Me acabo de enterar, y no
daba crédito, de la muerte del actor Aitor Mazo.
No, no le conocía personalmente,
pero Aitor era una de esas personas a las que siempre he considerado como amigo Honoris Causa.
Ser amigo honoris causa no
es ser una eminencia en nada, sino ser una de esas personas que siendo
conocidas a nivel público, sientes por él algo que trasciende a lo general y te
ha llegado a lo más íntimo. Podrías decir, sin mentir, que es de tu familia. Y
Aitor Mazo es uno, de los pocos, Honoris Causa, como me ocurría con Álex
Angulo. Y en menos de un año se nos han
ido los dos. ¡Qué injusta es la vida, y la muerte!.
El Señor Aitor Mazo no ha
sido de papeles protagonistas, sino que incluso con breves apariciones dejaba
su impronta como lo hizo en “15 años y un día”, de Gracia Querejeta, en la que
con su breve aparición como el vecino con perro, sugería mucho más de lo que
tenía en el texto.
Que le conozcan como el cura
de “Ocho apellidos vascos” quizás es un poco injusto, por su papel de aparente
pequeñez, en comparación con la amplitud de la misma trayectoria de su carrera. Pero quien conozca el día a
día de los vascos, su retrato de cura de derechas de toda la vida, es una
composición redonda, una extraña mezcla de humor y cariño.
Este vecino se comenzó a
fijar en él, y ya entonces llevaba años en el negocio de los cómicos, al ser
uno de los presentadores de un programa de varias autonomías, llamado “Olé tus
vídeos”, con vídeos mandados por los televidentes, y entre sus compañeros
recuerdo que también estaba Ximo Rovira.
Si algo tiene Aitor Mazo,
porque todavía su muerte se antoja como imposible, es algo clave en la figura
de un actor: verdad, y humanidad. Lo mismo ha encarnado personajes buenos, como
malos, pero una característica suya ha sido llenarlos de mucha coña. Dotado de
un físico imponente, en cuanto a aparente envergadura, en cualquier momento
pudo ser acusado de ladrón, porque escena en la que aparecía, escena que robaba
con indiscutible facilidad.
También ha intervenido en
otros éxitos cinematográficos del cine español como “Airbag”, y “La comunidad”. Como bilbaíno de nacimiento, el cine vasco
tampoco le ha sido ajeno, siendo además por esas cosas que tiene el destino, su
primera película (“Lauaxeta”) y la última “Lasa y Zabala” de su filmografía.
El bueno de Aitor Mazo
siempre ha servido para dar empaque a un proyecto, ya que al leer su nombre en
los créditos, te daba sensación de seguridad. Esa misma seguridad que hemos perdido
hoy al enterarnos de su fallecimiento.
Este vecino del mundo no
sabe si es verdad eso de que siempre se van los mejores, porque al final nos iremos todos, pero al menos, y desde
un punto egoísta, el Señor Aitor Mazo ha sido muy importante. Lo dicho, un amigo Honoris Causa que hoy se ha doctorado en eternidad, una historia por la que ha
fichado para siempre, o para nunca.
Descanse en paz Don Aitor
Mazo. Siempre te recordaremos con mucho, mucho, cariño, el mismo que has depositado en cada uno de tus trabajos.
*FOTO: DE LA RED
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