Para
esos bichos raros como somos los amantes
de la radio, el final del curso pasado fue realmente triste en lo que a la
radio pública se refiere con la no renovación de tres de sus estrellas, en ese
momento, como eran Juan Ramón Lucas por la mañana, Tony Garrido por las tardes, y el Señor
Tuñón en su Santísima Trinidad, ya que en realidad son tres, pues tiene dos
fieles compañeras que le sirven de contrapunto, de madrugada.
Era
un claro anticipo por parte del gobierno popular de lo que nos esperaba en
todos los ámbitos de la sociedad, joder
lo que ya funciona para dar aires nuevos y que todos nos constipemos
mortalmente con tanto aire.
Hace
unas semanas descubrí nuevamente a la santísima trinidad (al Señor Jordi Tuñón,
y a las Señoritas Queralt Flotats y Marina Márquez) ahora emitiendo por
internet. Se encuentran en www.mundoliliput.com.
El nombre de la página y del programa les viene al pelo, pues muy pocas
cosas tan pequeñas han llegado a ser tan universales como Liliput.
Es
una apuesta dura pero valiente, ya que están trabajando sin ver un euro; se han dado un margen de varios meses
para mediante la publicidad intentar que ese nuevo vehículo funcione.
Tanto
en esta apuesta como en su método de trabajo son realmente arriesgados, pero
sus incondicionales, y los que lo serán pronto, lo saben apreciar.
Si
lo que hacen fuera teatro, cada día sería día de estreno. Si fuera trapecio en
un circo, trabajarían sin red. Cada noche es una incógnita de una ecuación
matemática. Normalmente saben sobre qué van a hablar, pero todo puede cambiar
en milésimas de segundo, de acuerdo a la ruta que tomen en su conversación.
Piden
a los oyentes su opinión, pero ellos son los primeros en mojarse, y quizás eso
era lo que podía resultar incomodo al gobierno de turno, tras la apariencia de
programa blanco, y más cuando se da una plataforma a los oyentes para que
cuenten todo lo que les preocupa. Los
que me siguen, sin duda recordarán que ya me referí a este equipo en el
artículo del 26 Mayo del 2011 titulado “El millonario nocturno”.
Aunque
muchos se empeñen en lo contrario, no se puede poner puertas al campo, ni una
mordaza a la radio, y menos en esta época, en la que es más fácil que nunca
hacerse oír; que te escuchen es otro cantar, y este programa lo consigue cada
noche, o en cada momento por podcast. ¡Larga vida a la Santísima Trinidad de la radio!
*FOTO: DE LA RED