Ayer domingo, aunque mal tiempo, el día dio un respiro y pudimos dar un paseo bordeando la ría y adentrándonos por todo el Paseo Nuevo hacia el puerto, y hacer una visita obligada al último huésped de la ciudad.
Como muchos de vosotros, ya se que tenéis vuestro domicilio muy lejos de aquí, las noticias no os habrán llegado, por eso aclaro que desde hace dos días tenemos un nuevo habitante en la ciudad. Se trata de una foca que ha llegado al puerto, se supone que perdida de su grupo, y por ahora aquí se ha quedado.
Me imagino que el ayuntamiento ya estará tomando los pasos pertinentes para ayudarla, y por favor, desde esta ventana pido encarecidamente que no se haga ningún tipo de comisión al respecto, porque entonces seguro que nos la cargamos.
Cuando llegamos al puerto, no tenía mayor interés que el ver la novedad, pero al encontrarla en el pantalán tumbada, con cara de por qué me miráis, mientras ella a su vez, se daba cuenta de la expectación que formaba, un lazo invisible pero muy fuerte nos unió.
Sentí que más de uno se podía sentir identificado con esa imagen de estar postrado en un puerto que no has elegido, pero que las circunstancias te han llevado a él.
Teniendo en cuenta el temporal politico-económico que está arreciando, el llegar a un puerto ya es algo, porque muchos se quedarán en el camino.
Además al ver la foca desde arriba, la sensación de pequeñez y de estar indefensa es mayor, por aquello de tenerla a nuestros pies.
No hay que olvidar además el hecho de que ahora aquí es la única en su especie y la soledad tiene que ser mucho mayor.
Mientras veía la foca en el puerto, y esperando que se me entienda en el mejor sentido posible, me acordé de toda esa gente, a la que no le queda más remedio que emprender un viaje muy largo para ganarse la vida de la mejor manera posible. Esa sensación de soledad, nostalgia, y de haberse dejado un pedazo de su corazón al otro lado de esa línea del horizonte, porque todo lo que verdaderamente le importa está allí,
Fueron muchas las sensaciones que acudieron a mí sin esperarlo, y que hicieron que el encuentro con el recién llegado fuera mucho más de lo que en principio esperaba.
Desde esta ventana espero que se le trate de la mejor manera posible, y este vecino del mundo está convencido que la mejor solución para esa foca que ya forma parte de nosotros, sería el curarla, si es que tiene algún problema y llevarla hasta la zona donde se encuentran normalmente los de su especie, porque otra cosa para ella sería una cárcel encubierta.
*FOTOS: F.E.PEREZ RUIZ-POVEDA
A mi también me ha impresionado la foquita, tan indefensa bajo las miradas de los curiosos. Cuando tuvimos al delfín Paquito, cuantas veces fuimos a muellapunta a verlo e incluso, alguna vez lo vimos desde una lancha, tan grande de cerca que impresionaba. Se convirtió en una atracción para nativos y turistas. En cambio la foca parece mucho más desvalida, ojalá esa organización que cuida de los animales que aparecen en nuestras costas se haga cargo y solucionen en lo que se pueda su situación.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu reflexión, amigo.
Sobre la foca ha comentado hoy una mujer en la radio, que mientras no tenga ninguna herida es mejor no tocarla, y que haga lo que quiera hacer. Parece que es un ejemplar adulto que estaba tremendamente cansado. En estos dos días,entre la costa vizcaína y guipuzcoana han aparecido cuatro focas.
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