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domingo, 1 de diciembre de 2019

EL MES DE LAS LUCES



Sí. No hay duda. Estamos en el primer día de Diciembre y, además, sin red, jugándonos el tipo. 

Los norteamericanos ya han llorado, como lloran en las pelis, en su día de acción de gracias. Y nosotros, en cambio, estamos dando gracias a nuestro destino que pese a tener los políticos que tenemos, y como somos como somos, seguimos sobreviviendo, más que nada porque así fastidiamos a los que no nos quieren aquí. Y ya estamos mirando hacia abajo, por si nos caemos, donde está la nada, y te da ganas de gritar. Y miramos también arriba, por si triunfamos, y llegamos al Olimpo de la felicidad plena.

Ha pasado ya casi el año entero, y en el mejor de los casos, estamos con el mismo pelo que el año anterior, e incluso algunos, como este vecino del mundo, con un ojo menos, y no es el de atrás, precisamente. O sea, y ahora mismo me doy cuenta, este año me ha costado, y es literal, un ojo de la cara. Y luego dirán que vivir, por lo menos sobrevivir, no es caro.

Claro, vivir es un lujo, porque entre otras cosas, nos da más tiempo a seguir coleccionando lindezas del “famoseo” nacional. Y nos enteramos, en versión Francisco Rivera, que el Cola Cao es muy difícil de preparar porque primero tienes que coger una taza, leche y … más cosas. Y yo, no sé por qué, llámenme inocente, pero estaba convencido que Francisco Rivera, Don Francisco, era muy ducho en eso de coger, y ahora parece que no. 
Como hubiera dicho mi madre, algo tendrá el agua cuando la bendicen, y algo tendrá el Rivera cuando le siguen haciendo caso, y continua, como decía aquella miss, ex-miss, o ex-todo, estando en el candelabro.

Y por si fuera poco, nos enteramos también de que el Ayuntamiento de Madrid ha inaugurado su tradicional belén, uno de los 10 que este año se pueden contemplar en toda la capital, y además, por primera vez desde hace unos años, sin la supervisión de Carmena ni ninguno de los suyos. Los encargados de presentarlo han sido, como no podía ser de otra manera, el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís.

El alcalde  preguntado sobre la bandera que está pintada en el pedestal en el que se erige el belén ha declarado que "no es una novedad". "Todos los que hemos tenido belenes en las casas sabemos que era también un elemento tradicional poner la enseña nacional y es lo que hemos decidido que era procedente", ha afirmado.

Y este vecino, por aquello de los déjà vu de la vida, se ha acordado de que el Señor Aznar, en cambio, practicaba el catalán en la intimidad de su casa. Y se ha puesto muy triste, este vecino también,  porque ha llegado a la conclusión de que en la suya, en casa de sus padres, sólo se sobrevivía,  y no costaba poco. Y se ha acordado también de la zambomba y del gesto para tocarla. Cosas suyas... y de este mes que no olvidemos, es el mes de las luces, y sus consiguientes sombras.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 2 de diciembre de 2016

YA ESTAMOS EN DICIEMBRE ... Y YO CON ESTOS PELOS


A este vecino del mundo siempre le ocurre igual. Para cuando se da cuenta, ya estamos en Diciembre. En muy pocos días nos han cambiado la decoración a nuestro alrededor, como a aquel niño que le dicen que le van a poner una moneda en su frente, apretándola bien, y si consigue andar con ella durante un minuto, sin que se le caiga, será suya. En ese minuto naturalmente descubre que le han tomado el pelo, y ya deja de ser un poco menos inocente… Y nosotros, sin embargo, seguimos sin ver el truco de “Ahora ya es Navidad”.  Pero seguro, que nos volverán a robar la cartera, aunque ya sea sólo lo único que nos quede, la cartera en sí misma...


Porque los problemas continúan, y si el resto del año no atan los perros con longaniza, mucho me temo que en Navidades tampoco atarán los renos ni con longaniza, ni con txistorra en el País Vasco, por mucho que seamos muy nuestros.


¿Y lo de los anuncios navideños? Sinceramente, ha llegado un momento en que este vecino ya está convencido de que van por libre. Uno se puede creer el argumento de “La guerra de las galaxias” y demás capítulos de la saga, pero lo de una Navidad perfecta, con destellos de luz por todas partes, y de casas inmensas, con mesas como calles de grandes repletas de delicatessen, ya ronda con la pornografía pura y dura.


Una de las empresas anunciadoras profetiza que estas Navidades pueden faltar sillas, haciendo un guiño a esa colección de familiares que pueden apuntarse a última hora, como esos hijos que pueden venir por Navidad…y que desde hace muchos años, ya forman parte de nuestro belén iconográfico navideño (vuelve a casa por Navidad).


Señores, seamos realistas, ni el PP, donde dije digo digo diego, se va a abstener de subir los impuestos ni siquiera en Navidad, ya se está viendo, ni todos los que se van aunque no sean emigrantes (ya que según el nuevo lenguaje político solo practican la “movilidad exterior”), volverán por Navidad. Porque después de volver, por Navidad y por los guionistas del anuncio, luego tendrán que regresar a ganarse las habichuelas, los espaguetis, el pastel de riñones, o la comida que sea típica en los lugares a los que se vieron forzados a viajar, y aunque "eso" no lo recoja el anuncio, será lo más costoso, de sentimiento y en "cash".


