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miércoles, 9 de diciembre de 2015

ANTONIO, EL YERNO DE MARNIE


Al final, ¡qué pena!, que el Antonio y la Melania ya han disuelto su matrimonio, “han tarifado”, como dirían antes algunos de los cronistas del papel cuché. Y se resuelve todo, o se destroza todo, repartiendo sus pertenencias en un cincuenta por ciento, y el malagueño pasando por caja, eso dicen los entendidos, y dejando sesenta mil euros todos los meses a la hija de “Marnie, la ladrona”.


Por cierto, es curioso lo de esta película. En el inglés, o americano, original, era simplemente “Marnie”, pero, quizás, por aquello del machismo en el que estábamos sumergidos hasta el cuello a principios de los sesenta, una mujer, no podía ser solo un nombre, debía de ser señalada la propiedad o, algo aclaratorio de ella, y le toco “ladrona”, por cleptómana. Y, quizás, visto desde un lado un tanto romántico, por robarnos el corazón de la mayoría de los espectadores de esa película, e incluso de su director, al menos eso siempre se ha dicho.

Es como si ahora Doña Soraya, Sáenz de Santamaría, aunque pudiera representar a todo un presidente para que le partan la cara, mediáticamente hablando, en lugar de a él mismo, no pudiera ser solo Soraya, y le llamaran, por ejemplo, "Soraya, la segundona", o "Soraya, la futurible". En algo hemos cambiado.

Incluso, al Señor Presidente del Gobierno, se le pudiera aconsejar que dejara de perseguir hipsters para su causa, y vender su bajada de pantalones del otro día, en aquel encuentro entre cuatro, como de dar una oportunidad a las mujeres de este país

Puestos a vestir verdades con cosas que no son, por lo menos no hubiera estado muy lejano  a la realidad.

Y… volviendo a nuestro Antonio, al Banderas, esperemos que su futuro nuevo negocio, de ropa esta vez, le vaya viento en popa, porque va a tener que vender ropa, y mucha,  para esos sesenta mil euros que necesitará todos los meses, sino quiere que los abogados de Melania, como hombres del frac, pero a la americana, aparezcan en su futuro probable, reclamándole la manutención.

Por cierto, y bien mirado, en una España que las mujeres de cierto estatus en lugar de decir “sus labores”, como antiguamente muchas de ellas, sin comerlo ni beberlo, y mucho menos estudiarlo, se definen ahora como “diseñadoras”. Y sin embargo, Antonio, el Banderas, el bueno, y el malo, de muchas películas, ha tenido los arrestos, por no decir otra cosa, de hacer un “break”, tomarse un descanso, un respiro, y lo digo en americano, porque seguro que es más caro, y le cuesta más, para bajarse al fango del estudio y del esfuerzo, para aprender aquello, que entre otras muchas cosas, también quiere hacer. Y en eso, en España, tampoco estamos acostumbrados.

Una vez más, Antonio, que desde ahora, además del “Ex de la Griffith”,  también será “El de las sesenta mil del ala”, abriendo horizontes, y sin dobles, porque ésto es la vida real.


Al final, a los hombres también se les pone sambenitos. Quizás, por aquello de que la envidia iguala a todos.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 13 de agosto de 2015

LA CABRA TIRA ... AL NEGLIGÉ



Formando parte del, digamos, batiburrillo veraniego en Agosto, estamos en plena noche de las Lágrimas de San Lorenzo, que como cada año y en el argot de la lotería no me ha tocado ni la pedrea de ver tan solo una de ellas. Bueno, mirando desde la ventana y por la noche, naturalmente, he descubierto que la morena del edificio de enfrente, aparte de que, y dado la estrechez de la calle que nos separa, he notado que se ha cambiado de perfumé, por uno más afrutado,  llevaba un negligé trasparentemente negro, que puede ser que fuera de mala calidad, porque me ha teñido del mismo color negro. Por cierto, bailaba sola, sensual pero sola, o quizás, conmigo en la distancia...

