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domingo, 29 de octubre de 2017

DÍAS DE NO RETORNO...


No podía dejar escapar este mismo momento para atraparlo en este blog. 

Son las tres de la mañana en esta madrugada en la que ya se ha realizado el segundo cambio horario del año. Me acabo de despertar, y me he sorprendido sentado/tumbado en un sillón mecedora en la sala, con el televisor sintonizado todavía en la Sexta, aunque ya no están hablando de política como debían de estar haciéndolo cuando Morfeo me ha convencido otra noche más.

Ahora hay un señor en pajarita junto a una mesa de casino, con ruleta, que está jugando con los espectadores del programa. Por la perspectiva tomada parece que estoy sentado con mi sillón/mecedora encima de la mesa. Y por esa sensación narcótica que pueda tener un espontáneo despertar en una estancia no esperada, la situación, de tan absurda, me hace sentir estar presente ante un gran retrato de la situación que estamos viviendo estos días muchos españoles, la gran mayoría.  Que sentimos que se está jugando con España, en unos momentos que de tan trascendentes pareciera que no estamos preparados para vivirlos. De tensión a lo Hitchcok, pero siempre con connotaciones realistas a lo Berlanga.

Días, en lo personal, muy tristes por todo lo que está pasando. El mismo día en el que el todavía President nos estuvo desojando la margarita de elecciones sí o no, este vecino del mundo se despertó con el recuerdo de algo que había descubierto hace unos días, aunque ya han pasado unos años desde que ocurrió, en el que toda una figura representativa, Josep Carreras, de nuestra España por todo el mundo, así lo consideraba hasta entonces este vecino del mundo, es sorprendido por unas cámaras del Canal Gol (https://www.youtube.com/watch?v=HRDFXOS6r7U) a la salida de un partido del Barça, y al pasar por detrás del presentador que no le ha visto, porque está esperando, micrófono en mano, a que le den paso desde el estudio central, grita claramente lo que lleva dentro, a modo de olla a presión, "Visca Catalunya lliure".

Cada uno puede opinar y sentir lo que quiera, por supuestísimo, pero por ese mismo motivo, este vecino del mundo se pudo sentir un tanto decepcionado. Porque mientras uno, Josep Carreras, siente lo que siente (y digo una vez más, está en su derecho, faltaría), el otro, este vecino, lo consideraba como uno de nuestros representantes, en grado máximo, por todo el mundo, de nuestra España culturalmente moderna. Y ante la escena ahora descubierta, está claro que él no quisiera esa consideración.

Estos días, al margen de esta nueva República, que se supone que será “interruptus”, están siendo muy complicados, tanto que no podía ni escribir unos sentimientos tan confundidos. Porque lo mismo que ahora hemos tenido que cambiar la hora, muchos en estos días hemos tenido que modificar nuestros planteamientos, al ser plenamente conscientes de ese odio que parece que entre unos cuantos están inoculando a mucha gente. 

Esos estudiantes, por ejemplo, llenos de buenas intenciones, y que durante una larga mañana sirvieron para que Puigdemont, mientras desojaba la margarita de la historia, sintiera esa presión que dicen que no existe para los que no piensan de la misma manera.

Personalmente creo, que todo lo que está ocurriendo, es un claro ejemplo de que unas cuantas mentiras repetidas muchas veces, se están convirtiendo en realidad. Si no me es imposible entender, porque uno ya tiene unos cuantos años, escenas que todos estamos viviendo. Y una que me ha llegado al alma de mi almario, es que se pueda llamar fascista a todo un representante ya histórico, como es Joan Manuel Serrat. Ese, que en los setenta se tuvo que exiliar, aunque no fuera por mucho tiempo, precisamente por no querer callarse, ni entonces, ni ahora.

Lo dicho, son días muy tristes, al menos para este vecino del mundo, y además está seguro que hay un punto de no retorno, y aunque se puedan encalar nuevamente, con colores brillantes, nuestras vidas interrumpidas, muchos recordaremos por siempre, que detrás hay una especie de humus que en cualquier momento volverá a salir, y puede que con más fuerza.