Que este año, según el anuncio, falten sillas sería el menor de los problemas porque entre familiares siempre se puede practicar los corrillos de pie mientras te pones morado de ricas viandas. Otra cosa es que te estés poniendo morado, o incluso lívido, por no comer, y te tenga que ayudar cualquier asociación de ayuda. Porque incluso con eso ya cuentan los políticos, y saben que donde no llegarán ellos, hay otros que lo harán. Y eso ya es jugar con una red moral, por la cual ya no se ponen rojos de vergüenza porque saben que otros, a la postre nosotros mismos, ayudarán.


Y es que ELLOS no pueden estar en todo. Lo cual, y visto lo visto, siempre es mejor, porque si estuvieran en todas partes, serían Dios. Hubieran nacido en Belén, entre la mula y el buey, y mucho, mucho me temo, que al final seríamos nosotros los que les tuviéramos que limpiar el trasero, y nunca mejor dicho.


Y convendréis conmigo, que ya bastante tenemos con lo que tenemos…


*FOTO: DE LA RED

sábado, 26 de diciembre de 2015

EL BELÉN ACTUAL, NI DE CORCHO, NI DE BARRO


Quizás lo que más me gusta del día de Navidad es el paseo que me doy por la gran ciudad, en este caso Bilbao, y que la gente, todos en general con los que me cruzo, si hablan, en contadas ocasiones, lo hacen bajito. Nunca he sabido si es para que no les oigan los damnificados por los excesos nocturnos, o porque les duele la cabeza a ellos también.


Este año, la mañana de Navidad, he tenido la sensación de que hemos sido arrollados por el espíritu navideño. Incluso me pareció, esa mañana del fun, fun, fun, más que nunca, que eran los perros quienes sacaban a sus amos a pasear, para que tomaran un poco el aire y se les fuera esa melopea mezcla de alcoholes varios y borrachera de abrazos y buenos sentimientos hasta con la gente que no conocen.

La verdad es que este vecino del mundo ya se quedó noqueado en “Nochebuena”  con el discurso del Rey, en el momento que dijo que nos hablaba desde El Palacio Real, que era de todos los españoles.

Sinceramente, pensaba que no era así, que no era mío, cuando el año pasado, visitando Madrid, en plena Semana Santa vi una cola inmensa de gente, pasando por taquilla, y que tras ver los precios, y como íbamos tres, tuvimos que elegir entre alimentarnos física o culturalmente. 


Por otra parte, de la gente que visita todos los días tanto el Palacio Real , como los otros bienes culturales,  todavía no he recibido, no hemos recibido, parte del botín, aunque seguro que si pregunto me dirán eso de lo comido por lo servido, lo que se gana, por lo que cuesta el mantenimiento del pasado. Esa fue una de las razones por las que decidimos irnos a comer, porque si no nos buscamos la vida nosotros…


Desde hace unos años, desde la crisis concretamente, las Navidades me parecen en blanco y negro, remedando a aquellas películas españolas de principios de los sesenta, con un Casto Sendra (Cassen), José Isbert y José Luis López Vázquez, entre otros, buscándose la vida y, algunas veces, la muerte.  


Al atardecer del veinticuatro, me pareció  oír clarísimamente a alguien gritando: Chencho, Chencho… Sé que es muy probable que los lectores de menos de cincuenta años no me entiendan ésto, y deban de ver “La gran familia”. Quizás vean reflejado, en cierta manera, versión 3.0., eso sí, lo que está ocurriendo otra vez.  Y es que de vez en cuando no hay que hacer oídos sordos al pasado, y ver de dónde venimos y hacia dónde, desgraciadamente, parecemos ir.


La estampa de la Señora Carmena, Alcaldesa de Madrid, sin olvidar por supuesto al Padre Ángel, y no es hablar mal de ellos, sino al contrario, nos remite a un pasado del “siente un pobre a su mesa” verdaderamente estremecedor.  Y mientras, los partidos políticos, todos los partidos, discutiendo si son galgos o podencos, y en lugar de enseñar a pescar, entre otros a los que estaban en la cena celebrada en el ayuntamiento madrileño, intentando conseguir la caña más grande y lujosa, para que se note quién manda de verdad.


Este año, me imagino que lo habréis notado, no he felicitado las fiestas a nadie, no nos lo merecemos mientras hay un montón de desgracias, incluyendo esos que ya han quedado marcados como “refugiados”, y en realidad no están al refugio de nada, sino a plena intemperie. Quizás, este año el tiempo invernal sea más permisivo que nosotros, que nuestros corazones, y se avergüence de tener que “atacar” a un grupo que no importa a nadie, muy al contrario, molesta y mucho.


Os voy a pedir realizar una pequeña prueba, acercaros a ese pequeño, o gran belén que habéis montado por vuestros pequeños preferentemente, mirad al niño, tan bonito, tan limpio y reluciente. Ahora, sustituirlo por cualquiera de los niños vistos en esas fotos de “pequeños refugiados”. Pues eso. No tenemos vergüenza. ¿Que la culpa no es nuestra, es de los que mandan? Seguramente, pero les seguimos apoyando con nuestros votos, a todos.


Desear “Feliz Navidad” es ocultar todo tipo de problemas, y calmar nuestra conciencia. Y ya no estoy dispuesto a hacerlo, en mi caso, porque nacimientos, de los de verdad, y no de corcho y barro, hay todos los días.

*FOTO: DE LA RED