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jueves, 15 de agosto de 2019

15 DE AGOSTO, FIESTA NACIONAL...



Hoy es 15 de agosto. Llegó el día de los días. Fecha que sirve de baremo para muchas cosas. Para ver cómo de derrochadores hemos estado, por ejemplo, durante nuestras vacaciones. Es curioso que nos tengan que decir cuánto nos hemos gastado los españoles en vacaciones, como si cada uno de nosotros no lo supiera ya: más de lo que nuestro contable, si tuviéramos uno, nos hubiera recomendado gastar.

Uno de los pensamientos recurrentes para este vecino del mundo tal día como hoy, generalmente sobre las once de la noche, cuando ya tienes los tímpanos con más ruidos que una caracola jubilada por el mar,  es preguntarse de dónde sale tanta gente, como si hubiera un "paridor general" de merodeadores de todo y para todo. 
Más de una vez he solido responderme con aire serio, para que los chistes entren mejor, que seguro que el ayuntamiento en el que estoy en ese momento, tiene algo que ver en la cantidad de gente, contratando a modo de extras en una película, a muchas personas para rubricar con ello que ese lugar debe de estar bien para atraer  a tanto cazador de momentos vacacionales.

Siempre me pregunto tal día como hoy el por qué de esas ansias que nos entran en querer cenar en una terraza expuestos a todos y a todo, incluyendo porquerías que puedan aterrizar sobre nuestras viandas. Somos capaces de hacer cola durante mucho tiempo mientras escrutamos, más que miramos, a los que ya están calentando nuestro asiento, deseando íntimamente que huyan despavoridos nada más probar el primer plato.

Día, hoy 15 de agosto, en el que tienes que tener en cuenta, los mismos hosteleros te lo recuerdan, de que no te van a poder atender como sin duda te lo mereces, porque hay  mucha gente, y alguno de sus camareros ha fallado por una indisposición repentina que  hará que tengas que esperar más de la cuenta, pero que no se notará a la baja a la hora de pagar “la dolorosa”.

 Y es que como suelen decir los más sabios del lugar una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. Y, ya para terminar, día en el que se suele decir “más de la mitad de la población española está disfrutando de las fiestas”,  y este vecino siempre se pregunta qué trinchera es la suya en la guerra de las vacaciones…

*FOTO: DE LA RED

jueves, 23 de agosto de 2018

ENTRE PARPADEO Y PARPADEO...



Llámenme loco, pero estamos en una época del año en la que tengo la sensación de que si vengo un poco tarde de la playa, me voy a perder la cena de Navidad... O dicho de otra manera, en cualquier momento va a sonar el timbre del portal, y al ponerme al telefonillo me entero que es MRW. Me he debido de desvanecer, y lo siguiente ya es una gran montaña en el salón de mi casa con todos los primeros números de los fascículos que se lanzan estas semanas.

Lo mismo que hay una clara pendiente cuesta arriba, la famosa de enero, existe otra no tan publicitada pero sí sufrida desde finales de agosto, y con una vertiginosa pendiente que más que bajar se desploma y nos deja en plenas navidades frente al mostrador de cualquier departamento de “El Corte Inglés”. Tenemos que improvisar, como siempre, unos cuantos regalos haciendo un gran esfuerzo para no repetir actuaciones pasadas que tampoco fueron ninguna maravilla de originalidad.

Hablando de originalidad, estoy pensando muy seriamente  en ese maldito cisne hinchable con el que prácticamente todos estamos terminando estas vacaciones, y que por supuesto lo mantenemos hinchado, para no asfixiarnos aún más, mal colgado en ese metro de balcón al que seguimos llamando “terraza”. 

Ya que lo tenemos, y no hay vuelta atrás cuando tomo una decisión, este año va a sustituir al árbol navideño, y pondremos los regalos en su base.

¿No se nos dice continuamente que hay que reciclar, no malgastar, y ser originales? Pues este año nacerá el “Cisne de Santa Claus”, que será el mismo del verano, al que añadiremos un elegante gorro de Santa que naturalmente habrá depositado en mismísima persona en el “chino” más cercano. Por supuesto, que dos metros alrededor del cisne quedará confiscado todo tipo de petardo, velas y cerillas para no convertir aquello en una trampa mortal.

La veteranía que dan los años te ayuda a asimilar que la vida son una sucesión de imágenes entre parpadeo y parpadeo. Y que además hay que aprender  a disfrutar antes de que cualquier desaprensivo te meta el dedo en el ojo con cualquier excusa como bromas o familiaridades mal entendidas.

Me acabo de poner el casco, nunca se sabe, por aquello de a grandes velocidades, grandes remedios…

*FOTO: DE LA RED
 TRUCAJE: PATXIPE

domingo, 22 de julio de 2018

VACACIONANDO, QUE ES GERUNDIO


Lo que tiene ir de vacaciones cuando ya estás  jubilado es que en realidad eres como un taxista, solo tienes que izar la bandera de tu decisión, y …¡ya estás!


Aunque la adaptación para pasar a modo vacacional cuando tampoco tienes muchas ganas de bañarte en sudor, pasa primero, es mi opción, en esconderte en plan zulo, durante unas cuantas horas, incluso un día, para sufrir una descompresión de todos tus malos espíritus y descansar.

A ser posible un conato de hibernación tampoco estaría mal visto, por lo que pueda ocurrir en días posteriores. Ya que las vacaciones, por mucho que se exploren cada año, porque lo de disfrutar es mucho suponer, siempre pueden estar llenas de desagradables sorpresas. Como que el lugar que habías contratado por internet no tenga nada que ver con aquel apartamento con vistas al mar cuya foto te habían adjuntado gentilmente en un email, y que el único parecido con la realidad es que tu apartamento está en el pueblo que suponías donde está el mar que quieres disfrutar, pero bastante más alejado, y mucho más pequeño.

Nos pasamos el año intentando acercarnos lo más posible a nuestra noción de excelencia vital; sin embargo, llega vacaciones, y sin saber a ciencia cierta por qué disfrutamos vistiendo con ropas de mercadillo, y con gorros o pamelas que más que librarnos del calor en el fondo nos libran de ser reconocidos. 

Otro síntoma vacacional es que, de pronto no nos importa enseñar nuestras vergüenzas confesables en  la playa, mientras siempre encontramos a un niño desnudo jugando en la orilla, y que tanto nos recuerda  a nuestra propia infancia.

Al igual que al desapego  repentino  por lucir como Petronio, lo mismo nos ocurre con esas ganas inmensas que nos entran, a nosotros y a otras cincuenta personas que ya están haciendo cola por delante nuestro, por cenar en terraza, o lo que es peor, en la mitad de una calle; por el mero hecho de que hace buen tiempo y hay que aprovechar el día al límite. Con el grave riesgo de que tus platos se puedan convertir en diana de todo lo que pudiera caer de los pisos adyacentes. Y que exista la gran posibilidad, no es pesimismo sino realismo, que lo más sorprendente que te pueda aportar ese ágape nocturno, sea lo disparatado de la cuenta.

El hombre, y por supuesto la mujer, son los únicos animales que tropiezan dos veces en la misma piedra vacacional, y además, siempre declararán que lo han disfrutado.

*FOTO: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA