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jueves, 22 de septiembre de 2016

UN LARGO VIAJE DE CONDENA




¿Qué mensaje se quiere dar cuando se dice “acabo de hacer un largo viaje”?


En mi caso, no he recorrido Estados Unidos de Norte a Sur mezclándome con los nativos, o hijos de guiris en su momento, pero me he echado a mis espaldas un viaje desde el Levante español hasta Donosti en autobús, y solo por la duración, doce horas en teoría, once y media en la práctica, sí merece la pena ese calificativo.


Algunas veces, hoy ha sido una de ellas, hasta se te pueden olvidar tus vacaciones por todo lo que te puede pasar, en teoría nada, en un viaje tan largo.


En primer lugar, se rogaría, como en todas las actuaciones de nuestra vida, respeto, por nuestra parte y por la de todos, al comenzar un viaje tan largo. Pero hay algunos, más de los que podría parecer, que en unos pocos minutos ya han convertido un pequeño recoveco, el suyo, y si pueden el tuyo, en su casa, mediante todo tipo de comportamientos, gestos, e incluso, desgraciadamente, olores.


Hoy me ha tocado, he padecido, a una pasajera, que iba delante mío, que tenía de todo.


¿Que no te gusta que la gente se descalce? No sé si ella ha entrado con zapatos, me imagino que sí, pero en todo momento ha compartido con los demás, como si de una O.N.G. de donantes de epidermis se tratara, sus callosidades, nada envidiables por cierto. Hasta extremos, que por momentos, parecía  el ensayo de alguna pieza de ballet moderno, levantando la pierna hasta casi la zona donde están las salidas del aire acondicionado, lo que viene siendo la balda donde se dejan bolsas y chaquetas para tenerlas a mano cuando hay una parada.


A eso hay que unir, su potente voz, y excelente dicción, en casi todo momento, y la gran cantidad de amigos y conocidos que tenía, tiene, la condenada. Aunque en este caso , el condenado me temo que ha sido este vecino del mundo. 


¡Qué capacidad para relatar todo lo que ha hecho en esos días que, al  parecer, ha estado en Torrevieja, a cada uno de sus amigos y conocidos!


Estaba claro que no mentía, porque ha repetido las mismas cantinelas una decena de veces, por lo que en cualquier momento, me he temido, que todos, a modo de coro de gran tragedia griega, la hubiéramos acompañado en la descripción a un nuevo amigo.


Este vecino del mundo ya había entrado en el autobús cargado de grandes dosis de paciencia ante el largo viaje, y el posible comportamiento, siempre previsible, de alguno de los pasajeros, pero ha estado a punto de tener que requerir más dosis de paciencia, porque casi no llegan para cubrir todo el viaje.


Luego, y siguiendo con la misma pasajera, ya podemos pasar a esa faceta intimista, de ella para conmigo, ya que gentilmente en un momento dado, cuando ha considerado pertinente que de estar en “su” casa, pasábamos a una intimidad compartida, se ha volcado sin el menor reparo ni miramiento hasta los centímetros anteriores, dos o tres, de mis partes más intimas. Pero ha sido tal su casi total reclinación, que aunque ella mantenía una conversación y se supone que mentalmente se encontraba muy lejos de allí, de repente su ángulo de visión, y el mío como consecuencia, presentaba lo que en idioma cinematográfico se describiría como un primerísimo primer plano de mi cara, en su caso, y de la suya, en el mío.


Si aquello hubiera sido una película de Alfred Hitchcock, hubiera sonado sin duda una banda sonora repleta de violines y azúcar, compuesta por Miklós Rózsa, pero en seguida, sin tiempo de intimar,  se ha dado cuenta de la situación, o de mi cara, y un muy bajito y rápido “lo siento” ha dado origen a un retroceso de su butaca, pero sólo de unos dos centímetros, lo suficiente para que ella no viera la epidermis que cubre mi cabeza. Ha quedado más que claro, que para ella "no ver a nadie más" significaba que ya no molestaba. Aunque lo que me temo es que durante unos pocos segundos, mi cara, simplemente, le había alejado de la compañía de su interlocutor.


A modo de resumen, y como hubiera dicho otro gran viajero, James Bond: Ha sido un viaje agitado, no mezclado. ¡Gracias a Dios! Y por muy poco...

*FOTO: DE LA RED

sábado, 30 de abril de 2016

SUSANA, MACGUFFIN, Y EL ESCUDO (NO ES UN CUENTO, AUNQUE ALGUIEN TIENE Y MUCHO)


Uno de los males causados por unos nuevos comicios en el horizonte es que los partidos comienzan a agitarse otra vez para colocar mejor o peor a algunos de sus candidatos, que sin ser las estrellas del cartel, pueden ir mejor o peor colocados. Consecuentemente, alguno de los grandes mamíferos que estaban en hibernación, se han despertado otra vez para dar y repartir juego, o al menos intentarlo, mientras "molestan" al resto de los mortales.


Este vecino, vaya por delante, ni está libre de pecado ni es una hermanita de la caridad. Tiene sus filias y sus fobias. Y en una de esas fobias está, y en un puesto bien ganado, Susana Díaz.


La líder socialista es como esa tía que viene a casa dando noticias de que su sobrino, el que menos caso le hace porque pasa de ella, se ha debido de portar mal en tal o cual sitio "que lo sé de muy buena tinta porque me lo ha dicho un pajarito."


