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miércoles, 27 de septiembre de 2017

EL ANIMAL QUE LLEVAMOS DENTRO...


Al menos desde Donosti, por mucho festival de cine que se esté celebrando, cuando el sol deja de apretar ya se nota el otoño. Y a este vecino del mundo con sus rojos, ocres, y colores calientes en general, el otoño, quizás como a otros parece les pasa con la primavera, le pone, y perdón por la crudeza de la declaración, hasta le pone, iba a decir “un puntito…”, pero ni puntito ni nada, cachondo total.

Quizás será por el animal que llevamos dentro, un oso de unos dos metros y medio, y que quiere gastar sus últimas energías, antes de  irse a hibernar  hasta finales del invierno, en actos que le congratulen. Pero este año, con el tema catalán, uno creo que ya está en estado total de hibernación desde los primeros días de septiembre, o desde los primeros ecos separatistas de la recta final que nos llevaría al 1 de Octubre. Que por cierto, esta fecha a este vecino personalmente se le antoja lo que viene a ser el antiguo Finisterre, fin del mundo y desastre total.

Aunque al final será como ese gran polvo que te esperabas echar, o que te echaran, y las expectativas quedarán por los suelos, o en los pliegues de lo que un día fue el tálamo nupcial.

De todas maneras, se nota que este vecino se está haciendo viejo, ya que en cualquier reportaje televisivo que se emita por las teles, con declaraciones de nativos catalanes, muchos hablan de vuelta a los tiempos franquistas, otros de estar muy cerca de una guerra civil, y aunque viví la última época franquista, aquellos tiempos nada tienen que ver con esta época. Y lo de la Guerra Civil, lo he vivido a través de recuerdos de mis padres, pero como diría mi madre “creo que nos quejamos de vicio”.

Ya sabemos lo que hay, gran abundancia de chorizos de todos los colores, y en Cataluña se han disfrazado, los políticos, de buscadores de libertad, para que una vez conseguida, ellos se proclamen amos del cortijo, y sean ellos mismos quienes repartan las cartas, y supuestamente se queden con las mejores.

Tampoco hace falta pensar mucho. Si después de los años que el hombre está en la tierra, el asunto, todos los asuntos, están como están, es que el fallo es el hombre mismo. Y tomaremos las poses que queramos, pero nuestros bajos instintos son el ancla que nos impide avanzar. 

Por eso prefiero que el Otoño me ponga cachondo, así en general, e incluso con un punto artístico, mis cuadros al óleo, que otros intenten quedar como líderes de la manada, y al final se gasten las tarjetas negras en ropa interior, no sé si de marca, pero que marca y bien marcado, aunque no precisamente a sus esposas. Que ellas, las muy pobres, es un decir, nunca se han planteado, como decía aquel cuplé, "de dónde saca pa tanto como destaca”.

Por cierto, pasado el 1 de Octubre, si el mundo sobrevive, que lo hará, no soy partidario, por supuesto, de ninguna recompensa a los que han montado toda esta feria, importantísimo, con el dinero de todos. Si los partidos, todos, hablan en sede parlamentaria y se vuelven a replantear nuevas formas para nuestra Constitución, que nunca sea a modo de chupete para que los políticos que han estado llorando, paren de hacerlo.

No puede ser que cada uno haga de su capa un sayo, y encima pretenda que se lo paguen a buen precio.

*OLEO: "OTOÑO EN POESÍA: IRATI", de PATXIPE


lunes, 19 de septiembre de 2016

ESA LLAMADA



Y de pronto, hacia el final del verano, un día, recibes una llamada telefónica, que te despierta del pasado, de una especie de letargo por auto-hipnosis.


Estabas convencido de que las heridas habían curado, pero a las primeras de cambio, te das cuenta de que todavía supuran; y que si hay sanación, aún no es el momento.


No tienes ganas de volver a sufrir, no una decepción, sino un torrente de ellas, pero sabes que si mantienes la comunicación, esa voz te volverá a convencer. Y no hablamos de amor, no, sino de la vida diaria. Y no quieres. Tampoco quieres hacer una guerra, porque el botín, si lo hubiera, no merece la pena. Solo quieres olvidar, pero ese pasado vuelve en forma de llamada. Has cogido el teléfono porque no sabías quién era, aunque detrás de cada llamada que has ido recibiendo desde entonces siempre había una interrogación, prevención, porque el gato escaldado del agua huye. Y tú solo tienes una vida, y llena de cicatrices.


