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viernes, 27 de septiembre de 2019

EN EL FONDO, AMOR



Veo, es un decir, el cómo va a quedar la futura estación del Ave en Donosti, en Atotxa concretamente, y es tan bonita, e integrada en el entorno, que no diría eso de que parece un San Luis, pero que quizás sobremos nosotros, los que la vamos a manchar tan sólo con nuestra presencia…¡Cosas mías!

Como cosas mías son también que uno viva en Roma todo el año y no conozca el Vaticano, o en versión donostiarra, que uno esté todo el año paseando por el Urumea y sólo conozca el Festival de Cine a través de las noticias, y del “glamour”, que no se vende en droguerías, pero que sí se sufre cada vez que haces compras en “nuestra-querida-Donosti”. Una pena, otra más, el no haber podido ver a Donald Sutherland, y el que una vez fue el Casanova de Fellini. Toda una frustración para cualquier cinéfilo.

Y es que de la leyenda solo nos cae el polvo, además al ojo, y no es ni de oro ni tan siquiera dorado.

Más de uno de nuestros lectores me ha preguntado el por qué me llevo tan mal con Donosti, y siempre digo lo mismo, no me llevo mal, sino que la quiero tanto que soy como el ama de casa que no se siente correspondido. Quizás sea lo que tienen los amores canallas, que te atraen, pero que te dejan siempre con esa sensación de frío, de incomprendido. Y, especialmente, juntar el concepto de "Donosti" con "canalla" es como unir a Cupido con las armas, por muy blancas que sean.

Este vecino del mundo no se encuentra hoy en "La bella Easo", sino en Bilbao, y quizás sea eso de que Bilbao está en todas partes y sienta una especie de morriña donostiarra, quizás por esa ascendencia gallega por parte materna, que aunque no se ve, se siente. Pero lo dicho, seguro que son cosas mías...

*FOTO: DE LA RED

martes, 2 de octubre de 2018

POR SIEMPRE, AZNAVOUR...



Desde esta atalaya expresar ese gran dolor que siento por la pérdida de Charles Aznavour,  un gran artista, que unía varias facetas, como la de escritor, compositor, cantante y actor.

Por correo interno ya he recibido comentarios  vuestros recordándome esa gran casualidad de que en el último post de este blog (https://patxipe.blogspot.com/2018/09/mareas-de-la-vida.html) lo mencionara adjuntando además foto y un vídeo con una de sus grandes actuaciones, y a los pocos días...

En este caso al menos sirve, esa casualidad, para demostrar, aunque seguro que no hace falta, que estas letras son muy sentidas, y no un mero paripé.

Aznavour, francés de origen armenio, es una de esas personas que siempre se han definido como hechas así misma, aunque quizás, y bien pensado, fue la historia de ese momento, una Europa convulsa, la que moldeo ese carácter, quizás como el junco, que el viento lo bandea hacia un lado y otro, pero que nunca lo partirá.

Aunque en sus comienzos, aquellos flirteos y colaboraciones con Edith Piaf,  se le pronosticó una carrera corta, sus mas de siete décadas de actuación, ya que ha fallecido a los 94 años, ha sido otra manera más de discordar con el entorno.

Compositor de múltiples temas, más de mil, y éxitos, se pueden citar "La Bohemia", "Venecia sin ti"; "Formidable"... Los empleaba además, para dar rienda suelta a su histrionismo con grandes interpretaciones como el dramón que describe en "La Mama". Dejó también interpretaciones nada desdeñables en el celuloide como "Disparen sobre el pianista" y "El tambor de hojalata".

El público más joven le puede relacionar con la película "Notting Hill", ya que comienza y termina con uno de sus temas, "She", "Elle" en el original. Primero con versión cantada en inglés por el mismo Aznavour, y dejándole a Elvis Costello el honor de cerrar esa bonita comedia, que en el caso de este vecino del mundo tiene costumbre de degustarla una vez al año.

Como sólo se puede decir de los grandes: "Charles Aznavour ha muerto, ¡Viva, Charles Aznavour".

Ya solo le quedaba ser leyenda, y ahora lo es. Descanse en paz.

*FOTO Y VIDEO: DE LA RED




martes, 21 de agosto de 2018

LA IMPORTANCIA DE LO QUE NO SE DICE...



Entre amigos y conocidos, este vecino del mundo, tiene fama de quisquilloso. Y es que como buen amante del cine tiene más que asumido que nunca pasa algo por casualidad

Si en un momento dado, en una película por ejemplo, algún personaje tiene un catarro, significará, a no ser que sea un “macguffin” (pista al parecer muy importante pero que nunca nos llevará a nada) al más puro estilo “hitchcockniano”, que en parte de la trama el citado “resfriado” jugará una parte importante; como ocurre por ejemplo en la película “Pelham 1, 2, 3” de 1974.

Ayer al ver en riguroso directo, y ahora se entenderá la anterior introducción, el comunicado de los “mossos d'esquadra” sobre lo ocurrido horas antes en Cornellá al ser abatido un presunto terrorista, y oír al portavoz, en el momento de ir a dar la traducción al castellano, pedir perdón por no hablar bien el español, a este vecino, como si estuviera con su cuadrilla guipuzcoana, le salió un “bien tirado, Valentín”. Y es que el citado portavoz acababa de hacer varias cosas al mismo tiempo, y sin aparente esfuerzo. Entre otras, publicidad para su causa, y hacer constar que él vive en otro país, se podría apostillar con irónica maldad, que muy alejado del nuestro.

Este vecino, como vasco que no habla euskera, ya que en aquella época “franca”, finales de los cincuenta, no se enseñaba en las escuelas, y parte de la familia, la que estaba más cercana al niño, tampoco lo hablaba, ahora se podría decir que le ocurre lo contrario, que hay más gente que lo habla y algunos ya se encargan de hacerle sentir en minoría. 

Ha habido más de un@ que a este vecino le ha “animado” a aprender, y siempre les contesta lo mismo:
-Primero tuve que aprender el francés por razones escolares, y solo llegué a hablar más con las manos que con la boca; y después, primero por estudios y luego por razones alimenticias, el inglés, al que por lo menos llegué al punto de “poder meterme en problemas con los nativos”. Y en mi caso “hay dos sin tres” porque me planté.

Llegados a este punto a este vecino siempre le preguntan: ¿Y no tienes miedo de algún día quedarte incomunicado, como un extranjero, en tu propia tierra?
La contestación siempre es la misma:
-Como cada vez que reciba contacto vía oficial siempre será, no falla, por algo relacionado con dinero, gentilmente siempre vendrá traducido al castellano, porque quizás el dinero siempre sea el mejor “diccionario”.

No falla, cuando este vecino del mundo termina de decir eso, el interlocutor ya se ha ido. Y ya se sabe aquello de que el que calla otorga.

Y ya para terminar, siempre me acordaré de aquella comparecencia ante las cámaras, días después del incendio del Liceu de Barcelona, de una compungida Montserrat Caballé, en un perfecto castellano, apelando al corazón de todos los españoles para que la reconstrucción de tan insigne edificio se realizara cuanto antes.

Queda patente que ayer la comparecencia del portavoz de los mossos dio para mucho, al menos para este vecino del mundo, en especial por lo que no dijo ni en el original, ni en los subtítulos.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 1 de agosto de 2018

DOS SUGERENCIAS, UN SOLO PROPÓSITO



¡Y ya estamos en agosto! Esto ya va rodado, me temo, y llámenme pesimista, hasta nochevieja y sin parar. Eso, en el mejor de los casos y si la vida no nos apea antes.

Me despierto, ya me había levantado media hora antes, con una entrevista al Señor Maroto en Onda Cero, y me he dado cuenta, muy a mi pesar, de que dos de las canciones del verano, al menos para la derecha española, van a ser “buenismo” y “no hay papeles para todos”. Con lo cual, y además teniendo en cuenta las noticias de la ola de calor que nos invade, lo que queda de verano se nos presenta más que propicio al uso de protectores de ánimo y de sonrisa.

Precisamente, os voy a recomendar dos cremas protectoras de muy alto espectro para cuidar vuestro rostro, que siempre se ha dicho que es el espejo del alma.

Una de ellas proviene de la televisión, y es “The good doctor”. Dieciocho capítulos de una primera temporada con una trama llena de delicados sentimientos dulce-amargos, como la vida misma. 
Una recomendación: no verla en su pase televisivo, digamos que oficial en Telecinco. Porque aunque comenzaron emitiendo dos capítulos seguidos, ya que cada uno tiene unos cuarenta minutos, ahora (desde la tercera semana) ya están con la dieta de un solo capítulo, el segundo que dan es repetido, y te quedas con una terrible sensación de “interruptus”, que te impulsa a dejar de yacer en la misma cama televisiva. Se pueden seguir todos a través de Netflix, e incluso en internet.

