Para una persona que hizo el bachillerato por Ciencias, como este vecino del mundo, no le debería de extrañar que los políticos se pasen el día, últimamente, haciendo números, y diciendo aquello de “no me salen las cuentas”, pero me da
ganas de gritar.
Es como si estuviéramos en una especie de bucle
déjà vu y no hay manera de salir.
Pones la radio, la televisión, internet, y con él o ella (porque uno ya no sabe el sexo de internet, o de la internet), las redes sociales y todo el mundo haciendo cuentas: con
Rajoy, sin Rajoy, una gran coalición desde la derecha, una gran coalición de
izquierdas, con una horquilla de izquierdas y derechas. Sales al balcón, lluvia y más lluvia. Miras
por la ventana, cualquiera de las dos que tienes, porque la otra, la del cuarto
de baño, da a un patio tan interior como tu propio yo, y está más oscuro que el
futuro de Yurena (Tamara / Ámbar), Señora
de No cambié.
Y es que en una ciudad hecha para gastar dinero, y no
estamos hablando de Las Vegas, donde al menos parte de lo que gastas en los
casinos te puede “ayudar” a ser
millonario, sino de Donosti (donde hasta los pobres tienen el máximo de glamour
de España, pero no dejan de mendigar), que sin dinero solo puedes pasear y sacarle brillo a ese famoso “marco
incomparable”; y solo llueve, llueve y llueve.
Y de pronto, en lugar de que el destino te ayude a
intentar a encontrar una salida para escapar del trágico bucle, te enteras en
las noticias de la última: Intento de robo en la casa de José Luis
Moreno (si es verdad, a la segunda ya puede ser tradición). Y cuando vas a salir corriendo para mirar en ese calendario que
tienes en la cocina, recuerdas que en tu escritorio, en el del ordenador,
tienes otro calendario, y compruebas, sí, estoy a 9 de Marzo, del 2016.
No sé si he salido del bucle, pero el pobre Moreno debería
ir pensando en convertir su casa en un enorme plató, y como no hay dos sin
tres, convertir su vida en un inmenso reality, porque tarde o temprano los
seguros seguidores tendrán emociones fuertes garantizadas con un atraco que
seguro hará las delicias del más perturbado. Y mientras, podrá llenar “su”
programación con visitas de conocidos en una especie de variante de “En tu casa
o en la mía” pero “En la flipante y peligrosa mansión del Moreno”.
Y, mientras, entre bucle y bucle, al menos ya puedo pensar
en algo más que en hacer cuentas para
lograr, o no, un gobierno para este país, que vaya usted a saber, si al final funciona mejor sin gobierno.
…¿Por qué esas inmensas ganas de robar en
casa de José Luis Moreno? Porque ya van dos.
Y entre las
diversas respuestas que aparecen en mi depresiva mente, una inquietante:
Una
especie de estudios en la sombra, pagando naturalmente, y dados por los peores
(o mejores, porque uno nunca sabe cómo verlo) delincuentes, y siempre, siempre, por internet, en el que te
vas graduando en delitos, a medida que vas pasando pantallas y ganando en
experiencias de delinquir. Y para graduarte en el “lumpen”, la última prueba,…¿y
sabes en casa de qué famoso tienes que intentar robar?
Por cierto, voy a prepararme una poción de hierbas para
haber si me calmo, y rompo con el maldito bucle. Y mientras, por favor, que
nadie me hable ni de cuentas, ni de escaños, ni de política, ni de lluvia y… al
Señor José Luis Moreno, todas mis simpatías, y toda la suerte del mundo, que seguro que sabrá encauzarla, crematísticamente al menos.
*FOTO: DE LA RED