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miércoles, 1 de noviembre de 2017

UNA MANCHA DE MORA EN BRUSELAS


Esta mañana entraba con mi vecina del tercero, la Señora Susana, al portal, cuando me ha comentado que al Señor Puigdemont las malas lenguas ya comienzan a llamarle el Conejito de Duracell por aquello de que dura, y dura, y dura.

Como ella me lo ha comentado seria, pero como se dice en mi pueblo “con cara de chunga”, le he contestado seriamente también, que creo que es como en aquel chiste en el que el médico le dice a su paciente que tiene cáncer y que, desgraciadamente, se va a morir. Y a la pregunta del paciente si le recomienda dejar de fumar, el galeno le contesta que sí, que se morirá también, pero que se le va a hacer más largo.

Y es que una de dos, o nos lo tomamos en broma o nos fustigamos, y precisamente tampoco es  Semana Santa para hacer con ello un espectáculo religioso y que nos canten mientras una saeta.

Al final, igual, por aquello del espectáculo, quizás hasta las autoridades de la Lotería Nacional se les enciende la bombilla y deciden que el Sorteo de Navidad, por una vez, y sin que sirva de precedente se va a celebrar en Bruselas, por aquello de que la mancha de mora con mora se quita, y que si ya se ha armado un espectáculo, lamentable en este caso, con marca España, aunque originado por un catalán que solo quiere ser de Cataluña, deberíamos de mostrarles, dentro de unas semanas, y casi coincidiendo con los comicios catalanes, el espectáculo con el que en España se da comienzo a la Navidad.

Por cierto, hoy las noticias de los informativos ya han confirmado que el disfraz más demandado este Halloween ha sido el de Puigdemont. Ahora precisamente, ese dinero les hubiera venido muy bien al expresidente catalán y a los 13 exconsellers del Govern para la fianza de 6.207.450 euros que les pide la jueza Carmen Lamela, en un plazo de tres días. Se supone que el Señor Artur Mas ya les habrá dicho que él lo único que les puede dar es buenos consejos, porque ya bastante tiene con recolectar lo suyo, y que va primero para que "su pueblo" le ayude.

Más de uno ahora se estará quejando de que su famosa hoja de ruta solo contemplaba el camino, por decirlo de alguna manera, de ida, y para el de vuelta, que al parecer han emprendido ahora, no saben, no contestan.

Ya para terminar, estoy deseando comprobar si en los próximos anuncios navideños, que ya tienen que estar al caer, se le ve a Carles Puigdemont bajo el slogan de “vuelve a casa por Navidad”. Si es así, ni tan mal, porque como muy tarde le tendríamos para el día 24 de Diciembre. Y para más de uno, de uno y otro lado, sería una Noche, más que Buena, buenísima.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 17 de marzo de 2017

AÍDA NÍZAR, SEÑORA O SEÑORITA



Antes de nada, y dirigiéndome directamente a todos mis seguidores más fervientes, decirles que de lo que hoy voy a hablar, en realidad no me apetece nada, especialmente por ser quien es. Sin embargo este vecino del mundo va a hacer un esfuerzo porque dejar que, en este caso, una “individua”, campe a sus anchas, sin remarcar lo que hace, por cansino, o porque ya, desde hace mucho tiempo, forma parte de nuestro panorama televisivo, es darle una especie de patente de corso que no se lo merece.

Hablo de Aída Nízar, , esa, primero, concursante de un Gran Hermano, en su época de “experimento sociológico” que nos apareció con ínfulas de tele-predicadora, procedente lejanamente, según ella se encargó de que rodara el bulo, de las huestes de un importante partido político de nuestro país. 

Aunque no resistió la primera nominación, nunca lo hace, y se tuvo que ir por dónde vino, la Señorita Nízar se dio cuenta del nicho que había en una televisión con tendencia al espectáculo, aunque sea lamentable, y en la que no importa la verdad, sino gritar más que nadie, y ser diferente aunque sea impresentable. Y poco a poco, se fue introduciendo en el “Canal Alegre”, pero, ¡ojo!, no sólo ella, sino su familia, a modo de un "spin off" muy singular.

Lo triste, y nunca mejor dicho, es que aquellos tibios lodos, trajeron estos barros, y la Aída Nízar a la que se llama este año, y anteriormente en Supervivientes, es ya una marca usada cuando un programa está más dormido que las cuatro de la tarde en época veraniega.

La Señora o Señorita Nízar, por aquello de no querer de ningún modo ofenderla, es una especie de eco papal, hablando siempre en tercera persona, que no necesita megafonía ni nadie que le ceda la palabra, porque a la primera que puede, la secuestra.

Este vecino recuerda que tan solo hace una o dos semanas, el hermano de otra de las concursantes, se quejaba amargamente al presentador del evento, Jordi González, de que “no todo vale”. Y ante la extrañeza de muchos, entre los que me incluyo, le respondió, en mi opinión echándole mucha cara, que qué puede hacer él.

Entre otras cosas, y en nombre del programa, no haberle metido por la retaguardia, o como se diría en mi pueblo, “por cojones” una segunda vez bajo la manga ancha llamada “repesca”, con una clarísima licencia para matar, haciendo caso omiso,  por parte de la cadena, de la cantidad de dinero que muchos se gastaron, para intentar olvidarla.