Para la segunda crema, es necesario, al menos por ahora, visitar las salas de cine. “El mejor verano de mi vida”, de Dani de la Orden, no pasará a los anales cinematográficos como la peli de las pelis, ni del cine español, ni del extrarradio, pero sí es un vehículo que ofrece lo que te esperas: pasar un buen rato.

Con un reparto lleno de caras conocidas de la televisión  (Leo Harlem, Maggie Civantos (“vis a vis”), Toni Acosta, Jordi Sánchez, Berto Romero…), es un producto, como la comida rápida, para uso inmediato. Pero, eso sí, con unos más que mínimos de calidad y honestidad, en el no se  ha escatimado medios, de todo tipo, y se nota. 

Las primeras imágenes te conducen a un modo zen que solo se teñirán de risas, y especialmente, de sonrisas que no te abandonarán hasta el final.

Con estas dos cremas, seguramente no pasaremos el mejor verano de nuestras vidas, pero a cambio tu vecino estará seguro de que tu vida sexual es plena, por aquello de un cutis de ánimo más que envidiable y una sonrisa permanente.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 21 de septiembre de 2017

¿EL HUMOR TIENE BANDOS?


¿Cuándo uno se encuentra en la tesitura de que le están enseñando un capote para que embista, aparte de que se presupone que le están llamando cornudo, pero ni hay pruebas de ello ni las habrá, merece la pena embestir, si ve que en el fondo todo lo que está ocurriendo es con fines publicitarios?

Es lo que está ocurriendo con la denuncia que la Unión de Guardias Civiles ha interpuesto a la plataforma de televisión por "streaming" Netflix ante la Fiscalía de la Audiencia Nacional por considerar que la publicidad de su película, "Fe de etarras", constituye un delito de "humillación a las víctimas" del terrorismo.

El motivo de la denuncia es un gran cartel, mostrado en la foto al comienzo de este “post”, que cubre un edificio en pleno centro de Donosti, y en el que se puede leer la frase: "Yo soy españooool, españoool, españoooool", con las palabras "español" tachadas en , rojo, bajo la que figura el título de la citada película. 

Una comedia (detalle éste, comedia, que hay que tener muy en cuenta), en la que con el mismísimo título, ya se da a entender que va a tratar, cuando menos de ETA, y luego con un poco más de información (y para eso se publicita), nos enteramos, que de manera "desenfadada", trata sobre las peripecias de un comando etarra en Madrid. 

Película dirigida por el donostiarra Borja Cobeaga, guionista, junto con Diego San José, de la populares "Ocho apellidos vascos" y "Ocho apellidos catalanes", y uno de los responsables del exitoso programa satírico  de ETB “Vaya semanita".

Ocurre que en presuntos delitos donde la censura anda por medio, ya de primeras es aconsejable, y este vecino pide perdón de antemano, “cogérsela con papel de fumar”, y como en el ámbito de la ley estamos hablando, seguro que ambas partes, y ninguna, van a tener razón.

Además, una empresa tan pujante como Netflix, y utilizando las mismas palabras que hubiera empleado esa gran filosofa que todavía es Doña Amalia, la madre que me parió, “si se han metido en semejante berenjenal” es porque un grupo de sesudos abogados ya han previsto el posible litigio, y han dado su visto bueno.

Para ciertas cosas tenemos la piel hipersensible, aunque al final sólo se trate de promocionar una película, se presupone que con buenas dosis de ironía y humor, que se presentará en el Festival de San Sebastián el próximo 29 de septiembre, y en la ya supercitada plataforma,  el próximo 12 de octubre. La publicidad, en realidad, ya está más que hecha entre todos, y muchos de nosotros, sin cobrar un euro. 

Hasta el mismísimo presidente del PP de Gipuzkoa, Borja Sémper, ha expresado públicamente sus "ganas" de ver la película, argumentando que se trata de un filme que se ríe de ETA, lo que a su juicio es lo contrario de "avalar" la trayectoria de la banda terrorista.

Quizás muchos vascos, la mayoría, y seguimos en tono de humor pero sin alejarnos de la realidad, porque no tienen por qué ser excluyentes, en su momento podíamos haber interpuesto muchas demandas; porque cada vez que salíamos de nuestra autonomía, y al decir de dónde eramos, con cara medio pícara/medio seria, nos decían eso de "Ah, eres etarra". Y parecía que teníamos que demostrar que éramos buenas personas, lo cual hubiera sido harto difícil, porque primero habría que ponerse de acuerdo en qué es ser buena persona.

