Ayer pudimos estar ante
uno de esos días de falso oropel, o de mostrar lo bien que nos van
las cosas, cuando enfocamos la noticia donde nos conviene. Y ayer la
noticia era la concesión del “balón de oro”.
En realidad, con la final
propuesta de Lionel Messi, Andrés Iniesta y Cristiano Ronaldo, se
remedaba en versión fútbol a aquella película rodada en España:
El bueno, el feo y el malo. Y los acontecimientos ocurrieron
según el guión previsto, siendo el ganador por cuarta vez consecutiva el astro argentino.
En
el cine entra prácticamente todo por la vista, y quizás en esta
parte de la historia del fútbol también. Todos han cumplido con su
personaje, salvo Messi con su smoking, mezcla de prenda tradicional
pasada por la Feria de Sevilla, eso sí firmada por Dolce&Gabbana, en el que quizas empieza a sacar "la patita" como símbolo de que el papel de niño bueno ya le viene un poco prieto, y aparecen poco a poco en el horizonte, visos de que presuntas actuaciones suyas en
contra de compañeros, que quizás se vean obligados a dejar el mismo
equipo por no ser del agrado del argentino, al no agachar las orejas
ante el astro argentino, puedan ser realidad.
Tomando
como referencia el mundo de la fotografía tradicional, Messi sería
el “positivado”, lo políticamente correcto, lo que el público
quiere ver, el hijo que toda madre quiere tener. En otro lado tenemos a un Cristiano Ronaldo que sería “el negativo”, lo que no es
políticamente correcto, porque nadie se debe de mostrar tan
orgulloso de sí mismo, ni tan perfecto: tan rico, tan guapo, tan
sano, tan correctamente vestido y peinado siempre, y con la novia de
todas las novias.
El
único problema que tiene Ronaldo es haber coincidido en esta vida
con el Señor Messi, y ser supuestamente como “la cara y la cruz”
de una misma moneda.
Por
otra parte, tenemos al producto nacional encarnado por Andrés
Iniesta, y al que prácticamente todos sentimos como el verdadero
merecedor del “balón de oro”.
En
el mundo del cine, Iniesta sería un Dustin Hoffman, al que le cuesta
ser el protagonista, y lo es pese a todo. Tiene más apariencia de
“pagafantas” que de “donjuán”, y sería el protagonista
perfecto para un Cyrano de Bergerac corto de presupuesto para narices
estrambóticas.
En
el corazón no siempre manda lo perfecto, lo guapo, y si ayer el
público hubiera entregado “el corazón de oro” al futbolista más
querido, del trio propuesto es más que probable que se lo hubiera
llevado el de Fuentealbilla.
Este
vecino está pensando muy seriamente el denominar a su atalaya como
“Mirador Iniesta”, y sería lo adecuado, porque a él no se le
escapa una en el campo.
*FOTO: DE LA RED
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