Según el diccionario de la Real Academia Española el significado de detalle en una de sus acepciones es: “pormenor, parte o fragmento de algo”.
Cualquier lector que me siga desde hace tiempo sabe que mi fin no es hacerme eco de noticias que normalmente abren los periódicos, sino de aquellas que al analizarlas hacen que luego puedas ver al españolito medio de otra manera, ni bien ni mal, sino diferente.
En Hollywood nunca se podrán encontrar personajes como los interpretados en su día por un Pepe Isbert o un Manolo Morán, o más recientemente por un Agustín Gonzalez o por un grandioso Alfredo Landa.
Son personajes que todos hemos conocido y que han hecho que nuestro territorio sea como ha sido y como es, único y diferente, ni bueno ni malo.
Son personajes que todos hemos conocido y que han hecho que nuestro territorio sea como ha sido y como es, único y diferente, ni bueno ni malo.
Os preguntareis a qué viene todo esto, pues muy sencillo, a algo que como todo lo anterior sólo se puede dar en España.
Estos días se está representando en Barcelona, el famoso musical, referente de toda la época de los sesenta, “Hair”. Bueno, pues resulta que se ha recibido una demanda porque los personajes en escena fuman. Hay que tener en cuenta que esta obra es la máxima representación de la época hippie americana. Separar los porros de este musical es como separar a Romeo de Julieta, o del DoctorJekyll y Mr Hyde.
Si esto sigue así, y teniendo en cuenta que gracias a la era digital ya todo tipo de trucos fotográficos se pueden realizar, renegaremos del mejor cine negro americano, de los treinta a los cincuenta, y veremos como Humphrey Bogart, Edward G. Robinson, James Cagney y otros ilustres, acercan continuamente sus dedos índice y corazón a sus labios, en un gesto que ahora quedaría un poco amanerado, para volver a alejarlos, porque ya no veremos los cigarrillos que habrán sido previamente borrados.
Parece que todo va a quedar en nada, pues se ha demostrado que los actores sólo hacen eso, actuar, y lo que llevan a su boca son cigarrillos hechos de diferentes hierbas que se pueden tomar en infusiones.
Lo dicho, esto es sólo un detalle, pero las historias, las buenas y las malas están compuestas por una concatenación de detalles. Qué ocurriría si en la película Ben-Hur no se desprendiera una teja, desencadenando con ello una larga y tortuosa historia, porque se queja el gremio de albañiles,o no se puede contar la historia de El puente sobre el rio Kwai, que además no es real, porque se queja el gobierno japonés, por ser ellos los malos de la película, y nunca mejor dicho.
Los guionistas cada vez lo van a tener más dificil pues muchas de las costumbres anteriores van a ser pronto prohibidas, y sólo podrán contar historias de ciencia ficción, donde todo lo que hagan será inventado y todavía no habrá leyes que lo prohiban porque no se dan en la realidad.
Lo triste de todo esto es que sólo nos fijamos en el continente y no en el contenido, por eso los impulsores de la demanda quizás no cayeron en el detalle de que Hair es algo más que una historia de porreros, y donde la religión, la juventud y los sueños se entrecruzan para recrear con música una parte de los sesenta dónde se intentó que muchos sueños se hicieran realidad.
* FOTO: SHUTTERSTOCK
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