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domingo, 6 de noviembre de 2016

...DE GRANA Y TRONO



¡Nunca me había pasado! Llevo muchísimos años, digamos, conmigo mismo, y he estado desde en situaciones que pueden ir en un rango de curiosas a desgraciadas; e incluso, el tiempo no perdona, cada vez me conozco mejor; pero lo ocurrido hace unos días, y no voy a decir el día exacto para no dar pistas a amigos y conocidos, no sea que dejen de hablarme, fue... mi primera vez.


Antes de nada, y por aquello de que el que avisa no es traidor, a aquellos que prefieran evitar situaciones escatológicas, es mejor que se apeen ahora, y nos veremos la próxima vez, si lo estiman oportuno, aunque sinceramente, así de primeras, no voy a recrearme abiertamente en el tema…


Como decía, hace unos días, unos diez, para darme una especie de "coartada a la amistad”,  tuve que utilizar el servicio, el cuarto de baño de un amigo, porque tenía necesidad de “hacer aguas mayores”. ¡Vamos! Las aguas de las mismísimas Cataratas del Niágara se hubieran quedado cortas ...


El caso es que nunca me había ocurrido. La composición del panorama a contemplar mientras uno estaba sentado en el trono era “venerarse a uno mismo, en toda su grandeza”. Al ser, como ya comentado, en casa de una amistad, se puede decir que estrictamente aquello se convirtió en ser víctima del famoso “fuego amigo”.


Al verme, no sé qué pensareis vosotros, en una situación tan ridícula, aquello se convirtió en una especie de partida de póquer en la que, mirando al adversario, no quería dar muestras de si tenía, digamos, trío de ases, escalera de color, o incluso repóquer. Aunque, seamos sinceros, y es que como la naturaleza llama, al final todo se decantó … por "la escalera de color", especialmente el color rojo azafrán que adquirió mi rostro… en el desenlace. Quizás, y jugando un poco con los colores y el lugar,  en el argot taurino, aquel momento sin duda ha sido … de grana y trono.


Y  es que uno se supone que ya debe de estar de vuelta, al menos, de casi todo, pero hay “cosas” que uno prefiere, y aquí es en su estricto sentido, no contemplar.


Por ejemplo, el sexo existe, gracias a Dios, a cualquier otra deidad, al destino, o a lo que fuere, porque de lo contrario aparte de que la vida en su más estricto sentido sería estéril, también sería muy aburrida. Sin embargo, aunque uno se imagina, y se puede incluso llegar a regodear en su imaginación, practicándolo,  este vecino del mundo al menos, no se imagina a sus padres, especialmente a su madre “haciéndolo”, ni … a sus hijas…,  aunque vigile, por si acaso, y mucho, a los amigos de ellas, que dicho sea de paso, siempre serán, y con perdón, unos cabrones. Y no entremos ahora en el tema del “machismo” que hoy, sinceramente, estamos en otra cosa.


Resumiendo, que este vecino del mundo ya sabe a qué cuarto de baño no tiene que entrar más, al menos en momentos …”complicados”. Aunque el vulgo, ese tan sabio (normalmente lo emplea en otro sentido, pero cada uno lo aplica como quiere o puede), siempre ha dicho que en caso de necesidad, y perdón otra vez, cualquier agujero es trinchera. Y lo mío el otro día demostró ser “la guerra de los mundos”, o como se empleaba ya hace años, motivado por un célebre anuncio (aunque hoy cambiaremos alguna letra, para evitar quizás alguna demanda, que por otro lado, uno no quiera ni remotamente insultar y menos a un producto), ese momento se convirtió, en un momento … “Nescaqué”.

*FOTO: DE LA RED




miércoles, 16 de septiembre de 2015

EL PRECIO DE UN FRACASO


Alguien dijo alguna vez: “Donde termina el esfuerzo, comienza el fracaso.” Y en el caso de la Unión Europea y los refugiados ya no sé si el por ahora fracaso viene motivado por la falta de esfuerzo, o que ésta es solo una apariencia, para que creamos que el fracaso viene motivado por ello, y así no poner en duda la “potencia” de cada uno de los diferentes cargos, o mejor dicho la impotencia de los mismos.

Hay algunos días en que uno se avergüenza de ser humano, y por consiguiente de tener el don de pensar. Y de comprobar que las autoridades, a todos los niveles, mueven el culo, y lo que hay por delante, para que no pase ni un minuto, sin ayuda a las entidades bancarias y a su estado financiero, y por otro lado, para ayudar a los refugiados  convoquen reuniones  de “urgencia” a más de dos semanas vista.

