el que tiene la conciencia intranquila.
Mientras una mujer, en igualdad de condiciones, gane un veinte por ciento menos, o incluso un margen más amplio, que un hombre, de igualdad nada de nada, y en la mayoría de los casos, lo del día de la mujer trabajadora, otra manera de limpiarse la cara el que tiene la conciencia intranquila.
Personalmente, y para
terminar, ya me he decidido: - Voy a quitar la cocina de nuestra casa.-
No por aquello de dar más libertad o no,
sino porque casi siempre me toca cocinar a mí. Prioridades mandan, y hay un “chiringuito”
al lado de casa que da muy bien de comer. Sino zanjamos la cuestión de sexos en
casa, por lo menos crearemos más puestos de trabajo (para otros), y eso ya me
suena claramente a política pura y dura.
*FOTO: DE LA RED
*FOTO: DE LA RED
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