Me he sentido una mezcla de James Stewart en “La  ventana indiscreta”, y el protagonista de “Doble de cuerpo” vigilando a una desprendida (de ropa) y joven, Melanie Griffith. Pero, eso sí, el observador, yo, con muchísimo más calor.

Y es que la vida hay que tomársela  como viene,  eso sí, poco a poco, para no empacharse. Que en lugar de una lágrima de San Lorenzo, descubres una estrella, rutilante eso sí, pero de carne y hueso, muy cerca de ti…, pues a nadie le amarga un dulce, y además hay que amortizar las lentillas y aguzar la vista, aunque sea unas décimas de segundo, porque yo no quería, pero ha sido una verdadera casualidad…

Como vulgarmente se suele decir, “estando en éstas”, he pensado que lo curiosa que es la vida, mucho tema espiritual: la búsqueda de nuestra razón de ser, si hay algo en el más allá, en el caso del que más allá exista, o incluso lo que pudiéramos denominar “asuntos de la ciencia a nivel de usuario”, intentando ver algo de las Perséidas, y al final nos conformamos con nuestra vecina en, digamos,  estado de gracia. Es lo mismo que hablar todo el día de que no hay nada mejor que los documentales de la 2, y al final te pillan viendo “Sálvame” en cualquiera de sus versiones. Y es que no nos engañemos, la cabra siempre tira al monte, y los hombres, en cuanto nos dejan, perdemos no solo los papeles, sino hasta el orgullo, eso si alguna vez lo tuvimos.


Y ahora, qué excusa me invento para decirle a La Nuri, mi sufrida, si me ve “buscando las Perséidas”, por ejemplo, en pleno mes de Octubre. Se admiten sugerencias. Si al menos existiera Superman con sus vuelos…

*FOTO: DE LA RED

domingo, 25 de enero de 2015

JUEGO DE MÁSCARAS (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)


"Autómata" puede haber sido una gran película del oeste llevada al futuro o una historia negra revestida de parafernalia futurista, pero en realidad es un juego de máscaras donde lo que importa es el interior.
En un futuro nunca especificado, pero no muy lejano, vemos un planeta, el nuestro, víctima de la desertización. Jacq Vaucan (Antonio Banderas), agente de seguros de la compañía que tiene el monopolio robótico, tiene que investigar un caso aparentemente menor, que derivará en algo mucho más grande para la humanidad. El Señor Banderas produce y protagoniza este thriller futurista con estética vaquera, que especula sobre lo que ocurriría si la inteligencia artificial superase a la humana.
A todo el que haya visto o vaya ver esta película, le vendrá a la mente “Blade runner”, e incluso "Yo, robot", pero como siempre se ha dicho, las comparaciones son odiosas. Y quizás en esas pretensiones, no de superproducción, sino filosóficas, quizás esté el talón de Aquiles de esta película.
Esta historia puede tener una lectura, como ya se ha comentado, profundamente filosófica, e incluso religiosa, y en opinión de este vecino del mundo, en ellas la historia se hace muy pequeña,  pero si simplemente el espectador quiere dejarse llevar, puede ser una afectiva historia de amor, o incluso un singular triángulo amoroso, en el que se da preferencia a los sentimientos en detrimento de la sabiduría. Las máquinas en poco tiempo podrán ser más “listas” que nosotros, pero las historias vividas con la piel, con el tacto de los sentimientos, son un mundo aparte.
Es un trabajo de honestas pretensiones en el que nunca se han asimilado correctamente todos los componentes,  y de pronto, haciendo una especie de paréntesis en la trama de la película, se lanzan frases, bien aparentes, a modo de comida para el hambriento de significados.
Personalmente me gusta más lo que no se dice, por las caras inexpresivas de los autómatas, que lo que se cuenta. Esa peluca de la autómata de sugerentes formas, es un claro guiño a la replicante de “Blade runner”. Cleo es tan inteligente que se da cuenta de lo que nunca podrá entender, las cuestiones que atañen a los sentimientos, y tal vez por eso, al final, se quite la máscara, para no expresar esa dulzura que nunca podrá tener.
Quizás, y para este vecino del mundo, en esta ocasión el trabajo de Antonio Banderas es demasiado exagerado, como gustándose así mismo, y mostrando un catálogo de tics, demasiado empalagosos para la parquedad del resto de personajes, autómatas incluidos.
Ha sido un gusto el rencontrarse con un Tim McInnerny, por siempre recordado como uno de los entrañables amigos de “Notting Hill”, haciendo de un malo más al estilo de las películas del oeste de Clint Eastwood.
Una obra de grandes intenciones, por parte del director Gabe Ibañez, siempre a la sombra y al servicio de Antonio Banderas, y de un presupuesto más que ajustado que sin embargo de lo único que adolece es de un guion, quizás un poco más consistente, y que está más dirigido a lo pretencioso que a lo eficaz.
Es una pena el pensar que esta película es una especie de testamento del binomio Banderas – Griffith, que aunque Melania, en la película aparece poco, en el original en inglés pone incluso la voz a la bella Cleo.
Este vecino no quiere cargar las tintas en las partes más débiles de la película, porque siempre es un lujo que haya personas valientes como Antonio Banderas, y su productora “Green Moon”, que no tengan miedo en jugarse su patrimonio en la ruleta del séptimo arte.
Gracias, Antonio, por existir y porque te guste el cine. 