Muchas veces, el problema, si lo hay, no es en lo que se dice en un momento determinado, sino cómo se percibe y recibe por el otro "bando". Y mientras haya "bandos", siempre habrá polémica, y lo más importante, nada de humor; y si algo es el humor, o debería de ser, es salud en potencia.

*FOTO: DE LA RED,

jueves, 27 de julio de 2017

TÚ PROPONES, Y LOS HIJOS DISPONEN (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)


Algunas veces, y por una serie de circunstancias, vas al cine a pasar un rato tranquilo, especialmente si es verano y te quieres “refrigerar” de una noche más que cálida, caldosa, y te encuentras con una película, "Señor, dame paciencia" que no es una obra maestra, ni lo intenta, pero quizás en el baremo, en tu baremo, de películas graciosas, crees que puede estar mucho mejor, por ejemplo, que el supertaquillero “Ocho apellidos vascos” (http://patxipe.blogspot.com.es/2014/03/euzkadi-tiene-un-color-especial-estas.html), aunque ambos argumentos no tengan nada que ver…¿o sí?

¿El argumento? Gregorio (Jordi Sánchez), un banquero ultraconservador, del Real Madrid en su ADN y más que gruñón, un “tocapelotas". Al fallecer repentinamente su esposa (Rossy de Palma), cumplirá su última voluntad esparciendo sus cenizas en el río Guadalquivir. Para ello, Gregorio tendrá que pasar un fin de semana en Sanlúcar de Barrameda junto a sus hijos, dos chicas y un chico, y sus respectivas parejas que son de todo menos adecuados para su arquetipo de “gente de provecho”.

Un reparto de campanillas a nivel de actores/personajes muy queridos en el ámbito (series) televisivo.

Megan Mortaner, Silvia Alonso y Eduardo Casanova, como hijos, están rodeados por actores que repiten tipo de papel por el que se hicieron famosos en la pequeña pantalla, y que al espectador no le importa en absoluto, porque es en realidad lo que están esperando de esos actores-personajes. A destacar el caso de David Guapo, y no es una crítica sino solo una observación, cuyo personaje se comporta como el propio humorista en "Tu cara me suena".

Una refrescante, al menos a este vecino del mundo le ha parecido, comedia dirigida por Álvaro Díaz Lorenzo, y protagonizada por Jordi Sánchez (el “mayorista” de La que se avecina), los ya comentados Megan Montaner (protagonista absoluta de esa gran serie que fue “Sin identidad), Silvia Alonso, Eduardo Casanova (el inolvidable Fidel, en Aida), y Rossy de Palma (por siempre chica/mujer Almodóvar). Película que se presentó fuera de concurso, en la sección oficial, del Festival de Málaga 2017,  y que su fin último está claro que será la televisión (Atresmedia).

Una clara pista, observando las carteleras españolas, que proporciona esta película de que merece el cariño del público es que en un mundo de comida y cine rápido, se estrenó el 16 de Junio, y sigue resistiendo en los cines.

Es una película que te pone en una disyuntiva: tan sospechoso puede resultar mostrar y demostrar que te lo estás pasando bien, como que no, de las situaciones provocadores que el guion plantea, sabiendo todos ya, que la vida diaria, especialmente en esta España, da sorpresas cada segundo.

Tal como estamos, estas cintas son necesarias para reírnos de nosotros mismos y hacer una especie de catarsis y quemarnos, metafóricamente, como si fuera la Noche de San Juan.


Este vecino del mundo no va a ganar nada con ello, monetariamente hablando, pero… vete a verla, te reirás, y eso, con perdón, no es moco de pavo.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 15 de marzo de 2017

ASESINATOS CON MUCHA CASPA (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)


Hay momentos en que este vecino del mundo está seguro de que es mejor perderse, que echarse a perder, y  por eso acaba de regresar de un viaje a su memoria.

¿El motivo? Con la premisa anterior, está más que contestado. Porque en estos momentos le es más “estimulante” mirar al pasado, a este vecino del mundo (y perdónenme la salida de pata de banco, pero si no lo digo, reviento), que dar arcadas mirando a un deprimente presente.

¿El vehículo? La película de 1981 que creo que en España se tradujo por “Impacto” (este vecino del mundo estuvo en Londres en aquella época, y no ha podido confirmar ese título porque ha encontrado otras traducciones, que se pudieron dar en países sudamericanos). El título en inglés es “Blow out” (no confundir con la película de culto, “Blow up”, de Antonioni”) de Brian De Palma.

Entrar en esa película, incluso entonces, ya era un ejercicio de lidiar con lo “kitsch”. Aunque una de las traducciones de esa palabra, kitsch, es “cursi”, ahora gusta mucho más traducirla por “casposa”.

Decir antes de nada, que aunque Brian De Palma, trataba esa época como era, en el fondo le daba una vuelta de tuerca para que fuera más casposa que el momento que representaba, especialmente con los colores tanto de la emulsión del material que utilizaba, como con todo lo que asomaba por la pantalla, para, y esto es opinión totalmente particular de este vecino del mundo, adentrarse más en una especie de película de Serie B, pero con un gran presupuesto.

El protagonista, de Impacto, es un ingeniero de sonido (John Travolta) que trabaja en películas de terror baratas, como mínimo de serie “B” o inferior si existiera. Una noche grabando efectos sonoros para futuras películas, es testigo de cómo un coche ocupado por una pareja, cae desde un puente a un río. A pesar de sus esfuerzos, incluso poniendo en peligro su propia vida, sólo consigue salvar a la chica. Cuando se entera de que el fallecido era un candidato a la Presidencia de Estados Unidos, y comienza a recibir presiones para que “olvide” todo,  recuerda haber escuchado un disparo previo al accidente y empieza a sospechar que hay algo más…

Con un John Travolta intentando demostrar que era  mucho más que el macarra de “Fiebre del sábado noche” y de “Grease”, está también la musa y esposa de entonces del Señor De Palma, Nancy Allen, antes de que ésta tuviera como partenaire a RoboCop.

Ambos, tanto Travolta como Allen, son el mejor compendio de aquella época en el cine, personajes vulgares, pero llevados y tragados por unas circunstancias que no admitían héroes, sino supervivientes en el mejor de los casos. 

Una mención aparte merece, John Lithgow, el malo malísimo de la película, y ejemplo viviente de que hay actos que no pueden ser descritos en palabras, sino en hechos.

Muchos dicen de Brian de Palma que es digno sucesor de Hitchcock. Personalmente este vecino del mundo cree que al Señor de Palma todo eso siempre le ha traído al pairo. En realidad al director nacido en  Newark, Nueva Jersey, siempre le ha gustado mirarse en un espejo y plagiarse miles de veces, con esas escenas a cámara lenta, que la mayoría de las veces, están por encima del recurso dramático, y son algo más que un guiño, para recordar quién está detrás de la cámara. Películas, muchas de ellas, cada vez con más caspa y al mismo tiempo con un sentido de la añoranza, ya desde el momento de ser filmadas, rompedora.

En esta película, como en muchas de  De Palma su “compositor de cabecera” es Pino Donaggio, con una banda sonora que nunca quiere estar en un segundo término, y que tiene mucho de cine de barrio, con ecos de grandes lugares pero reproducidos en lugares que le vienen muy pequeños.

Para  las nuevas generaciones, este vecino del mundo recomendaría si quieren  conocer al verdadero De Palma, encerrarse en un cuarto y ver de un tirón tres de sus mejores películas de aquella época, y que son una auténtica enseñanza de lo que es su cine: Carrie, Vestida para matar, e Impacto. Se recomienda entrar en la sala, aunque sea la de su casa, habiendo hecho la digestión, para evitar daños mayores.

Antes de terminar, conviene recordar que el rodaje de “Impacto” costó mucho más de lo esperado, ya que tras rodar las escenas más caras, por la cantidad de extras que se necesitaron llenando varias calles durante, se supone, el desfile de un 4 de Julio, todo lo rodado y que se encontraba en un vehículo de producción, fue robado, y se tuvo que rodar otra vez.

Tras ver nuevamente la película, este vecino está convencido de que en la versión que queda, se estiró al máximo a los extras vueltos a contratar, para llenar unas escenas, que en el primer rodaje seguro que fueron mucho más floridas.


A pesar de la caspa, muchas de las historias del Señor De Palma, e Impacto es una de ellas, tienen mucho cariño encerrado, especialmente para los perdedores, que aunque parezcan vencedores en esa historia, la vida nunca les tratará también como se merecen… Y eso, es algo que nos suena a la mayoría.

*FOTO: DE LA RED

domingo, 18 de diciembre de 2016

SOLO LOS VENCIDOS SE ARRASTRAN (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)


Ha caído en mis manos, he tenido la suerte de poder ver (uno tiene amigos con posibles) una película de la última hornada, pero que pasó más bien desapercibida durante su periplo, por las salas de cine. Y como este vecino está convencido del poder del boca a boca, va a romper una lanza, e incluso el incomprensible silencio para que la gente mueva su trasero y compre una copia, o la alquile en los lugares habilitados para ellos. ¿Por qué? Porque cuando menos es una película interesante; en mi opinión particular: más que eso. Y a los que nos gusta el cine nos debería preocupar que los que lanzan un producto al mercado, no ya que se hagan millonarios, sino que cuando menos puedan sobrevivir, e incluso algo más, para que puedan continuar con su oficio de contar historias…

 
Hablamos de una película argentino-española, y no al revés, ya que por de pronto “huele” a Argentina por los cuatro costados: “Al final del túnel”.

 

El argumento, que te dejará clavado en tu butaca, o en el sillón de tu casa, tiene como protagonista a Joaquín que, punto importantísimo, está en una silla de ruedas y, como iremos viendo, consecuencia del drama familiar del que viene. Su casa, prácticamente la mitad, o más, del decorado de nuestra aventura, es triste, descuidada y sucia, e iremos comprobando que conoció tiempos mejores. El triste y continuo silencio es roto por Berta, bailarina de striptease, que junto a su hija Betty, aparecen, en uno de los peores momentos personales de Joaquín, como respuesta a un anuncio que puso para alquilar una habitación, y del que pretende desdecirse. Su presencia alegrará la casa y la vida de Joaquín, se supone, aunque con lo que está aconteciendo, a los espectadores nos traerá más nervios, porque una noche, trabajando en su sótano como informático, Joaquín escucha un debilísimo ruido. Nos daremos cuenta entonces de que una banda de la peor calaña construye un túnel, que por esas casualidades de la vida, y del guion, pasará bajo su casa, con la intención de robar un banco cercano.

 
Es curioso lo de este thriller. Te deja agotado, como agotado quedan la mayoría de los personajes, empezando por un inconmensurable Leonardo Sbaraglia. Aunque su marco, el decorado de la película, son más bien unas pocas estancias, la carga que tiene el argumento y lo que discurre en ellas, hace olvidar persecuciones de coches y explosiones varias de otras películas. Porque el problema, siempre hay uno, transcurre entre personas, y las de esta película están minadas. En cualquier momento sabes que van a explotar, todas y cada una de ellas.

 

Hay un altísimo nivel interpretativo, como ya comentado, con un en estado de gracia, Leonardo Sbaraglia, que para no poder andar, no para, en un continuo alarde físico, dejándonos a todos al borde del infarto. Los malos, son todos de dar de comer aparte:  Pablo Echarri, a su vez en labores de producción, Javier Godino,  Walter Donado, y un Federico Luppi en un papel más que resultón.

 

Lo de Clara Lago merece un párrafo aparte. Su perfecto acento porteño, dicho por los mismísimos porteños, acentúa aún más su esfuerzo por hacer suyo un papel que dista años luz de la imagen que hasta ahora tenemos de ella. Pero de eso trata “actuar”, de romper moldes, de sorprender. Y Clara Lagos una vez más nos sorprende, especialmente para los que seguimos su carrera, y evidentemente la hemos vista pasar de niña a mujer, y ahora a madre, aunque un tanto peculiar. Me da la impresión de que si ella quiere al menos, en muy poco tiempo, ya ha empezado, se la van a rifar en el extranjero. Aunque ella, Clara, ha dado muchas muestras de tener los pies en el suelo, y eso ya es una garantía.
 


El guion y dirección es de un Rodrigo Grande atinadísimo como director, que ha puesto a punto cada uno de los instrumentos para que la sinfonía suene aunque algunas veces sus notas nos pongan muy nerviosos, e incluso nos incomoden. Entre sus directrices, y la ocre y oscura fotografía de Félix Monti, la cinta tiene un punto de teatro, de obra en sitio cerrado, aunque haya escenas rodadas en Tenerife. Porque no hay que olvidar, y no voy a dar pistas, que mientras la mayoría de los personajes se pueden mover como resortes, alguno quizás necesite de la palabra para utilizarla como arma de defensa, que se presenta, además, con extremada contundencia…

 
 Una película que puede que no sea una obra maestra, de hecho no lo es, pero cumple perfectamente con el objetivo de toda película que se precie: hacernos pasar un rato alejados de este mundanal ruido, y en este caso alegrarnos, al final, de seguir vivos y sin ninguna mancha ni de polvo ni de sangre; y secos, que tiene su aquél, especialmente con la cantidad de agua que al terminar la película habremos visto…



Si en algún momento se puede vislumbrar algo del engranaje que nos llevará al final, tampoco importa, porque eso nos ayudará a respirar un poco, sabiendo que por lo menos hay alguna esperanza.

 

Por cierto, y ya para terminar, es una pena que aunque tenía 19 candidaturas a los Goya, no hayan llegado como finalista en ninguna. Más que nada porque se le hubiera brindado, posiblemente, otra oportunidad para un nuevo periplo por las salas de cine, y esta vez, seguro, que hubiera tenido más éxito. Se lo hubiera merecido.
 
*FOTO: DE LA RED

domingo, 23 de octubre de 2016

REVISITANDO ... "ENAMORARSE"


Hoy vamos a inaugurar una nueva sección, y en la que de vez en cuando, y bajo el título “Revisitando … “ recordaremos películas ya vistas en su momento, pero que por uno u otro motivo, incluso como el de hoy, porque "simplemente me apetecía",  se han cruzado en nuestro camino, por su puesto de manera consentida, ya que no me imagino a ninguna película violando a algún espectador despistado…


No es mi intención revisitar toda la historia del cine, porque compromisos a largo plazo no los hace ni el gobierno (¡Esos, menos!), sino una película vuelta a ver que en su momento quizás me dejó indiferente y ahora he descubierto (más vale tarde que nunca) “su punto”, o al revés, películas que en su momento me encantaron/deslumbraron, y ahora no le veo el “por qué”.
Aunque bien pensado la relación de una película con cada uno de los espectadores es como el de una pareja que con los años, los usos, costumbres y experiencias van separando o uniendo más.


Demostrando que en “Revisitando” no hay ningún tipo de lista ni listón, hoy vamos a recordar, o incluso para los más jóvenes “presentar”, la película “Enamorarse” (Título original “Falling in love”) de 1984, y con una pareja de actores de altos vuelos: Robert De Niro y Meryl Streep. Bajo la dirección de Ulu Grosbard (junto a esta película, otras obras destacables suyas podrían ser “Georgia”, con la que estuvo nominado al Oscar, y “En lo profundo del océano”, con una de las mejores interpretaciones de Michelle Pfeiffer, y aconsejable, además, verla sin “rimmel” por lo que pudiera ocurrir).


En “Enamorarse” además hay unos secundarios de lujo como son Harvey Keitel, íntimo amigo de De Niro en la película y en la vida real, y colaborador en más de una de sus películas, Jane Kaczmarek, su mujer en la película, más conocida quizás en televisión, pero un valor seguro, y Dianne Wiest, la amiga íntima del personaje de la Señora Streep, (dos Oscar a actriz de reparto la avalan, y en ella siempre parece más importante lo que no te cuenta, sus silencios, que lo que te desvela).


Para los que no la han visto en su momento, jóvenes la mayoría, el argumento  es simple:
Un hombre y una mujer, ambos casados y de buen nivel social, en los que el dinero no es precisamente el problema, se conocen casualmente en una librería mientras compran los regalos de Navidad (muy bien la ambientación conseguida). Debido a las prisas y a la gran cantidad de gente, tropiezan e intercambian algunos de sus regalos. Después irán coincidiendo en el tren y compartiendo cafés, almuerzos, y sobre todo sentimientos….


Aunque en la película se note el paso del tiempo, en especial por esas hombreras que marcan una época, que no es la de ahora, la historia puede ser intemporal. Es de agradecer que el director no haya querido que rompamos a llorar, sino especialmente que nos veamos envueltos en un aroma a nostalgia, y a amor sin fecha de caducidad, donde lo importante no es el sexo sino los sentimientos. A destacar el tiempo que tardan en darse el primer beso.


Comprendo que pueda ser una película más para gente de cierta edad,  y que nos haga recordar especialmente esas historias que pudieron nacer, y que las dejamos morir antes de que afloraran, por miedo a un futuro incierto.


Siempre es grato recordar a un Robert De Niro, antes de que tuviera la cara más tensa que un tambor y más tics que Chiquito de la Calzada, que por una vez no tiene tampoco problemas con la ley, y a una Meryl Streep que siempre, siempre, está impecable. En esta película la Señora Streep, como dicho también para la Señora Wiest, es más lo que sugiere con sus miradas y gestos, que lo que dice, y en eso, nuestra Meryl, es una maestra.