Hay llamadas traicioneras, hay personas traicioneras, que te señalan a un punto del infinito mientras te roban tu confianza. Si la crisis en un momento dado te abofeteó la vida, por qué no te alejó también las malas compañías. No es una pregunta, es un deseo.


Si el otoño llama a la puerta, habrá que barrer esas hojas caídas que se cuelan en tu vida. Y quizás sea el momento ahora, algún día tenía que ser, de poner en orden tu paisaje interior y exterior, y unir los puntos suspensivos que tu pasado dejó, para crear las bases del puente de tu futuro.


Hay días que no estás para nada, y vidas que no están para seguir compartiendo con personas que no te hacen ningún bien. No es lo mismo que te despeinen, se supone que amigablemente entre colegas, con veinte años, a que con sesenta te quieran seguir pasando la bayeta por tu calva. Uno ya no está ni para dar, nunca le ha gustado, ni para que le den jabón, porque en cuento te descuidas puedes partirte el alma con esas amistades resbaladizas.


Lo bueno que tiene, si lo hay, que te pongan entre la espada y la pared es que solo puedes ir hacia adelante, aunque duela. Ha llegado el día.


*FOTO: DE LA RED, Y F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA


martes, 23 de septiembre de 2014

EL OTOÑO Y LA PARRALA

Atrás han quedado las estampas veraniegas, el chiringuito en el que te clavaban cada día pero volvías al día siguiente, los pueblos en fiestas por Sanporquesí. Nosotros, que somos guiados en cada momento por los usos y costumbres impuestos, sabemos que esta noche acababa oficialmente el verano, y nos hemos acostado con cara de verano y levantado con cruz de otoño.
A este vecino personalmente le gusta el otoño y su escenificación, esos colores rojizos y azul verdosos. Los paseos cerca del mar y con banda sonora de olas rompientes. Esas cazadoras con el cuello levantado para evitar catarros. Porque no sé si os habréis fijado, pero el catarro siempre viene a destiempo, para esa cena que tenías con los que fueron tus amigos del trabajo, y que siguen siendo amigos, pero del trabajo nunca más se supo; para esos planes que habías hecho de ir al monte, a recordar escenas juveniles, pero que en realidad ya no te ves subiendo cuestas, porque bastante tienes con la de la vida.
Sin embargo, como decía, para la mayoría de la gente el otoño es una cruz. Y es que  para el imaginario social el otoño ya es la vejez, el final de nuestras vidas, con esas hojas que caen al suelo, como las hojas del calendario vital. Y quizás en sí mismo es una metáfora de la vida, porque por motivos de juventud y de falta de experiencia, a la vida nos “tiramos” sin mirar el fondo, como esas escenas juveniles en los ríos de montaña, en los que no tienes en cuenta esa roca oculta que puede estar en el fondo. Y a medida que nos vamos haciendo mayores, sabemos que las corrientes del viento de la vida son traicioneras, y que una cazadora con el cuello abierto siempre viene bien.
Otoño, ya lo es desde hace días en “El Corte Inglés”, el rey ha muerto, ¡Viva el Rey! En realidad, esos anuncios de siempre, tan cuidados, de fotografía tan perfecta, son un auténtico despropósito porque no tienen nada que ver con el común de los mortales y en lugar de ser un acicate (como supongo que es la verdadera intención de los anuncios en cuestión) para mejorar, son una especie de utopía, de lo que nunca vas a ser.  Porque tus diferencias con la modelo, o el modelo en cuestión, no es problema de dinero y gusto, sino simple y llanamente mera cuestión de genética. Ni eres así, ni nunca vas a serlo. Pero en el fondo, piénsalo, es mucho mejor. Ni tienes que estar a la última, ni siempre sonriendo. Porque seguro que nunca os lo habéis preguntado pero…¿de qué se ríe una/un modelo mientras desfila? ¿De lo bien que le parió su madre? ¿Está encantado/a de haberse conocido? ¿Se ríe de los que miran porque nunca serán iguales por mucho que compren o se maquillen?
Sin embargo para este vecino, y volvemos al otoño, estos días le gustan porque es una vuelta al hogar, a la familia. Parece que ya has dejado de “pingonear” ante la cada vez más evidente ausencia de luz, y es como una vuelta a tus orígenes.
El otoño, con esa melancolía atávica, es la cara B del LP de nuestra vida. Esas canciones, vivencias, relaciones, que realmente son para nosotros. No son comerciales, pero son el sustento de nuestra vida, el esqueleto de nuestro todo.
Quizás, y bien visto, el otoño es como esa figura del cancionero español, "La Parrala", el otoño sí, el otoño no, pero nunca indiferente.