*FOTO: DE LA RED

viernes, 7 de septiembre de 2012

BRIAN DE PALMA A LA DONOSTIARRA



Uno de estos días en que uno está más solo que la una y que no te queda más remedio que hablar contigo mismo, me preguntaba, que partiendo de que mi vida fuera una película, quién me gustaría que la dirigiera.


Tras pensar un buen rato y teniendo presente que ya muchos días nuestra vida parece muy similar a las aventuras de un Berlanga desenfrenado, mis pensamientos y gustos se encaminaron en primer lugar hacia Hitchcock, amo del suspense, pero para regir mi vida quizás demasiado academicista y clásico, por lo que entonces apareció en mi mente Brian de Palma, con unas historias a lo Hitchcock pero pasadas por un tamiz vicioso y anfetamínico, con una saturación de colores rayando en el colocón.


Pasear por las salas de un Museo de San Telmo persiguiendo a una ninfómana desconocida, con la cara y cuerpo de Angie Dickinson, mientras un asesino se viste para matar, ya no se hace tan raro después del caso de la concejala de la provincia de Toledo, cuyas escenas íntimas han sido desveladas por internet por el malo de su película.


Tener, en la Avenida de Isabel II, una vecina que trabaja como doble de cuerpo, y que sale todas las noches al balcón, con la cara y cuerpo de una jovencísima Melanie Griffith, solo vestida con un tatuaje en sus nalgas, mientras presencia un asesinato en la casa de enfrente.


Cada vez que este vecino del mundo ve por televisión a Antonio Banderas, siempre se acuerda de la mariposa varada en las nalgas de la Melania americana, y si seguirá en ellas, o era solo fruto del maquillaje para aquella película.


Tener el trabajo de un John Travolta como técnico de sonido, en busca de una voz para finalizar una película, y encontrarse con una virginal Nancy Allen que le causará el mayor impacto de su vida, pero cambiando el desfile del 4 de Julio, por la tamborrada de la víspera de San Sebastián y una abarrotada parte vieja donde no sería fácil escapar de las garras de un asesino.


No importa el director que fuera, pero incluso un Polanski podría rodar otra película con un frenético Harrison Ford, en muchas de esas buhardillas con aire francés que vigilan al Urumea.


Aparte del nombrado hasta el aburrimiento “marco incomparable”, tenemos un gran plató en nuestras calles y montes del que todavía no somos conscientes, quizás porque seguimos esperando al amigo americano. Pero esa ya es otra película.


*FOTO: DE LA RED