domingo, 16 de marzo de 2014

CARTA A UNA DESCONOCIDA

Querida desconocida:
Habíamos quedado esta mañana, o al menos eso creía. Te he esperado, varias horas, primero con nerviosismo, luego con esperanza, y por último con pesimismo.
Muchas veces has aparecido cuando me encontraba triste, o simplemente no me encontraba. Otras veces recordando mi niñez o juventud, te has encargado de que ahondara en escenas casi olvidadas, en días desenfocados por el paso del tiempo. Hoy, sin embargo, te has negado a venir.
Siempre me has dicho que para que aparezcas tengo que trabajar intensamente, y como gran conocedora del ser humano, quizás  has llegado a la conclusión de que hoy hacía que trabajaba, en lugar de trabajar, y por eso no me has creído merecedor de tu presencia.
Algunas veces, cuando era joven, te taché de cruel y de gustarte poner el dedo en la llaga en momentos en los que la herida del amor no dejaba de supurar. Encendías mi luz cuando solo quería estar a oscuras y que las luces del alba trajeran un mundo nuevo o al menos diferente.
Aunque siempre has intentado llenar de belleza, o al menos de curiosidad, los momentos de caos, hay situaciones en que me desorientas o me sorprendes.
Habíamos quedado esta mañana, o al menos eso creía, y ahora sí me siento realmente solo, tanto como un día sin mañana, una novia sin velo, o una pérdida sin por qué.
Con sólo sentirte haces que ordene el álbum de mis recuerdos, que mire sin miedo el recorrido de mis sentimientos, el sentido de mi vida, las promesas cumplidas e incluso las que murieron antes de ser prometidas.
Espero que tu ausencia no sea definitiva, que sea un malentendido en un mundo sin sentido. Por eso te escribo, querida musa, para que sepas que seguiré visitando los mismos lugares y vistiéndome de sentimientos y recuerdos, nuevos y viejos, mientras  espero a que vuelvas, para que solo seas tú quien me desnude.
No te conozco, pero no puedo olvidarte.
Tuyo siempre, pero eso, ya lo sabías.

*DIBUJO: DE LA RED

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