La cadena alegre ha comenzado un año más su reallity por excelencia, Gran Hermano, programa que les sale muy rentable, pues con los habitantes de su casa, alimentan la mayoría de los programas de esa cadena.
Este año la mayoría de los comentarios se los está llevando un cura, que también ha entrado como concursante, el Padre Juan Antonio Molina, al que ya le conocen como el cura motero, por haber entrado así en la casa. Por cierto, desde el momento que ha entrado está suspendido a divinis, por lo que no podría actuar como cura dentro de la casa, salvo en el caso de dar la extremaunción, por lo que deseamos que ésto no ocurra.
Como siempre, la gente se está fijando en el continente y no en el contenido. Los televidentes están protestando porque el cura aparece en calzoncillos por la casa, pero es que a este vecino del mundo le parece tan mal su actuación como la de todos los demás. Todo el que ve este programa sabe que una de las costumbres extendidas por las diferentes casas de los grandes hermanos que ha habido, es la facilidad con que muchos de los concursantes se pasan toda la edición en paños menores. A este vecino del mundo siempre le ha recordado este detalle a la facilidad con que las actrices se desnudaban en las películas españolas de los años setenta, cuando nada más entrar en casa, sin importar que hora fuera, empezaban a sentir calor, y se ponían en ropa interior.
Son muy pocas personas en cambio, las que se están preguntando el por qué un cura de cuarenta años, con su vida encauzada aparentemente, pues además da clases en un colegio, quiere dejar todo para entrar en un programa como ese. Esa pregunta quizás es lo más importante, porque él ya sabía que si entraba en la casa le iban a suspender a divinis, como así ha sido. Todo lo demás no es importante, ni incluso su relación con las mujeres de la casa, porque no hay que olvidar la época en que se desarrolla la vida de Jesucristo, ni que él tampoco utilizaría la mejor ropa interior, y que se relacionó con todo tipo de gente, especialmente de las clases bajas, tanto en hombres como en mujeres, y está en cada uno de nosotros en ponerle limitaciones a las relaciones que tuvo o pudo tener.
La imagen típica del cura es la de pastor de ovejas descarriadas, y será más fácil salvarlas cuanto más cerca esté de ellas, el único requisito que se le puede pedir es que no se convierta en zafio, y eso creo que no es cuestión de ropajes sino de modales. No hay que olvidar nunca que un sacerdote es una especie de médico de la religión, y quizás después de todo se les llama así por ser cura para el alma.
*DIBUJO: DE LA RED
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