Quien más, quien menos, ya tenía pertrechado su post de
hoy hablando sobre lo bueno y lo malo del cambio de hora, jugando además con
ventaja de lo ya dicho en otras ocasiones (copias, pegas, y luego un poco de
maquillaje verbal), cuando a eso de las once de la mañana han tocado a arrebato.
“Que a Puigdemont le han pillado con el carrito del
helado”, y no es una variante de la célebre canción, sino que es literal.
Tanto airearse por Europa con la causa nacionalista, primero
sacando un pie de su residencia en Waterloo, después las dos y el morro,
siempre el morro por delante, hasta que un buen día te dejas las llaves en casa
y no puedes volver. Y ese día parece que ha llegado. Porque la Merkel es mucha
Merkel, aunque ha tenido tiempos mejores, y en Alemania sólo se mueve, quien
ella quiere.
De todas maneras y bien pensado, aquí ganan todos.
Primero, porque a M. Rajoy todo le viene bien, incluso para olvidarnos por un
momento de los títulos universitarios de sus pupilos, y pupilas, aunque no sea,
parece, la niña de sus ojos. A Ciudadanos, porque siempre dirán eso de “ya es
hora de que nos hagan caso”. Y a los de izquierdas, se supone que con el Psoe
incluido, porque siempre tendrán algo para protestar.
E incluso, y pensadlo un poco, les viene bien hasta a los mismos nacionalistas
catalanes, porque es una manera honrosa de acabar con uno de sus culebrones, y
además de manera que puedan seguir quejándose, que, visto lo visto, es lo que
mejor saben hacer: que la culpa siempre la tienen los demás, por exceso o por
defecto, pero siempre los demás.
No soy politólogo, sino solo voyeur de la vida, pero
estoy convencido de que durante mucho tiempo, por aquello de “nunca digas nunca
jamás”, aquí se acaba la aventura nacionalista, que no es lo mismo que acabar
con la tabarra nacionalista. Pero seamos serios: ¿Todo esto le ha venido bien a
Cataluña? Este vecino del mundo diría que no, y a España, en su totalidad,
tampoco. Porque en realidad es como en el teatro, para que uno se luzca, aunque
sea haciendo el ridículo, los demás tienen que estar a la altura.
Y el gobierno
español lo ha estado. Ha sido como un auténtico show, de cara al resto de Europa,
de parejas cómicas; la réplica y la contrarréplica han estado a la altura:
Lamentables los dos.
Ahora para ir por Europa convendrá ir con bufanda, aunque
sea verano; y gafas de sol, aunque todavía estuviéramos en invierno. Porque
entre unos y otros, lo de la presunta seriedad en España ha quedado como
intentar dar una clase de teología en una discoteca: imposible.
Esperemos que hoy sea, como en la célebre frase, el
comienzo del resto de nuestra vida europea. Y que todos se planteen, de una vez y para siempre, a dónde nos
ha conducido eso de utilizar a los
partidos nacionalistas, durante los comicios a nivel nacional, como partidos
bisagras, intentando comprarles y dándoles
todo lo que piden…
Se ha puesto de moda, parece, el decir que un joven,
siempre tiene que ser de izquierdas, y que la vida misma le va “centrando”.
Este vecino del mundo, ya con los sesenta a cuestas, está convencido de que nunca
se ha centrado, ni se centrará. Pero cada vez está más convencido de que se ha
convertido en gato, por aquello de que el gato escaldado, del agua huye. Y hay
momentos, en que verdaderamente siente estar en una isla… Angustioso.
*FOTO: DE LA RED
*TRUCAJE FOTO: PATXIPE