Aída Nízar, Señora o Señorita, delicatessen o fast food, es la prueba andante de que muchas mentiras repetidas muy alto y frecuentemente, cunden a cierto sector que sigue rellenando el paisaje y el contenido de otros programas de la citada factoría disfrazada de canal televisivo.

Lo de estos días, y los seguidores del programa lo tienen que admitir “al pie de la letra", se ha convertido, y no se puede decir de otra manera, en una auténtica MIERDA (defecando en el suelo de los servicios). 

Es el ejemplo fácil de un dinero, no diría que ganado fácilmente ya que la “show-woman” (siendo  muy caritativo con ella) no para en ningún momento en que la cámara no solo le apunta, sino que le perfora hasta sacar un primer plano de sus entrañas y de su mala baba.

El problema viene cuando se apagan las luces del espectáculo, siempre lamentable, aunque suba el share en prime time, y se plantee tanto ella, Aída Nízar, Señora o Señorita, reo o verdugo, como la opinión en general, dónde “aparcarla”, esperemos, aunque no será así, para siempre. Ese famosa pregunta que en un momento dado todos nos hacemos: ¿Qué hacer con mi vida?

Este vecino del mundo no dudaría en dejarla, a Aída persona/personaje, en un cementerio nuclear, por aquello de su toxicidad infinita, pero seguro que tras otro tiempo en que descansen sus armas del insulto fácil y a cualquier precio, la misma Cadena Alegre, seguirá llamándola como faena de aliño en cualquiera de sus programas antes de retirarlo y dar con ello la razón a toda la gente crítica, cada vez más, con un medio, que para entretener, hace mucho tiempo que cogió el camino más zafio posible.


Personalmente este vecino del mundo, y siguiendo las últimas fechorías del personaje, ha cogido una foto de ella, y tras fracturarla en mil pedazos, los ha sumergido, y hecho desaparecer bajo una catarata de agua fresca. Ya sólo queda el eco de una bomba…

*FOTO: DE LA RED

domingo, 6 de julio de 2014

DRALION, TODO UN MUNDO EN PARALELO



Todavía este vecino está imbuido por ese espíritu de Dralion, del Cirque du  Soleil que ha tenido la suerte de saborear en su periplo por Donosti, Y es que Dralión no es un espectáculo más, porque es poesía en imágenes. No, no es el concepto del viejo circo, aunque este vecino del mundo ame al viejo circo, esa imagen de antiguos saltimbanquis de pueblo en pueblo. Dralion, gracias al esfuerzo de su compañía, es perfume de circo en envase de lujo, donde lo importante no es las grandes estrellas, es más en ningún momento  se nombra a ninguna de ellas. Son figuras anónimas encarnando a seres de otra dimensión, la de los sueños, en la que todo es posible, y que una vez acabado dudas si es verdad lo que todavía recuerdas. Y a los diez minutos te puedes cruzar con el artista despojado de su piel de leyenda e ignorar el ser que se esconde en esa apariencia ahora de lo más normal.
Es un espectáculo perfecto, en el que puestos a dar ideas se podía pedir una especie de voz en off guiándote por el mundo de  Dralion, pero quizás es lo que quieren, que te sientas como en un laberinto arrebatado por la propuesta y nunca sepas  dónde te vas a encontrar en los cinco próximos minutos.
Es un espectáculo con varias lecturas, la del puro espectáculo, la de un pensamiento avanzado, la mirada de un niño asombrado,  y todas rondando la perfección, porque el siguiente número te puede aparecer de cualquier lado, de arriba, de abajo, incluso desde el lado del espectador, porque no conoces a tu vecino, y quizás el más próximo a ti, no es lo que parece...
No se busca ni el mayor número de piruetas, ni la mayor altura, pero sí que lo que se desarrolle en la pista enganche más allá de la perfección, porque de esos acróbatas que prácticamente levitan enfundados en unos pañuelos muy largos, no sientes que se están jugando la vida, porque lo hacen tremendamente fácil, y te dejas llevar por esos vuelos en pareja que huelen a amor, a cortejo, y estás seguro de que eso ha ocurrido por primera y última vez.
Esa "troupe" que se lanza desde una pared con plena confianza en una cama elástica y te hace sentir que el truco no está en la cama, sino que en realidad las paredes actúan como un imán y le imposibilitan una larga estancia en esa cama, y como un resorte se siente impelido contra aquella pared, que sin moverse parece tomar protagonismo.
Es la primera vez que este vecino ha visto que después de finalizar el espectáculo, y que los artistas se hayan despedido, nadie se movía de su asiento pasados unos diez segundos. Quizás es el mejor testimonio que se pueda dar a un artista, prendado de su arte, incapaz de moverte.
A mí, La Nuri, mi sufrida me ha preguntado nada más terminar el espectáculo y  verme meditabundo:-¿En qué piensas?
Solo he acertado a decir:- ¿En qué he gastado el tiempo de mi vida, para que no me cundiera como a ellos?- mientras hacía un gesto señalando con la cabeza a la pista, ahora vacía.
Me ha parecido ver un destello de amor en sus ojos, pero como el mismo espectáculo ya no sé si ha existido, o lo he soñado.

*FOTO: DE LA RED