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domingo, 5 de abril de 2020

¿VERDADES ESTÚPIDAS?



Ya solo nos faltaba que hasta los dibujitos de Google nos recuerden que debemos de quedarnos en casa. Una cosa es que haya caraduras en todas partes, e insolidarios, y egoístas, y otra cosa es que nos restrieguen el “quédate en casa” por la cara hasta hacer sangre, por culpa de unos insensatos.

Siempre se ha dicho que la letra con sangre entra, y como no les puedes atizar con un letrero que diga “te tienes que quedar en tu puta casa”, pues les aparcas un multón entre mano y mano, que sea algo así como el padre y la madre de todas las multas, para que se vayan enterando. Y si fuera por este vecino del mundo, con un suplemento por intento de cachondeo a la autoridad competente, o no, que si seguimos así todavía estará por validar lo de la competencia...

En otro orden de cosas acabo de ver los ocho capítulos de la cuarta temporada de “La casa de papel”. Y sin ánimo de hacer ningún spoiler, o dicho en el idioma de Cervantes, sin desvelar nada que pueda ser determinante a la hora de que otros vean más tarde la serie, si seguimos así, en próximas aventuras cada vez habrá más gente en el pasado que incluso en el presente.

Y hablando del idioma de Cervantes, no me gusta nada que la copia que nos distribuyen a los que hablamos español de España, los títulos de crédito estén en inglés. ¿Os imagináis si eso ocurriera con una serie francesa?

Nos pasamos horas enteras diciendo que con esta serie hemos puesto una pica en Flandes, y en cualquier lugar del mundo, y después aceptamos disfrazarla de británica o americana, por aquello del idioma y no contradecir a papá Netflix.

Cualquier día le vemos a Antonio Banderas con su piel oscurecida en varios tonos, por aquello de que para los americanos todo hispano es de color, y no es cuestión de contradecirlos. 

Hay cierto tipo de verdades, y todos las reconocemos, que no son verdaderas, sino estúpidas, y más bien una especie de peaje, o de bajarte los pantalones, para que te sigan dando los de siempre.

*ILUSTRACIÓN: GOOGLE



martes, 3 de septiembre de 2013

COLECCIÓN DE IDEAS

Lo mismo que las personas atraviesan por diversas etapas, el año lectivo, por decirlo de alguna manera, también tiene sus diferentes épocas, y ahora ya están anunciando la vuelta al cole para los menudos de la casa, que para los que están todavía en edad de procrear, se lo piensen bien, pues te cuesta, como diría Shakespeare, “one egg”, y Cervantes añadiría “y la yema del otro”.
Nosotros, sin embargo, tampoco nos libramos de los anuncios, y nos dedican los famosos fascículos. No nos escapamos nunca de ser, como se dice ahora, “target, u objetivo, de todo tipo de campaña publicitaria, quizás porque se supone que tenemos dinero, y nos quieren aligerar de esa pesada carga mediante sus sugerentes ofertas.
Hace muchos años comenzaron con la Enciclopedia Salvat, y más tarde con los libros de Félix Rodríguez de la Fuente. Eso, era comprensible, pero desde hace años ya, parece que le han cogido el gusto, y presentan de todo, hasta colecciones de abanicos, e instrumentos musicales, ambos en miniatura naturalmente.
Como hay que modernizarse con los tiempos que corren, cualquier día
de estos comercializaran una colección de parados, en miniatura también, naturalmente, con todo tipo de profesionales, algunos incluso en el acto de rellenar los papeles para intentar irse a Alemania, que dicho sea de paso, debe de estar super-poblada ya, más que nada para fastidiar a la Merkel.
Quien diga que no ha comprado nunca nada por fasciculos coleccionables, como siempre dice la publicidad, miente como un bellaco, porque qué es normalmente la compra de un piso, sino la adquisición encubierta de una casa por fascículos, solo que te dan la colección entera al principio, y lo que coleccionas son las letras a pagar.
Se echa de menos una colección de famosos de televisión, incluso alguno de ellos merecería en sí una colección aparte, como por ejemplo Belén Esteban, o el mismísimo Jorge Javier Vázquez, ambos con elementos intercambiables de quita y pon, y la primera con brazos, manos y dedos articulados, para poder hacer todo tipo de cortes de manga, y peinetas incluidas. Más de uno compraría alguno de los muñecos para hacer vudú, y quizás eso motive a que las mismas empresas se resisten a lanzar al mercado este tipo de colecciones, y prefieran promocionar sus libros, porque ahora, si quieres ser un famoso con pedigrí, tienes que haber escrito un libro como mínimo, aunque nunca hayas leído uno, lo cual en sí ya tiene su gracia.

*FOTO: DE LA RED