domingo, 30 de diciembre de 2012

ESPERANZA ES NOMBRE DE MUJER


Cada vez que se acerca el final de un año, siempre hacemos, algunas veces inconscientemente, una especie de resumen sobre los doce meses que acaban, y lo positivo de estos últimos es que todavía estamos “alive” que diría un pretencioso pijo, con lo cual es más pijo todavía, o “vivos y coleando” como diría la sabiduría popular.
Si algún animal, especialmente vistos desde fuera, podría resumir nuestra imagen, la del español medio, es el toro, por lo fuerte y enjuto quizás, huyendo del chiste fácil de los cuernos. Sin embargo, por los años en los que estamos metidos, quizás un animal referente nuestro, y que ya se usa para definir al madrileño, sea el gato.
El gato, un animal limpio por naturaleza, otra cosa es como deje la zona circundante, es duro, con un punto salvaje, pero noble al mismo tiempo, porque siempre avisa, y sobre todo con esas siete vidas famosas que le salvan en muchos momentos críticos, especialmente por su saber caer, puede definir muy bien la situación del españolito de a pie, que ve cada día más cerca que se va a tener que buscar las habichuelas como no había previsto. Y es que si algo habíamos aprendido, quizás en un comportamiento exagerado, era el planificar nuestras vidas.
Hace dos días, dos señoras que estaban a mi lado, la verdad es que no recuerdo dónde, estaban hablando precisamente sobre eso, ya que la hija de una de ellas estaba totalmente descolocada, porque aún siendo muy joven, desde hace años había milimetrado su vida, incluso planificando cuándo buscar novio, casarse, y todo lo demás... Y, claro, las cosas ahora no le cuadraban, y se sentía frustrada.
Los años, aunque siendo joven te niegues a este pensamiento, te van haciendo cambiar, y ésto, el cambiar, en sí no es malo, porque quién nos
dice que al principio de nuestras vidas estuviéramos en lo correcto.
Llega un momento en el que analizando te das cuenta de que no eres tan desgraciado desde el momento en que eres capaz de verte desde fuera y ser auto-crítico.
Si como animales, podemos ser un gato, como plantas deberíamos ahora más que nunca, ser un junco, por aquello de doblarse esperando a que pase la tormenta. Un junco nunca tendrá el tronco de un roble, ni su fortaleza, pero en su aparente fragilidad, al doblarse, hace que la tormenta pase sin causarle mayores destrozos.
Y ya para terminar con vistas al año que viene, mientras hay vida hay esperanza, y ésto siempre es bueno, porque entre otros detalles, “esperanza” es nombre de mujer, y ellas, de siempre es sabido, siempre tienen razón.

*FOTO: DE LA RED


2 comentarios:

  1. Buenos días.

    La verdad que me parece un post muy bueno, porque es necesaria una reflexión interior de cada uno sobre el camino que lleva en su vida. Yo mismo la hago y no me gusta lo que veo en espejo. Y siempre por ser ese tronco rígido y duro del que hablas. Poco a poco me voy dando cuenta que hay que ser más flexible y cambiar constantemente y adaptarse a aquello que viene. La vida es un camino que hay que recorrer, y por desgracia no es que sea un AVE de última tecnología, comodidad y disfrute. Y es por eso por lo que hay que mirarse uno mismo, no por satisfacer a los demás, sino por ser feliz uno mismo.

    Saludos

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  2. Román Pérez Rodriguez
    Al final lo que cuenta es las vivencias que te llevas y los recuerdos que dejas. En cierta manera uno no desaparece aunque se haya ido, mientras todavía quede una persona que aún le recuerda.

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