Hoy el tiempo se ha parado en nuestros corazones. Son
esos golpes que da la vida, o la muerte. Te has marchado y nos hemos quedado
solos, muy solos.
Seguiremos viviendo, pero de otra manera. Ya todo será de
otra manera, quizás ni mejor ni peor, pero diferente, muy diferente.
Cuando alguien se va, como tú, todo sigue, pero ahora nos podemos preguntar para qué.
Nos veíamos poco, es verdad, pero siempre sabíamos que
estabas ahí, donde están los verdaderos amigos, para cualquier cosa. Ahora nos
tenemos que mentir para intentar sobrellevarlo y pensar que todavía estás. Y en
realidad, es verdad.
No nos vamos de este mundo mientras haya alguien que nos
recuerde y le sigamos importando. Y tú sigues siendo una de esas personas de
buen juicio y recto proceder que importa, y que se recuerda.
Las fotos de nuestra juventud seguirán adheridas a la
piel de nuestros sentimientos por siempre, como los recuerdos de aquella época
en que parecía que teníamos toda la vida por delante.
Hoy el tiempo se ha parado, para recordarte y rendirte
homenaje. Porque has sido un hombre, como dijo el poeta, en el buen sentido de la palabra,
bueno.
No es verdad eso de que solo se van los buenos. Nos vamos
todos, pero solo los buenos importan. Y tú nos importas y mucho.
Hoy el tiempo se ha parado, y nuestras venas destilan
amargura. Parece que el sol brilla menos y el tiempo, ese juez impertérrito,
ahora transcurre más, mucho más, lentamente, y nosotros, somos más pequeños.
Estas líneas no deben de rezumar aroma de despedida, sino de esperanza, de que sigan existiendo personas como
tú, que aunque se vayan, no nos dejarán nunca, y que hemos
tenido el privilegio no solo de conocerte sino de formar parte de tu vida,
aunque fuera en la lejanía.
Siempre te recordaremos.
*FOTO: DE LA RED
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