Todos
los años por estas fechas tengo en mi mente el último capítulo de
aquella serie mítica, y un tanto desprestigiada por la cantidad de
repeticiones que ha tenido que sufrir, como fue “Verano
azul”,
en el que los protagonistas terminaban sus vacaciones, y se despedían
de los amigos que habían hecho esos meses en aquel pueblo, y aunque
volvieran, que eso estaba por ver, ya nada sería igual. Todo ello
naturalmente “empapado
de nostalgia extrema”
por una acertadísima canción del Dúo
Dinámico,
que además daba nombre al citado capítulo.
Las
vacaciones se están terminando y este vecino del mundo no quiere
esperar hasta el último día para hablar del halo de nostalgia que
siempre ha sentido al llegar estos días. Antes lo achacaba a la
expectativa del volver al trabajo, pero ahora, tras aquel frío e
injusto ERE que nos dejó a treinta personas, y sus respectivas
familias sin trabajo, los sentimientos son iguales.
Teniendo
en cuenta que estoy en la
ciudad del un, dos, tres,
en Torrevieja, en la que al final resultaba, que si ibas a ella, los
apartamentos no se regalaban, sino que tenías que hacerte amigo del
bancario de turno, estas vacaciones se han caracterizado por oír más
que nunca a turistas hablando francés y ruso. No hay que olvidar
tampoco, pero ese ya forma parte del paisaje torrevejense, al turista
británico.
En
realidad Torrevieja debiera ser nombrada ciudad benefactora de la
humanidad porque mientras el británico está aquí, no emplea su
tiempo en alterar políticamente hablando. Desde esta atalaya este
vecino lanza la idea de invitar perpétuamente a Fabian Picardo,
ministro principal de Gibraltar, a unas vacaciones sine
díe, para
que se relaje y solamente plasme sus ideas en algún libro, que con
el tiempo, quién sabe, pudiera ganar el premio Ciudad
de Torrevieja,
eso, si alguna vez vuelve a haber dinero en las arcas municipales,
que no es lo mismo que en las arcas del alcalde o concejales.
Quizás
la parte positiva de estar en el paro, sea que cualquier día me lío
la manta a la cabeza y vengo a pasar más días a esta bella y
tranquila ciudad, ya que estar "tieso" se puede estar en cualquier parte, y comprobar al mismo tiempo que aquí también
existen las otras estaciones del año.
Por
cierto, y a modo de chiste con escarnio diré, que Torrevieja en algo
le gana a Donosti: En
las estaciones del año,
pues mientras Donosti tiene cuatro, Torrevieja cinco:
primavera, verano, otoño, invierno y... la estación de autobuses.
Eso, para escarnio del denominado “ñoñostiarra extremo”.
Este
año ha sido unas vacaciones tan en crisis que no ha habido ni
canción del verano, y quizás ocurra como en aquellas películas de
Ingmar Bergman, donde no había música, para resaltar la gravedad
del momento.
Desde
aquí un recuerdo para Don Antonio Mercero, que precisamente no anda
bien de eso, de recuerdos, pero como dijo uno de sus hijos, así
podrá ver, su película preferida, “Cantando bajo la lluvia”,
siempre, como si fuera la primera vez.
Y
quizás eso mismo ocurre con el verano, y las vacaciones, que siempre
son las primeras de algo, y también el final, aunque sea solo de una
ilusión.
*VIDEO: ESCENAS DE "VERANO AZUL"
*VIDEO: ESCENAS DE "VERANO AZUL"
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