lunes, 5 de marzo de 2012

DE POBREZA Y FELICIDAD

Ésto de la aldea global está muy bien, porque une más a todos.
Mediante los nuevos medios de comunicación, entiéndase internet, correo eléctronico... eso de las clases sociales queda un poco al margen, pero poco, ya que algunos mandaran mensajes a cincuenta megas de velocidad, y otros a uno, con lo cual el que tiene más dinero te podrá contestar, o incluso insultar, más rápido.
Siempre será bueno, no obstante, tener la posibilidad de poder contactar con personas que para ti son una fuente de inspiración, por ejemplo, poder decir al presidente del gobierno de turno la opinión que tienes sobre él e incluso sobre sus ancestros. En realidad seguro que no será él quien lo lea, pero algún vicesecretario de algo seguro que, por al menos un momento tiene una mala digestión; porque para digerir todo lo que se le puede decir, hay que tener estómago.
Ahora se tiene la posibilidad de tener la entrada, virtual al menos, a todo tipo de museos, y de fuentes del saber, el problema es el de siempre, el saber que existen para poder contactar. Es lo mismo que cuando se dice que en los países más pobres la gente es más feliz, con lo cual se puede llegar a la conclusión de que la pobreza da la felicidad. Lo que ocurre es que no se pueden enfadar por todo lo que se pierden, porque ignoran en la gran mayoría que éso existe.
Me gustaría saber la opinión sobre todo lo anterior de gente como el Señor Botín, porque en ese caso, si la pobreza da la felicidad, él debería ser tremendamente infeliz, y al menos no lo parece en sus apariciones públicas, con esa sonrisa de oreja a oreja, y esos carrillos que han debido de devorar todo tipo de chuletones.
También me hace sospechar que eso de la pobreza y la felicidad no deben de estar unidos, el hecho de que la patronal, por ejemplo, esté exigiendo unas normas que van conduciendo cada vez más a la pobreza de sus “súbditos”, y no creo que con ello persigan la auténtica felicidad para
todos.
Sólo habrá que esperar, que el día que la palmemos, y si es que hay otra vida, San Pedro esté en la puerta, porque si en la entrada hay un teléfono para avisar de nuestra llegada, habrá una ranura para meter el dinero exacto, y seguro que los pobres al despertar, después de esa luz intensa que se presupone da paso a la vida eterna, no tendrán calderilla en el bolsillo, porque no tendrán ni bolsillo.

*FOTO: DE LA RED

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