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lunes, 27 de agosto de 2018

EMPAQUETANDO LA NADA



Ayer al atardecer caminando sin pretensiones por el paseo marítimo iba despidiéndome de lo que veía. No hay nada más melancólico que una palmera a media asta. Porque en estos días inciertos en los que las horas son importantes, sabes que de un día para otro los que te acompañan e incluso tú, ahora estás, pero mañana ya estás “devuelta a la normalidad”. Como si tus vacaciones hayan sido una especie de “asalto al Jardín de las delicias”.

Últimamente algún amigo me ha llamado al móvil, muy preocupado porque al leerme tenía serias dudas, según él, de estar usando “psicotrópicos”.

La verdad es que no sé si he arreglado el tema al decirle que la realidad es más peligrosa que esnifar pegamento. 

Si llega a vivir el bueno de Rafael Azcona, se hubiera vuelto al Edén donde sin duda estará eternamente, porque las cosas han tendido al superlativo hiperbólico (me acabo de despertar y todavía estoy con ramalazos de una vida que no es la mía en el día a día). 

Ya no se lleva el “buscarse la vida” si eres el hijo de un famosillo. Si no has seguido estudiando porque te quieres ganar la vida, y puedes, como tus padres, de exclusiva en exclusiva, nunca dirás, por ejemplo, que no haces nada. Sino que sorprenderás a todos,  proclamandote “influencer” de tu comunidad y "coacher" en gestión de tiempo libre.

Ahora somos especialistas en empaquetar la nada y ponerle un lazo vistoso al tocarse las pelotas, o al pelotazo, que aunque parecen muy diferentes, en realidad provienen de la misma familia.

Mientras escribo, me voy dando cuenta de que lo mismo que mi madre me prohibía bañar en la playa sin que pasaran tres horas de haber comido, me voy a tener que prohibir acercarme al ordenador si no se ha cumplido una hora desde que me levanté. Estoy convirtiendo el teclado en un arma de destrucción masiva. 

Además, no se puede regalar nada, ni siquiera tus tribulaciones. Hay que guardarlas y en su momento darle forma de “memorias”. Tendrán un bonito precio si consigues hacerte famoso, que en realidad viene siendo la póliza antigua que se incrustaba en cualquier documento, y que ahora autentifica el valor de lo vivido. O eres famoso, o tu vida no vale nada.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 5 de agosto de 2016

ESE GOLLUM QUE LLEVAMOS DENTRO



Observar lo que ocurre a tu alrededor suele ser más que aconsejable, especialmente para obtener una segura visión del estado de las cosas.


Sobre las siete de la tarde he ido a la playa, pero no para exhibirme como en la Pasarela Cibeles, sino digamos que si de una conversación se hubiera tratado, he ido directamente al grano: a bañarme.


Al llegar, y como ha sido un día extraordinario, en especial para todo aquel que goce teniendo la sensación de estar en un baño turco, la playa estaba todavía abarrotada. Es decir, para encontrar la orilla te tenia que acompañar la suerte.


Tras unos cincuenta minutos de buen baño, al salir, ya sobre las ocho menos diez, para mi extrañeza seguía habiendo mucho personal, y salir, lo mismo que al entrar, seguía siendo complicado. Sin embargo, durante el recorrido de exilio voluntario, me he dado cuenta, que lo que ocurría es que la gente al comprobar que el vecino se iba, se tomaba la molestia, en la mayoría de los casos, de mover todas sus pertenencias, esparciéndolas sin ningún disimulo ni pudor, quedándose con el terreno que en un momento dado había sido vecinal.


Creo que las caravanas en el viejo Oeste al llegar a su tierra prometida, y romper filas para conseguir una buena parcela, era mucho menos evidente que lo que debe ocurrir en cada playa al atardecer. Es cuestión de abrir los ojos, y descubrir ese Gollum que todos debemos de llevar dentro gritando "Mi tesoro", cuando hemos pasado un buen tiempo oprimidos y de pronto nos sentimos como en el mejor de nuestros sueños.


Ha quedado más que claro que si en nuestra composición, gran parte somos "agua", al menos en un porcentaje sin especificar, hay también "egoísmo", y en algunos momentos con tendencia a desbocarse.


Y por si lo anterior era poco, el espectáculo al abandonar la playa, mientras te limpiabas los pies, ha sido simplemente, sobrecogedor.


Podías observar  la gran cantidad de basura que se había producido, mucho papel y plástico. Y hay que tener en cuenta que la playa, de la que no quiero decir el nombre, porque me imagino que en la mayoría de playas de España ocurrirá lo mismo, es una de esas que tiene "la Bandera Azul", y consecuentemente se limpia todas las madrugadas.
Y para no equivocaros, la basura dejada estaba a la salida de la playa, en ningún caso depositada por el mar. 


Está visto que el Gollum que llevamos dentro, se desprende de todo menos, se supone, que de su tesoro, y consecuentemente, de su mapa, o de aquello que le haga ganar algo. Lo demás, le sobra. Y que como diría el saber popular: "el que venga detrás, que arree".

*FOTO: DE LA RED