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viernes, 25 de diciembre de 2020

EFECTOS DE UNA NOCHEBUENA...

 

He visto por decimonovena vez “Love actually” y el personaje interpretado por Laura Linney sigue sin ligarse definitivamente al buenorro de la oficina (el actor Rodrigo Santoro).

Algunas veces las películas se parecen demasiado a la realidad y no se pueden maquillar ni con efectos especiales alcohólicos aunque sea Navidad. Y es que hay momentos en que la cabeza todavía no está para exactitudes de dónde o cuándo.

Por lo demás, en el mensaje del Rey, éste ha dicho lo que tenía que decir pero “sin discos dedicados”, y mucho me temo que muchos, los de siempre, le van a volver a crucificar, confundiendo la Navidad con la Semana Santa.

Tengo un primo que hoy pasaba la noche, por diversos motivos, en solitario, como este vecino, pero en diferente ciudad, que os conozco… Y es tan estricto, tan estricto, que cada veinte minutos habría las ventanas. Esperemos que en el peor de los casos no se muera de pulmonía…

Pensaba que nunca llegaría a decir esto, pero lo que es justo es justo, y he comenzado a ver el programa de Raphael, por curiosidad, y me he quedado enganchado hasta el final. Ha sido un recital, con invitados (a dar lo máximo de ellos), que por su delicatessen quizás hubiera tenido que ir, de alguna manera, dentro de “Masterchef”.

Son algo más de las tres de la mañana, y los donostiarras al menos, se lo han puesto fácil a Olentzero y a Santa Claus. En la mayoría de las casas ya solo quedan unas luces de colores intermitentes que dan pistas de que “no hay moros en la costa”. Esperando que no haya nadie defensor de lo políticamente correcto que se mosquee por esta expresión, antes al menos, totalmente coloquial.

Para la despedida, me voy con el deseo de que en mi casa al menos, ya que no va a venir ni el Olentzero ni otro colega de diferentes latitudes, dentro de unas horas, cuando despierte, no falte nada, porque en ese caso pudiera significar que este vecino fuera cleptómano, y sinceramente, ya con ser persona de riesgo tengo el cupo más que lleno...

*FOTO: DE LA RED

jueves, 23 de agosto de 2018

ENTRE PARPADEO Y PARPADEO...



Llámenme loco, pero estamos en una época del año en la que tengo la sensación de que si vengo un poco tarde de la playa, me voy a perder la cena de Navidad... O dicho de otra manera, en cualquier momento va a sonar el timbre del portal, y al ponerme al telefonillo me entero que es MRW. Me he debido de desvanecer, y lo siguiente ya es una gran montaña en el salón de mi casa con todos los primeros números de los fascículos que se lanzan estas semanas.

Lo mismo que hay una clara pendiente cuesta arriba, la famosa de enero, existe otra no tan publicitada pero sí sufrida desde finales de agosto, y con una vertiginosa pendiente que más que bajar se desploma y nos deja en plenas navidades frente al mostrador de cualquier departamento de “El Corte Inglés”. Tenemos que improvisar, como siempre, unos cuantos regalos haciendo un gran esfuerzo para no repetir actuaciones pasadas que tampoco fueron ninguna maravilla de originalidad.

Hablando de originalidad, estoy pensando muy seriamente  en ese maldito cisne hinchable con el que prácticamente todos estamos terminando estas vacaciones, y que por supuesto lo mantenemos hinchado, para no asfixiarnos aún más, mal colgado en ese metro de balcón al que seguimos llamando “terraza”. 

Ya que lo tenemos, y no hay vuelta atrás cuando tomo una decisión, este año va a sustituir al árbol navideño, y pondremos los regalos en su base.

¿No se nos dice continuamente que hay que reciclar, no malgastar, y ser originales? Pues este año nacerá el “Cisne de Santa Claus”, que será el mismo del verano, al que añadiremos un elegante gorro de Santa que naturalmente habrá depositado en mismísima persona en el “chino” más cercano. Por supuesto, que dos metros alrededor del cisne quedará confiscado todo tipo de petardo, velas y cerillas para no convertir aquello en una trampa mortal.

La veteranía que dan los años te ayuda a asimilar que la vida son una sucesión de imágenes entre parpadeo y parpadeo. Y que además hay que aprender  a disfrutar antes de que cualquier desaprensivo te meta el dedo en el ojo con cualquier excusa como bromas o familiaridades mal entendidas.

Me acabo de poner el casco, nunca se sabe, por aquello de a grandes velocidades, grandes remedios…

*FOTO: DE LA RED
 TRUCAJE: PATXIPE