Cuando
el Señor Urdangarín se casó con la infanta Cristina, muchos vascos
sintieron un cierto orgullo de que en alguna manera sangre vasca se
mezclara con la sangre azul, y de que aparte de tener una zarzuela
sobre tema vasco, como lo era El Caserio, un vasco tendría algo que
ver con La Zarzuela.
Años
después, y visto lo visto, aquel hombretón, guapo, deportista, y
por lo que decían, buen estudiante, que podía haber sido el reflejo
de cualquier joven de su época, y deseado como hijo ideal por la
típica madre española, intenta proseguir con su vida diaria pese a
que aquellos presuntos barros traigan lodos un día sí y el otro
también.
Para
aquellos que pudieran pensar que el Señor Urdangarín, otrora con
suerte, se protege tras su título nobiliario consorte, digamos que
presuntamente él mismo no es que haya echado piedras contra su
tejado, sino que se ha cargado su tejado directamente, firmando
correos electrónicos con un zafio chiste empalmandolo a su
título nobiliario. Y lo que es más importante, al parecer estos
correos estaban dirigidos al secretario de las infantas, lo cual en
sí mismo podría dar origen a muchas especulaciones.
Hoy
en día el Señor Urdangarín, con muchos kilos menos, este vecino
del mundo se refiere a kilos de carne naturalmente, y de
credibilidad, intenta hacer lo que él entiende como una vida normal,
y estos días atrás se le ha podido ver asistiendo a los partidos de
la selección española de balonmano, en el campeonato del mundo que se celebra en
la villa y corte.
Visto
lo visto, quizás el subconsciente en su momento le gastó una mala
pasada al Señor Urdangarín, cuando presuntamente firmó algunos
correos electrónicos como “El Duque em..Palma...do”, y a su
manera estaba indicando por dónde presuntamente se pasaba todo y a
todos. En una frase muy usada en su momento por José María García,
digamos que se pudiera pensar que el consorte con suerte se pasaba
muchas cosas por el forro de sus caprichos,
lo cual se puede empalmar,
como decíamos, con la manera de despedirse en algunos de sus correos
electrónicos.
Alguien
dijo alguna vez, y el Señor Urdangarín al parecer lo ignoraba, que
“hay algo tan necesario como el pan de cada día, y es la paz de
cada día ; la paz sin la cual el mismo pan es amargo”.
*FOTO: DE LA RED