*FOTO: DE LA RED

sábado, 21 de diciembre de 2013

ENTRANDO AL TRAPO

Entre las fechas que vivimos, y que en el País Vasco, por ejemplo, hoy, con la celebración de Santo Tomás, ya hemos comenzado las Navidades oficialmente, a este vecino del mundo se le había olvidado un pequeño detalle: todavía estábamos en otoño. A estas horas, sin embargo, ya es invierno, y se ha colado de rondón, como sin ser invitado, y aprovechando que todos estábamos ocupados en otras cosas.
Pensándolo bien, y que ahora mucha gente está en contra del mundo del toreo, más de uno, sin embargo, emplea la capa metafórica para darnos a la mayoría, pases de pecho, y a llevarnos tanto al tendido de sol como al de sombra continuamente, no para matarnos con el estoque, que también, al menos con el de la indiferencia, sino para hacerlo cuando menos, de pulmonía, con tanto cambio de temperatura.
Aquellos que son famosos, exprimen su nombre y su vida rentandolos al máximo, tanto en exclusivas como, y en última modalidad hasta ahora, con libros para incondicionales y masoquistas varios.
El gobierno, nos provoca con su toreo más que de salón, de pelvis, porque es por donde nos pasan un día sí y el otro también, amparándose en esa mayoría tan apabullante, en la que se aprueban leyes prácticamente sin discutirse, y que tienes que ir al boletín oficial del estado para enterarte de toda la crudeza de lo ya aprobado, como en el caso de la Ley que regula el aborto, y que está más retocada que el difunto Michael Jackson.
Y en el fondo somos nosotros mismos quienes entramos a todo tipo de trapo, eso sí con mucha raza y trapío, aquel que da la cantidad de años acostumbrados a seguir los dictados del “ser superior”, y en este caso este vecino no se refiere a Dios, sino al líder de la manada, que nos hace comulgar, en muchas ocasiones literalmente, con ruedas de molino.
Por ejemplo, hoy es Santo Tomás, y “la costumbre” nos dice que hay que celebrarlo como si no hubiera un mañana, y quizás así sea para más de uno, que por no tener no tiene ni arrestos para pedir limosna, por la vergüenza que pasa, ya que en su futuro no entraba el encontrarse ahora sin un euro para llenar el frigorífico que ya ni tiene, porque hace mucho tiempo que se le estropeó. Eso sí, mientras tanto todos nosotros haciendo media hora de cola para comprarnos un talo con txistorra quemada a precio de oro, y que en el mejor de los casos no nos destrozará el estómago.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 25 de octubre de 2013

