Siguiendo
con nuestros comentarios sobre las costumbres y antojos que nos
entran en verano, a modo de fiebre incontrolable que hay que pasar sí
o sí, hoy nos vamos a ceñir a la playa, que es todo un mundo en sí.
En
primer lugar, en esta época del año, vacaciones, y en Agosto,
llegar a la orilla ya es una odisea, y una pletórica demostración
de equilibrio y coordinación de las extremidades para no pisar o
caerse encima de alguien, con la previsible posibilidad de demanda
por agresión sexual debido a las posturas que adoptan la mayoría de
los bañistas para ser poseídos por el llamado astro rey.
El
otro día soñé, y puede ser premonitorio, que me perdía dentro de
la playa, y que ni podía llegar a la orilla para bañarme, ni salir
de ella. Lo inquietante fue que encontré personas que ya habían
nacido allí, toda su vida era un verano. Pero lo peor fue, sin
embargo, encontrar esqueletos en posición de arrastrarse por la
arena intentando encontrar la salida.
De
todas las maneras, la gente en general que va a la playa, está
claramente empeñada en dificultar la llegada de los demás al agua, sin mencionar a los locos invasores con sillas y sombrillas de las ocho de la mañana,
no dejando resquicio por el que colarse, incluso las caras que te
ponen cuando vas a pasar, son intimidatorias. Alguno ya me tiene
dicho que no pase por su lado, y con toda la seriedad del mundo le
pedí los documentos de propiedad del terreno. No me dijo nada, pero
como en uno de los antiguos tebeos, me lo imaginé preguntándose por
mi familia, y es que no podía “acordarse
de mi madre”
por no habérsela presentado con anterioridad.
En
realidad, aunque de un año a otro, la fotografía de una misma playa
pudiera no variar, al pensar eso estamos cometiendo un gran error,
porque el mundo de la moda hace muchísimos años que también llegó
a las costas.
Este
año por ejemplo está causando furor entre las jóvenes y no tan
jóvenes, un bikini que como piensa este vecino del mundo puede ser
un claro homenaje al modelito de la cantante Salomé durante su
actuación en Eurovisión 1969, resultando ser a posteriori una de
los cuatro ganadores de aquella edición, o a nuestra recordada Sara
Montiel por su papel de india en Yuma. La “originalidad” del
citado modelito estriba en una serie de flecos que cuelgan por toda
la superficie del top, y que hace las delicias del observador al
notar como se mueven al unísono, con cada leve movimiento de la
propietaria.
Mención
especial merecen entre los “habitantes” de la playa, los
deportistas sobrevenidos,
que son aquellos que en todo el año no realizan ningún deporte, y
en el lugar donde hay más gente, y es más incómodo para todos, les
entra una irreprimible necesidad de jugar con un balón o con una
pelota, y consiguientemente de molestar a todo ser viviente. Ésto
sería el equivalente a aquellos que les entra ganas de practicar el
sexo solo en los probadores de los grandes almacenes, rápido y en
condiciones incómodas.
Estos deportistas solamente veraniegos, como
pierden la pelota, o el balón, cada dos por tres, dando el
incansable coñazo para que se lo recojas, y se lo mandes, este
vecino del mundo hace mucho tiempo que tomó la decisión de no hacer
ningún movimiento demás, y cuando le increpan por su desidia,
tiene clara su respuesta: -Aquí,
los que habéis venido a hacer deporte, sois vosotros.
Por
otra parte, y mirando la playa desde fuera, resulta muy gracioso
contemplar a aquellos que parece que se presentan voluntarios a ser
quemados por el sol, y aparentando dar un paso hacia adelante, como
todo voluntario que se precie, se alejan un poco de los demás, todo
lo que la muchedumbre permite, y se ponen de pie enfrentándose en un
duelo a muerte con el astro rey.
El
mundo que rodea a la playa es como las buenas películas, cada vez
que se vuelve a ver, se degustan nuevas actitudes e intenciones, que
en visionados anteriores habían pasado desapercibidas.
*FOTOS: DE LA RED
*FOTOS: DE LA RED
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