Desde que se han inventado la escusa de que esta
crisis es culpa nuestra, por haber malgastado el dinero, y más de uno se lo ha
creído, parece que ya todo vale.
La penúltima ha sido de La Asociación de
Empresarios del Casco Histórico de Santa Cruz de La Palma, en Canarias. Pese a las duras críticas vertidas por varios
sindicatos, se mantiene firme en el desarrollo de su campaña de Navidad, cuyo
premio es un puesto de trabajo de seis meses.
Tras estar un buen rato pensando desde su atalaya,
este vecino del mundo, y dejando al margen lo denigrante que resultará para la mayoría, la decisión de
sortear un puesto de trabajo, todavía no ve donde está la donación del premio.
Un regalo sería si te tocara el sueldo de seis
meses sin trabajar, pero no es el caso. No se trata de vagancia, sino de que
mediante la publicidad te quieren dar gato por liebre, y en realidad se están
ahorrando el regalo que hacían otros años los mismos comerciantes, porque el
que reciba
el premio de trabajar, cobrará por trabajo realizado.
Los especialistas en magia, gran parte de su éxito
lo basan en hacer creer aquello que no es, y este hecho es en sí pura magia.
Fea es la situación actual, y se va a poner peor si perdemos el norte y la noción del valor de las cosas.
Es duro el decirlo pero trabajo hay, y al decirlo
este vecino del mundo no ha descubierto América, el problema es cuánto te
quieren pagar por realizarlo, y en el caso que nos atañe quieren hacer creer,
quisiera pensar que sin malicia, que trabajar
es un regalo, cuando el verdadero regalo se lo hacen los empresarios mismos
ahorrándose el premio de este año, mientras se disfrazan de una especie de O.N.G. de trabajo sin fronteras.
Recuerdo hace muchos años, todavía en blanco y
negro, cuando estudiaba en un colegio de curas, y la mayoría de los padres,
obreros, hacían ingeniería financiera para podernos educar “de pago”. Y los
curas nos sugerían todos los años, sin que se enterara el señor director, eso
decían, el regalo a hacerle en el día de su cumpleaños, y siempre eran grandes
regalos, como un equipo de música, que no nos podíamos hacer nosotros mismos
por, como se dice ahora, falta de liquidez.
Sin embargo, cada vez que lo pienso ahora me sube la tensión, nosotros “sorprendíamos”
a la cabeza visible del cotarro, un año sí y el otro también, con espléndidos
regalos.
Ni que decir tiene que el caso del sorteo de La
Palma, me ha recordado mucho, por cuestión de la sutileza empleada, a aquel timo del cumpleaños, y encima, estábamos
muy orgullosos por sorprender al director cada año.
No
aprenderemos nunca, porque no hay mejor timo que aquel no detectado como tal.
*FOTO: DE LA RED
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