Una escena que creo que se ha ido perdiendo con los años, es aquella en la que llamaban a la puerta, y al abrir aparecía un señor todo cordialidad, y trato como de conocernos de toda la vida, llevando un tomo en la mano perteneciente a la enciclopedia que nos iba a intentar vender, porque él reconocía desde un primer momento para que estaba allí. La técnica que utilizaba era la que le había enseñado la vida, y los años gastando suelas de puerta en puerta.
Ahora las maneras son muy diferentes, vienen de dos en dos, con el fin de intentar convencerte en estéreo.
Antes de que hayas tenido la suerte de conocerlos han sido formados en las mejores técnicas de ventas.
Ya no aparecen de improviso delante de tu puerta. Primero recibes una llamada telefónica con cualquier excusa, para nosotros fue que años atrás habíamos comprado una colección de libros y ahora se había editado un libro nuevo. Como estaban tristes y compungidos por la preocupación que supone el saber, como ellos saben, que a ti te falta un libro, querían enmendar esa injusticia.
Las dos personas enviadas vienen con una sonrisa permanente y aire de que
ya-puedes-estar-tranquilo-porque-con-nosotros-todo-va-a-ir-bien.
Te intentan convencer en todo momento de que tienes que desterrar la idea de que te quieran vender algo.
Desde el comienzo, a tí te inunda la idea de por qué están estos señores aquí, no sabes si te intentan arreglar la dentadura, vender un piso más grande....
Pero eso sí, te sacan unos catálogos para que vayas eligiendo unos regalos que te quieren hacer, solo por ser un cliente antiguo, y porque les caes bien.
Al final te juntas con cuatro cosas: una especie de robot redondo que él solo te va limpiando el suelo de la casa, un ozonizador, para hacer que nuestra vida tenga más calidad, y de paso los clientes les duren más, y dos colecciones de libros, de doce tomos cada una, una de medicina natural y la otra de historia de pueblos de la antigüedad. Los aparatos te los regalan, y con las colecciones de libros también lo quieren hacer, pero no pueden porque, cosas del destino, se ven forzados a cobrarte los gastos de impresión, encuadernación....sin embargo no hay de qué preocuparse, porque solo son setenta y cinco euros. A la pregunta de mi mujer, de que ¿solo setenta y cinco euros?, ellos con una sonrisa y al unísono contestan: -Sí, al mes,solo durante treinta y cinco meses.
A la contestación de La Nuri de que no puede pagarlo, le sonríen condescendientes y le dicen que no pasa nada, que le pueden poner cualquier cantidad inferior que le venga bien, pero naturalmente ampliando la cantidad de meses a pagar. ¡Vamos! Que tranquilamente se le puede dejar el pago a las generaciones posteriores.
La Nuri está sola, y los otros son dos, su táctica rebatirle todas las excusas que ponga, y al decir que tiene los hijos en paro, cosa que a ellos no les debiera interesar, hasta le han ofrecido colocarlos, me imagino que en el mismo trabajo que ellos.
Ha sido una auténtica coacción pues le han llegado a decir que si no andaba bien de dinero por qué en cambio ha comprado el libro que le faltaba para la colección, y que dicho sea de paso, solo costaba tres euros. Mi esposa, les ha contestado que como habían sido muy educados por teléfono no le importaba comprarlo.
Al enterarme de este detalle, ya le he dicho a La Nuri que no les tenía que haber comprado ni ese libro, por listos. Una cosa es intentar venderte algo a la antigua usanza, con verborrea y buenas maneras, y otra que te intenten fusilar al amanecer psicológicamente, si al final no compras, pero, eso sí, mediante los últimos estudios en el arte de vender. ¡Hay que joderse!...
*DIBUJO: DE LA RED