¡Ya está! Ya ha pasado un año más el Festival de Eurovisión. Como siempre se dice “Vísperas de mucho, días de nada”. De la ilusión/esperanza/presentimiento hemos pasado a la cruda realidad, a unas calabazas mayúsculas.
Y es que en realidad, para vosotros y para el que ésto escribe, se trata de una relación amorosa que lleva muchos años, la mayoría de las veces más de los que quisiéramos. Pero el amor no se busca, se encuentra, y hace muchísimos años en aquella televisión con un único canal, y en blanco y negro, descubrimos un concurso que no era uno más, era “EL CONCURSO”, así, en mayúsculas. Lo sentíamos como el no va más, el ganarlo era la lotería de la reputación, de que todos los países que siempre nos ignoraban, nos miraran con envidia. Solo ha ocurrido dos veces, y además seguidas, en los años 1968 y 1969, y desde entonces, decepción tras decepción.
Como adelantaba ayer (http://patxipe.blogspot.com.es/2015/05/comentarios-eurovision-2015_24.html) para este vecino del mundo, porque ya me he rehecho y ya es “el vecino del mundo”, el Festival ha perdido por el camino de la Modernidad y de la Técnica parte de su identidad, que consistía en aquella gran orquesta dirigida en cada número por el director que cada país enviaba en su representación. Eso debía de costar mucho, en dinero y en esfuerzo, y hace años, antes de los famosos recortes, ya se lo quitaron de encima.
Y lo mismo que los equipos deportivos tienen su camiseta con los colores respectivos, cada festival tenía su decorado con el que siempre lo identificarías en el futuro. Desde hace años es un cubículo, aunque sea grande, grandísimo, negro y que se puede transformar en cualquier cosa. Una especie de comodín para todo. Pero que le merma identidad.
Por otra parte, y aquí viene la madre del cordero, desde que aparecieron muchos países pequeños procedentes del Este de Europa, la sensación de compadreo es más que evidente: Tú me votas a mí, yo te voto a ti.
Todos recordaremos al ya desaparecido José Luis Uribarri, como en sus comentarios durante las retrasmisiones del festival, no fallaba nunca sus predicciones de a quién iba a votar cada país.
Un detalle a tener en cuenta, la mayoría de los países dirigentes del Mercado Común Europeo no se ganan, y perdón por la expresión, “un colín”, en la noche festivalera. En realidad, y ya para terminar, el Festival de Eurovisión viene siendo últimamente, como esas reuniones familiares a las que tienes que seguir asistiendo, y en las que sabes que siempre te ponen a parir, pero que tienes que fingir que te lo pasas bien. Todo sea por la unión familiar.
Además, y desde lo más íntimo, el Festival de Eurovisión para este vecino del mundo es como La víspera de Reyes, siempre estoy seguro de que este año van a venir, ellos, los verdaderos.
*ILUSTRACIÓN: DE LA RED
No hay comentarios:
Publicar un comentario