Tengo una duda. No sé si
ayer Don Cristiano Ronaldo metió cinco goles al Espanyol, o fueron cinco millones, debido
a que algunos periodistas, de un blanco inmaculado y vena al cuello a punto de
estallar, se han encargado de repetirlo a modo de un eco eterno.
Creo, sinceramente, que eso
tampoco ayuda al personaje, aunque seguro que a la persona, con el tiempo, le
aumentan los beneficios de su cuenta corriente.
Viendo desde la ventana, en Donosti, ese
gris tan de sirimiri y de nos quedamos en casa absorbiendo calorías a modo de
todo tipo de golosinas, quizás lo de multiplicar por un millón la importancia
de cinco goles se entienda como otra manera de intentar enderezar un día que
solo tiene de interesante el que sea domingo, si es que eso debe de ser
interesante.
Desde el punto de vista de
este vecino del mundo, otro día tan interesante como leer la biografía de “Dinio,
el follador” o “El Dioni, el último Robin Hood español”. Eso, si ambas
biografías hubieran sido publicadas…
Para uno que es simpatizante
de la Real Sociedad, no me atrevería a incluirme en la modalidad de hincha, y
mucho menos de “forofo”, lo del equipo txuri-urdin y el Betis, ayer, es una
muesca más de impotencia sentimental. Debería de tratarlos, y estoy convencido
de ello, un sexólogo, porque se supone, es lo mínimo a pedir, que a
todo buen futbolista le tiene que “poner”, y “como una moto” además, el jugar a
fútbol, pero éstos, los de la Real, parecen aquellos antiguos presos que se les
dibujaba atados a una bola de hierro, pesada, muy pesada. El caballo del malo,
e incluso el de un fotógrafo, es más rápido y nervioso, que un txuri-urdin
buscando la portería contraria.
Quizás, la respuesta la
tenga la misma idiosincrasia de la ciudad. Una ciudad, que mientras los
vecinos, porque en el fondo es “eso”, tienen todo un Museo Guggenheim, aunque para
los gustos de más de uno, la fachada esté en eternas obras, y en un “sin terminar”,
aunque sea muy molón, aquí nos hemos quedado con una “Tabakalera”, Centro Internacional de Cultura Contemporánea ( ¡ahí queda eso!), para los vecinos del Botxo, abierta al
público estos días, que este vecino tiene que conseguir alguno de sus impresos para comprobar, si
siendo consecuentes con el espíritu original del edificio, advierten que “fumar
es malo para la salud”.
Se ha hablado mucho y durante años de esta
super-obra, pero, o me lo he perdido personalmente, o echo en falta publicidad
de lo que uno se va a encontrar dentro, que sirva de reclamo a las posibles visitas, y no para hacer “patria chica”, que es lo que realmente
parece que está ocurriendo.
Hay días que son todavía más
de calendario que de vivirlos cuando encuentras, en todo lo que te rodea, más
arquitectura y planificación, que alma y ganas…
Tengo otra duda. No sé si
pasear por la ciudad, Donosti, o perderme por ella, que no es lo mismo.
Como se suele decir, y ya
por terminar, si mañana estoy, es que he venido…¡Madre mía!…, creo que tengo
la tensión por las nubes con tanto olor a impotencia… Ya perdonarán…
*FOTO: DE LA RED
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