Los temas para los blogs son como los animales de caza mayor, hay que salir fuera de casa muchas veces para cazarlos.
Donosti, por cierto, se presta para mil y un paseos. Como tengo dicho más de una vez, es la ciudad maqueta por excelencia, porque tiene de todo, pero prácticamente lo tienes al alcance de la mano. Si no tienes prisa, andando puedes llegar en poco tiempo a la mayor parte de la ciudad.
Como un rey cualquiera estaba yo paseando en busca de mi elefante preciado, de mi noticia para debatir, cuando de pronto asistí a un acto cariñoso que me devolvió a mi infancia. Es ese momento cuando de muy niño, y bajo la tutela de tu madre, tienes una necesidad acuciante de hacer pis, en ese momento en que el mundo se para, y solo existe tu pis y tú, claro, y la ayuda de tu madre, que en el centro del pueblo, aquí de la ciudad, te agarra y te pone contra un coche aparcado, para que soluciones tu problema. Es en ese momento cuando no existen ordenanzas municipales, sino el cariño de una madre intentando solucionar un problema de su retoño.
En estos días me ha tocado presenciar esta ceremonia del pasado, varias veces.
No la hubiera comentado si no fuera porque tengo un amigo de esos de toda la vida, Luis, que tiene una teoría, y es que si los hombres en esas noches de despedida de soltero, de cena de fábrica, que tristemente cada vez hay menos, cuando ya la quinta copa lucha por hacerse un sitio en el hígado, y no tienes más remedio que delante de toda la cuadrilla, marcar tu territorio orinando contra una pared, es porque en cierta manera estás recordando lo que un día tu madre con mucho cariño te enseñó.
Al principio, tras soltarme su teoría, pensé: -Y además, se ha quedado tan pancho...
Han pasado varios días, y la idea implantada sigue en mi mente. Lo que ocurre es que este tema me recuerda, a aquella vez que descubrí que las madres, por el mero hecho de ser madres, no siempre tienen razón, y la verdad es que según a qué ojos puede resultar una tontería pero no lo fue. Porque, al menos en mi infancia, la mayor parte de la educación infantil en casa corría por parte de mi madre. Y los consejos de mi madre iban a misa, y nunca mejor dicho, porque entre ellos estaba el de ir a misa de diez todos los domingos para ganarte el cielo, que al final será donde todos quieren ir.
Hubo un triste día, ya no recuerdo como, que descubrí que mi madre, y me imaginé entonces que todas, no siempre tienen razón, y aunque lo hagan todo con mucho cariño, el cariño no es un eximente.
* FOTO: DE LA RED