Por decirlo de una manera más o menos culta y nada soez, si a la Señora Díaz la hubiera conocido Alfred Hitchcock, sin duda la comparado con uno de sus famosos “MacGuffin”. 


A este vecino del mundo el término MacGuffin  le suena sinceramente como si fuera una magdalena o algún dulce pastelero para el desayuno, sin embargo un MacGuffin (se puede escribir de diversas maneras) es un elemento de suspense que hace que los personajes avancen en la trama, pero que no tiene mayor relevancia en sí.


Un amigo de juventud de este vecino del mundo, el Sebas, sin embargo, hubiera definido a la Señora Díaz como una mosca c……. pero en los tiempos en los que todavía vivía el Sebas, ni se imponía lo políticamente correcto ni las drogas tenían un cartel tan realista y negativo, y así le fue como le fue…



Ahora a Susana Díaz le ha dado por desempolvar a Eduardo Madina, que dicho sea de paso tiene todas las simpatías de este vecino, entre otras cosas por ser vasco como él,  y por haber sufrido un atentado; pero algunas veces los apoyos, como el de la Señora Díaz, te pueden hacer un flaco favor. 


Sinceramente, este vecino del mundo no cree que es el momento del Señor Madina, porque entre otras cosas si lo fuera, el suyo o el de cualquier otro candidato, es muy posible que la Señora Díaz hubiera dicho eso de “a mí también me apetece, y me lo pido”. 


Normalmente, en los malos momentos, la gente utiliza un escudo para salvar su piel, especialmente contra el dragón Sánchez,  porque si resulta mellado, el escudo, se desecha, y a otra cosa mariposa. Y este momento, no es malo, sino malísimo. 


*FOTO: DE LA RED

miércoles, 20 de agosto de 2014

PREGUNTAS INCÓMODAS

A este vecino del mundo siempre le han gustado las películas lindando con el terror, pero no ese terror de seres carniceros, o escenas de casquería tosca, sino ese “fino” terror que puede producirse  a partir de una escena cotidiana.
Durante mucho tiempo, este vecino se obsesionó con las cabinas telefónicas, tras ver esa pequeña obra maestra televisiva que fue y es “La cabina”, de Antonio Mercero, sobre un guion, entre otros, de un todavía desconocido Garci. Por eso, para este vecino el teléfono móvil ha sido un gran descubrimiento al poder evitar perpetuamente las cabinas y el recuerdo de aquellas, las de la peli, cabinas malditas.
Pero la gran película de un terror cotidiano es “Los pájaros”, con esa premisa de qué pasaría  si un buen día a las aves les diera por atacarnos. Un pequeño cambio en el transcurrir del día a día puede crearnos una verdadera pesadilla.
Seguro que más de uno ya os estaréis preguntando: ¿Este vecino, hoy, por dónde quiere ir?
Tan sencillo como que durante estas vacaciones, el vecino ha pasado grandes momentos paseando por los bellos paisajes torrevejenses, y todos ellos han tenido algo en común: una gran cantidad de gatos asilvestrados, o muchos de ellos ya nacidos directamente lejos de la tutela de cualquier vecino de esta comunidad. Gatos, por otra parte, que además están ya acostumbrados a la figura humana, y prácticamente ni se apartan cuando pasas, dándote la sensación de que si lo haces, es porque ellos te dejan, con lo cual este vecino no ha tenido más remedio que recordar algunas escenas de la célebre película de Alfred Hitchcock, y el sudor que te entra no sabes si es cien por cien motivado por el calor y la humedad imperante,  o por un cierto “canguelo” que va imprimiendo tu piel.
Tal vez el primer paso para ese terror solapado comience con la gestación de, quizás, una pregunta inadecuada, y que a partir de ella, posiblemente, te haga ver las cosas de otra manera.
Por eso este vecino del mundo quiere jugar con vosotros, y como hace tan solo un momento, sobre las seis y media, y al no poder seguir durmiendo, ha salido a la calle para dar un paseo, y contemplar la conquista de la playa de los primeros conquistadores veraniegos del día, os quiere hacer una pregunta inconveniente: ¿Estas personas capaces de levantarse por un metro de terreno a horas intempestivas son verdaderamente fiables, o son capaces de cualquier cosa por conseguir su objetivo?¿Estamos seguros estando esas personas entre nosotros?
Como mi deber como “blogger” es anticiparme a lo que pueda pensar mi potencial lector, este vecino está seguro de que puede recibir también la siguiente pregunta/respuesta por parte de algún lector ¿Es fiable una persona, en clara referencia a este vecino del mundo, que se levanta muy temprano, sin tener en cuenta el por qué, para ver a otras el tomar la playa a primera hora de la mañana?
Con el fin de ahorraros posibles debates, este vecino y sin dudarlo un solo momento ya desde ahora os contesta que no, no es de fiar, ni ahora ni nunca.
Sin embargo, a partir de ahora seguro que veréis esa realidad, la de los conquistadores de playas ya conquistadas, de otra manera. Y es que el germen de las historias terroríficas está en nosotros mismos.

*FOTO: PLAYA DE LOS LOCOS, TORREVIEJA, 6:45 A.M., 20.08.14.
              F.E.PEREZ RUIZ-POVEDA