Esta mañana me encuentro en tierras vizcaínas por razones personales, pero estos días he estado en Donosti, viendo como la Bella Easo se transformaba en una especie de tierra de promisión, al menos para los seguidores del “jefe”.
Aunque en estos lares ya estamos acostumbrados a grandes eventos, este concierto que tuvo lugar ayer noche en el estadio de Anoeta por parte de
Bruce Springsteen, en esta particular visión de este vecino del mundo, atrajo a mucha gente a una especie de paraíso del viejo rock, en el que incluso al Sr. Bruce, como alter-ego de Moises le tocó lidiar con la separación de las aguas que esta vez caían amenazando desterrar a la multitud allí congregada.
Por si no se sabía todavía, estos días se ha podido comprobar la fuerza, garra, y poder de mover dinero de un espectáculo que no tiene que convencer a nadie, porque ya todos están evangelizados en su religión, con una manera de decir las cosas y ver el mundo.
Ayer, horas antes del concierto, autobuses repletos de gente, tenían como única parada la de “Bruce Springsteen”. Ésto es literal, porque este vecino pudo vivir este episodio, en el que autobuses provenientes del Antiguo cruzaban toda la ciudad con una única parada final.
La verdad es que en estos casos se debieron de relajar las leyes, porque prácticamente el tejido epitelial de uno chocaba con los pensamientos del otro, en una amalgama que solamente se podía permitir en nombre del “Boss”.
Viendo la cantidad de gente de todo tipo de edad y condición social, la pregunta de que si el rock puede incluso ser una religión estaba en el aire, más en estos días en que el propio Vaticano se ha visto convulsionado por guerras internas, dando como resultado la detención del mayordomo del Papa.
En este caso, la lucha entre el blanco y el negro, el color negro encarnado por el propio Bruce Sprinsteen no significa el lado oscuro, sino la lealtad a toda una carrera y manera de componer del músico de Long Branch, que lo sigue dando todo en el escenario, aunque ya ha vendido màs de ciento veinte millones de álbumes en todo el mundo.
El ser humano siempre tiene algo en qué creer y quizás la mezcla de poesía y música que el Señor Springsteen propone, con esa especie de sufrimiento latente, no nos abandone en los malos momentos que la mayoría de la gente está pasando. ¡Larga vida al Boss!
*FOTO: DE LA RED