En estos tiempos de crisis se habla mucho de la gente que
tiene que irse allende (me encanta esta palabra) nuestras fronteras para
buscarse el sustento, y con este hecho se relaciona, también, la famosa fuga de
cerebros.
Sin embargo, España más que por personas inteligentes, se
caracteriza por “el listo de turno”, la famosa "picaresca" desde tiempos de "Lazarillo de Tormes". Vas caminando, y sin intención, das una
patada a una piedra y te aparecen unos cuantos listos.
Esta mañana, sin ir más lejos, he entrado en la “tienda de cabecera”, al lado mismo de
casa, y tras coger lo que tenía que coger, esperaba a la persona que estaba
siendo atendida por la cajera, y cuando ya me tocaba, ha aparecido el listo de
turno, que solo hubiera tenido que esperar a que pagara dos cosas que llevaba en la mano, y ha dicho que las manzanas que estaban en el mostrador eran suyas, y
que le tocaba a él. Por supuesto, que traía una especie de bolsa de plástico con
dos ruedas de la misma tienda, hasta los topes.
Con aparente frialdad, y sin levantar para nada la voz,
le he dicho mientras le miraba a la cajera y le guiñaba un ojo: -Tranquilo,
ya he aprendido la lección. La próxima vez, según entro, ya dejaré los
calzoncillos o el peluquín, eso sí, bien limpios para que nadie proteste, y así
luego no pierdo tiempo, como usted, que hay que hacer caso al dicho “El tiempo
es oro”, y usted debe de ser millonario en tiempo ahorrado.
El señor ha puesto cara de que la fiesta no iba con él, o
que era un extraterrestre acabado de aterrizar.
Y en esto de los listos hay que mencionar también a los
que utilizan a sus hijos como patente de corso para colarse en cualquier sitio.
Vas a coger el autobús, respetando fielmente la cola, y
como jugando, se cuela un niño a toda la fila, ¡benditos niños!, se sienta y
ocupa el sitio para sus papás y para los amigos de los papás. ¡Casualidad! “El “urbano”
ya no tiene sitio para sentarse. En ese
momento entran los cuatro adultos y con cara de no darle importancia, se
sientan sin mirar siquiera si hay gente mayor a la que ceder el sitio. Y, ahora
viene lo mejor, el niño con cara de ser el primero de la clase, va donde su
madre, porque por su puesto él se ha quedado de pie, y le dice: -Mamá, lo he hecho bien ¿verdad?
Y como uno hace mucho tiempo que tomó la determinación de que es mejor que te tomen por maleducado que por tonto, le dice al niño eso sí
con una sonrisa y entonación inocente: -Lo has hecho muy bien, no se ha notado que
os habéis colado.
En ese momento la mujer se pone muy, muy roja, y su
marido va a sacar el macho que lleva dentro, cuando ella le espeta a que lo
deje estar.
El problema que crean los listos es que irremediablemente
tiene que haber un tonto, y al menos a mí no me gusta que me tomen por tal
cuando no me lo merezco.
*FOTO: DE LA RED