Son las cuatro y media de la madrugada, y no sé si ir a la cama, porque hay momentos en que uno sabe que el descanso no está allí. 

*FOTO: DE LA RED


miércoles, 15 de marzo de 2017

ASESINATOS CON MUCHA CASPA (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)


Hay momentos en que este vecino del mundo está seguro de que es mejor perderse, que echarse a perder, y  por eso acaba de regresar de un viaje a su memoria.

¿El motivo? Con la premisa anterior, está más que contestado. Porque en estos momentos le es más “estimulante” mirar al pasado, a este vecino del mundo (y perdónenme la salida de pata de banco, pero si no lo digo, reviento), que dar arcadas mirando a un deprimente presente.

¿El vehículo? La película de 1981 que creo que en España se tradujo por “Impacto” (este vecino del mundo estuvo en Londres en aquella época, y no ha podido confirmar ese título porque ha encontrado otras traducciones, que se pudieron dar en países sudamericanos). El título en inglés es “Blow out” (no confundir con la película de culto, “Blow up”, de Antonioni”) de Brian De Palma.

Entrar en esa película, incluso entonces, ya era un ejercicio de lidiar con lo “kitsch”. Aunque una de las traducciones de esa palabra, kitsch, es “cursi”, ahora gusta mucho más traducirla por “casposa”.

Decir antes de nada, que aunque Brian De Palma, trataba esa época como era, en el fondo le daba una vuelta de tuerca para que fuera más casposa que el momento que representaba, especialmente con los colores tanto de la emulsión del material que utilizaba, como con todo lo que asomaba por la pantalla, para, y esto es opinión totalmente particular de este vecino del mundo, adentrarse más en una especie de película de Serie B, pero con un gran presupuesto.

El protagonista, de Impacto, es un ingeniero de sonido (John Travolta) que trabaja en películas de terror baratas, como mínimo de serie “B” o inferior si existiera. Una noche grabando efectos sonoros para futuras películas, es testigo de cómo un coche ocupado por una pareja, cae desde un puente a un río. A pesar de sus esfuerzos, incluso poniendo en peligro su propia vida, sólo consigue salvar a la chica. Cuando se entera de que el fallecido era un candidato a la Presidencia de Estados Unidos, y comienza a recibir presiones para que “olvide” todo,  recuerda haber escuchado un disparo previo al accidente y empieza a sospechar que hay algo más…

Con un John Travolta intentando demostrar que era  mucho más que el macarra de “Fiebre del sábado noche” y de “Grease”, está también la musa y esposa de entonces del Señor De Palma, Nancy Allen, antes de que ésta tuviera como partenaire a RoboCop.

Ambos, tanto Travolta como Allen, son el mejor compendio de aquella época en el cine, personajes vulgares, pero llevados y tragados por unas circunstancias que no admitían héroes, sino supervivientes en el mejor de los casos. 

Una mención aparte merece, John Lithgow, el malo malísimo de la película, y ejemplo viviente de que hay actos que no pueden ser descritos en palabras, sino en hechos.

Muchos dicen de Brian de Palma que es digno sucesor de Hitchcock. Personalmente este vecino del mundo cree que al Señor de Palma todo eso siempre le ha traído al pairo. En realidad al director nacido en  Newark, Nueva Jersey, siempre le ha gustado mirarse en un espejo y plagiarse miles de veces, con esas escenas a cámara lenta, que la mayoría de las veces, están por encima del recurso dramático, y son algo más que un guiño, para recordar quién está detrás de la cámara. Películas, muchas de ellas, cada vez con más caspa y al mismo tiempo con un sentido de la añoranza, ya desde el momento de ser filmadas, rompedora.