CHILLIDA Y SU SECRETO

En este día de fiesta, y que más de uno no sabe ni qué es lo que se celebra (Día de Euskadi), hemos podido disfrutar de una primera hora de la mañana preciosa, nublado y unos veinte grados, para pasear.
Bastante gente ha tenido la misma idea que este vecino, ya que en Donosti, el pasear, por ahora al menos, es de lo poco que se puede hacer gratis, y además quedas bien, como un deportista, y no como un agarrado.
La playa de la Concha estaba con marea alta, pero el agua muy tranquila, y más de uno se ha decidido por darse uno de los últimos baños que el otoño te permite, sin que seas considerado como un héroe o como una rara avis.
Momentos así son idóneos para hablar con uno mismo y hacer recapitulaciones sobre “qué hay de lo tuyo”, y que en muchas ocasiones te haces el despistado, especialmente de los propósitos que te hiciste, por ejemplo, el “inefable” primer día del año, y de los que te has ido escaqueando la mayoría del tiempo. Intentas fijarte en el cuerpo de alguna bañista de buen ver, que todavía queda alguna a estas alturas del año, por aquello de despistar a tu otro yo, el que quiere hacer recapitulaciones varias, pero de nada sirve porque tu otro yo se ha despertado y tardará en irse, hasta que le prometas que vas a retomar los buenos propósitos.
Al final, lo que se vislumbraba. Has tenido que claudicar y te enfrentarás a los antiguos proyectos, lo cual tampoco está mal, pero para cuando te has dado cuenta ya estás a los pies de “El peine del viento” y la vista sirve como anestesia total. No existe nada más, ninguna preocupación te molesta, eres solo tú y la naturaleza en una de sus obras maestras. El espectáculo que dan el Monte Urgull y la isla, la querida  Isla de Santa Clara, es inenarrable, y una vez más no te queda más remedio que reconocer a Eduardo Chillida como un gran sabedor de dónde colocar
sus obras.
Este vecino ya ha relatado el estado de ánimo que le envolvía por lo que no es sospechoso de estar, digamos, en un estado erótico-festivo. Sin embargo para su propio asombro, y frente a la misma escultura, en el horizonte se juntan tanto el Monte Urgull como la Isla de Santa Clara, y el resultado es asombroso, porque para este vecino, no es que se adivine, sino que queda patente la figura de un sujetador.
Como en el chiste sobre el Test de Roschach, más conocido como “el test de la mancha”, no es que el paciente vea sexo en todas partes, la culpa es del que ha dibujado eso, y en este caso la culpa es de la naturaleza, que en este lugar se ha comportado picaronamente. Y a lo mejor, incluso era el gran secreto de Chillida  (cuya casa, por cierto, está bien cerca de ese lugar), y por eso instaló su obra allí, una simple excusa para volver…y contemplar el horizonte, en el que siempre los secretos y las mentiras se pueden confundir.

*FOTO: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA


viernes, 20 de septiembre de 2013

CERRANDO PUERTAS

Uno se pasa la vida cerrando puertas, no me refiero a las de madera, que también, sino metafóricamente hablando.
Hace apenas veinte días, quién lo diría, volvía de vacaciones veraniegas, y aquella puerta está cerrada y bien cerrada, al menos eso pensaba. Y desde entonces, este vecino tiene la sensación de estar ya en pleno invierno. Alguien me ha escamoteado el otoño y su colorido. Esa gama de colores calientes que anteceden al frio invierno, y que te dan sensación de plenitud y sosiego, y así me siento, más que frío, impasible.
Alguien me ha escamoteado el otoño, y con él, paseos por una playa que se va quedando vacía mientras los últimos rayos de sol parecen despedirse hasta la próxima primavera.
Quizás son fechas de despedidas, porque el verano es sinónimo de alegría, de sentimientos compartidos. Y el invierno es para vivirlo en soledad. Alguien me ha robado el otoño, y no me ha dejado despedirme de los amigos, ni de esa playa roja, aún caliente, y con huellas de niños que se van al reino del mañana.
Ahora queda la playa, gris amarillenta. Una playa sin huellas, que no es ni sombra de lo que fue, y es curioso, porque si algo reina ahora es la sombra, el reino de la sombra, en un país de ausencias. Los niños estudian, y les hacen callar, porque eso precisamente, callar, es requisito indispensable para hacerse adulto. La vida del adulto es como una partida de póquer, en la que se aprende a callar y a observar lo que hace el otro, el contrario.
Mi vida está en un invierno prematuro, y no estaba preparado para ello. Me falta el otoño como antesala, el otoño con esos paseos largos al atardecer, donde se aprende a conversar con uno mismo en el país del pensamiento, porque la vida ahora, en el invierno crudo y duro, es la soledad. Y la soledad es fría, como una mano de mármol, e inservible, como una mano que no agarra, que no toca, que no acaricia.
Alguien me robó el otoño y se llevó los instantes previos, el recuerdo, la memoria, y me dejo la ausencia, la nada. Alguien dejó la puerta abierta, y entró la soledad.


*FOTO: DE LA RED