El amanecer de ayer, martes, 15 de Septiembre, fue uno de los más desasosegantes de mi vida, al comprobar ya fuera de toda duda, la banda de personas, habrá que llamarles así todavía, frías y sin escrúpulos, que está al mando de este buque que es Europa, capaces de dilatar una solución por una lucha de egos patrióticos. Lo de, por ejemplo, Gran Bretaña, limpiándose las manos, porque ellos no están en el denominado "Acuerdo de Schengen", puede ser una más de los que conducen por la izquierda, o por donde les da la gana.

Cuando España entró en la Unión Europea lo hizo como aquel que sabiéndose dueño de una piscina, aunque solo fuera de una pequeña parte de ella, se tira de panza como si fuera un nuevo rico, y con el razonamiento de que “como la piscina es mía me tiro como me da la gana, aunque me pueda romper la crisma”.

En cambio, los británicos siempre han sido, aunque sea para zambullirse en la piscina, o en cualquier charco, más de meter primero un dedo del pie, y luego ya veremos. Ahora estoy en la Unión Europea, pero no en la de todos, sino en la que a mí me conviene. Otra cosa es, y muy deprimente, que les dejen hacerlo.

Si uno se da una vuelta por las “Españas” de la costa mediterránea, descubrirá muchas urbanizaciones que son como pequeñas avanzadillas de Gran Bretaña allí, con sus pubs y tiendas muy “british”. Porque, y esto no es una crítica, sino una realidad, el británico allí donde va no se mezcla con el nativo, extiende su territorio

En la Unión Europea, unos cuantos países han extendido su país, para llegar sin mezclarse con los demás. Y así estamos ahora. Con unos políticos que deben de estar mirando de reojo a que los civiles se organicen y hagan algo (el crudo invierno, especialmente para los refugiados, se avecina), porque ellos están en una partida de póquer, que saben cuándo comenzaron pero no cuando van a acabar, ni cómo. Y en el fondo tienen la esperanza, y casi la seguridad, de que las ONGs harán algo, mientras ellos se miran y vigilan para descubrir quién la tiene más grande.

Hemos estado criando con tanto cuidado y esmero a una camada de políticos europeos tan bien cebados, mantenidos, y atendidos desde un punto de vista crematístico , que al final se han creído que son diferentes a nosotros; que ellos vienen directamente de la perfección. Y que las gotas del caro perfume con el que aderezan sus cuerpos y que, no lo olvidemos, pagamos todos, en nosotros se transforma en simple sudor por el esfuerzo, precisamente, de poder ganar lo que ellos nos cuestan.

En el fondo, y visto lo visto, la pasada madrugada, llena de indecisiones y faltas de compromiso, no deja de ser el precio de un fracaso.

*FOTO: DE LA RED



viernes, 20 de septiembre de 2013

CERRANDO PUERTAS

Uno se pasa la vida cerrando puertas, no me refiero a las de madera, que también, sino metafóricamente hablando.
Hace apenas veinte días, quién lo diría, volvía de vacaciones veraniegas, y aquella puerta está cerrada y bien cerrada, al menos eso pensaba. Y desde entonces, este vecino tiene la sensación de estar ya en pleno invierno. Alguien me ha escamoteado el otoño y su colorido. Esa gama de colores calientes que anteceden al frio invierno, y que te dan sensación de plenitud y sosiego, y así me siento, más que frío, impasible.
Alguien me ha escamoteado el otoño, y con él, paseos por una playa que se va quedando vacía mientras los últimos rayos de sol parecen despedirse hasta la próxima primavera.
Quizás son fechas de despedidas, porque el verano es sinónimo de alegría, de sentimientos compartidos. Y el invierno es para vivirlo en soledad. Alguien me ha robado el otoño, y no me ha dejado despedirme de los amigos, ni de esa playa roja, aún caliente, y con huellas de niños que se van al reino del mañana.
Ahora queda la playa, gris amarillenta. Una playa sin huellas, que no es ni sombra de lo que fue, y es curioso, porque si algo reina ahora es la sombra, el reino de la sombra, en un país de ausencias. Los niños estudian, y les hacen callar, porque eso precisamente, callar, es requisito indispensable para hacerse adulto. La vida del adulto es como una partida de póquer, en la que se aprende a callar y a observar lo que hace el otro, el contrario.
Mi vida está en un invierno prematuro, y no estaba preparado para ello. Me falta el otoño como antesala, el otoño con esos paseos largos al atardecer, donde se aprende a conversar con uno mismo en el país del pensamiento, porque la vida ahora, en el invierno crudo y duro, es la soledad. Y la soledad es fría, como una mano de mármol, e inservible, como una mano que no agarra, que no toca, que no acaricia.
Alguien me robó el otoño y se llevó los instantes previos, el recuerdo, la memoria, y me dejo la ausencia, la nada. Alguien dejó la puerta abierta, y entró la soledad.


*FOTO: DE LA RED