jueves, 1 de marzo de 2012

MI VIDA COMO DUSTIN HOFFMAN

A medida que te vas haciendo mayor, te vas dando cuenta de una manera más realista, del paso del tiempo.
Recuerdo que cuando era niño, tu única manera de darte cuenta del paso del tiempo era tu calendario escolar. Ibas pasando cursos y junto con ellos pasaban los días festivos. Terminaba el curso, normalmente junto con la celebración de las hogueras de San Juan, y sabías que era verano. Tras un largo periodo de partidos de futbol con la cuadrilla y de visitas a la playa de Deba comenzaba un nuevo curso,
Después pasabas, en mi caso, del colegio al instituto, y eso significaba que, en cierta manera ya no eras un niño, aunque en tu casa te siguieran tratando como tal.
Uno de mis tios, el artista de la familia, tenía una cámara super 8, el equivalente de lo que hoy sería una videocámara, y nos puso una película rodada durante una comida familiar, en la que aparecíamos toda la familia, en su concepto italiano, con todos los tíos, hijos, primos...¡en fin!, una escena de El Padrino, pero en una versión hecha por un remedo de Alfredo Landa, y en aquel momento hice un gran descubrimiento en mi vida, una cosa era la idea que yo tenía de mí, mediante el sonido que yo captaba de mi voz, de verme en el espejo, y de las fotos; y otra la imagen pura y dura de lo que la gente realmente veía. No es que sea ni el hombre elefante, ni álien, a los que por entonces no me podía comparar, pues todavía faltarían unos diez años para que se rodaran sendas películas, pero teniendo en cuenta que era el protagonista de mi película, en realidad no era como me imaginaba.
Entonces me empezaron a gustar actores como Dustin Hoffman, que había estado rodando Papillon en Fuenterrabía, que no siendo perfectos, al final de la película se quedaban con la chica aunque mientras duraba el metraje sufrieran no mucho, sino muchísimo.
También durante mi adolescencia, tuve que aprender que nunca vas a satisfacer a todo el mundo, por lo que lo importante es hacer lo que tu crees que verdaderamente tienes que hacer, aunque la gente de tu alrededor no te comprenda.
Y un día, alguien me preguntó la hora, y lo hizo llamándome de usted, y entonces hubo un antes y un después.

*FOTO: DE LA RED

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