En esta película, como en muchas de  De Palma su “compositor de cabecera” es Pino Donaggio, con una banda sonora que nunca quiere estar en un segundo término, y que tiene mucho de cine de barrio, con ecos de grandes lugares pero reproducidos en lugares que le vienen muy pequeños.

Para  las nuevas generaciones, este vecino del mundo recomendaría si quieren  conocer al verdadero De Palma, encerrarse en un cuarto y ver de un tirón tres de sus mejores películas de aquella época, y que son una auténtica enseñanza de lo que es su cine: Carrie, Vestida para matar, e Impacto. Se recomienda entrar en la sala, aunque sea la de su casa, habiendo hecho la digestión, para evitar daños mayores.

Antes de terminar, conviene recordar que el rodaje de “Impacto” costó mucho más de lo esperado, ya que tras rodar las escenas más caras, por la cantidad de extras que se necesitaron llenando varias calles durante, se supone, el desfile de un 4 de Julio, todo lo rodado y que se encontraba en un vehículo de producción, fue robado, y se tuvo que rodar otra vez.

Tras ver nuevamente la película, este vecino está convencido de que en la versión que queda, se estiró al máximo a los extras vueltos a contratar, para llenar unas escenas, que en el primer rodaje seguro que fueron mucho más floridas.


A pesar de la caspa, muchas de las historias del Señor De Palma, e Impacto es una de ellas, tienen mucho cariño encerrado, especialmente para los perdedores, que aunque parezcan vencedores en esa historia, la vida nunca les tratará también como se merecen… Y eso, es algo que nos suena a la mayoría.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 7 de septiembre de 2012

BRIAN DE PALMA A LA DONOSTIARRA



Uno de estos días en que uno está más solo que la una y que no te queda más remedio que hablar contigo mismo, me preguntaba, que partiendo de que mi vida fuera una película, quién me gustaría que la dirigiera.


Tras pensar un buen rato y teniendo presente que ya muchos días nuestra vida parece muy similar a las aventuras de un Berlanga desenfrenado, mis pensamientos y gustos se encaminaron en primer lugar hacia Hitchcock, amo del suspense, pero para regir mi vida quizás demasiado academicista y clásico, por lo que entonces apareció en mi mente Brian de Palma, con unas historias a lo Hitchcock pero pasadas por un tamiz vicioso y anfetamínico, con una saturación de colores rayando en el colocón.


Pasear por las salas de un Museo de San Telmo persiguiendo a una ninfómana desconocida, con la cara y cuerpo de Angie Dickinson, mientras un asesino se viste para matar, ya no se hace tan raro después del caso de la concejala de la provincia de Toledo, cuyas escenas íntimas han sido desveladas por internet por el malo de su película.


Tener, en la Avenida de Isabel II, una vecina que trabaja como doble de cuerpo, y que sale todas las noches al balcón, con la cara y cuerpo de una jovencísima Melanie Griffith, solo vestida con un tatuaje en sus nalgas, mientras presencia un asesinato en la casa de enfrente.


Cada vez que este vecino del mundo ve por televisión a Antonio Banderas, siempre se acuerda de la mariposa varada en las nalgas de la Melania americana, y si seguirá en ellas, o era solo fruto del maquillaje para aquella película.


Tener el trabajo de un John Travolta como técnico de sonido, en busca de una voz para finalizar una película, y encontrarse con una virginal Nancy Allen que le causará el mayor impacto de su vida, pero cambiando el desfile del 4 de Julio, por la tamborrada de la víspera de San Sebastián y una abarrotada parte vieja donde no sería fácil escapar de las garras de un asesino.


No importa el director que fuera, pero incluso un Polanski podría rodar otra película con un frenético Harrison Ford, en muchas de esas buhardillas con aire francés que vigilan al Urumea.


Aparte del nombrado hasta el aburrimiento “marco incomparable”, tenemos un gran plató en nuestras calles y montes del que todavía no somos conscientes, quizás porque seguimos esperando al amigo americano. Pero esa ya es otra película.


*FOTO: DE LA RED