Antes de terminar, es digna de mención la música, de David Grusin, en especial el tema principal de piano, y en el que se puede apreciar ese bagaje de jazz que el compositor lleva dentro. Todos conocemos ese tema, especialmente por programas radiofónicos, y la mayoría no sabe de dónde proviene, ahora es el momento de descubrir su origen y en todo su esplendor.



Película muy recomendable para verla en una tarde fría y lluviosa, acurrucado con nuestros recuerdos en el sofá. Me ha gustado más que en su momento; será que los años siempre te doman…


*FOTO: DE LA RED

viernes, 12 de agosto de 2016

¿ERES PERSEO?




Tal noche como la de hoy, entre el once y el doce de agosto, tengo una cita con el cielo, que siempre espero que esté estrellado. Es una de las mejores noches, se supone, para ver ese espectáculo que es Las Perseidas, también conocidas como “Lágrimas de San Lorenzo”.


Entre nosotros, nunca las veo, pero siempre me sirve para ponerme, u oponerme, nunca se sabe, ante ese lienzo negro como el azabache, con agujeros blancos, que en muchas ocasiones, hoy será otra de ellas, supone el cielo.


Es una noche de humildad. Tu soledad frente al infinito, y darte cuenta de que tus problemas contra eso, sino es una estupidez, si es una verdadera demostración de egoísmo.


Las mejores noches, para que nos vamos a engañar, en el cine las ha fotografiado un tal, Steven Spielberg, en películas como “Encuentros en la tercera fase”, o “E.T.”, noches de un azul inmenso, con luces en la lejanía de estrellas en el cielo, y luces de la ciudad, que parecen fundirse en un todo soñador de encuentros con el infinito.


Pero la vida es más parecida a una producción cinematográfica española, con más propósitos que dinero, más ingenio que poder crematístico. Y cuando no llega para los efectos especiales, nos tenemos que conformar con la cara del protagonista en un primer plano sugiriendo lo que ve. La vida es eso, pura ironía, tu pagas, y es “otro” el que disfruta.


En esta noche, en apenas unas horas, me reiré en silencio del mismo chiste de siempre en honor a Perseo. Es muy naíf, pero a este vecino le encanta.


Había ocurrido una batalla, y sus allegados estaban buscando a Perseo. No sabían ni dónde estaba, ni cómo estaba. Y cada vez que encontraban a un herido (todos estaban llenos de sangre, e irreconocibles), en su idioma, se supone, le preguntaban, “¿Seis per Seis? (¿Sois Perseo?)”. En un momento dado, el interrogado, moribundo y en pleno estertor, se empieza a reír y dice: “¿Seis per Seis?” y con cara de no entender la complicación de por qué se le pregunta eso, contesta: ”Treinta y seis”.


Ante la infinidad de tú contra el orbe, tampoco conviene ir con cosas muy complicadas, porque ya tienes bastante. Y ese chiste, a este vecino del mundo, siempre le ayuda. Adopta la posición de cualquier atleta  cuando suena el himno que representa a su país…



Y es que nos creemos tanto para, en realidad, lo que somos; y ese chiste nos puede representar. Tantas expectativas para, siempre, una eyaculación precoz... 


¡Y la vida sigue! Pero a este vecino le gusta que le dejen soñar, y esta noche, es un buen momento para ello. Si vais, por favor, no os molestéis los unos a los otros… La vida también puede ser un poco de paz.


*FOTO: DE LA RED

jueves, 21 de abril de 2016

¿POR QUÉ SE VA ASÍ "EL PRÍNCIPE"?



Antes de nada, y evitando decir la palabra en inglés que ahora se utilice tanto, y rompiendo mil lanzas por nuestro castellano, quiero avisar a todos aquellos seguidores de “El príncipe” que no sepan cómo ha terminado la serie, que es mejor que se abstenga de leer el post de hoy, ya que aunque no voy a contarlo todo abiertamente, al quejarme de ciertas cosas, es probable que les “estropee” sus expectativas. Quedan avisados a partir de este momento.


No me dirijo directamente ni a los implicados en el mundillo del cine ni de la televisión, pero hablo a todos los que quieren las historias de ficción en general, especialmente visto desde el lado del espectador/telespectador, que es el lado al que este vecino del mundo siempre ha pertenecido, y últimamente sufrido.



Siempre se ha considerado al cine, televisión y series incluidas, como una escapada de la realidad aunque se vista de ella, una cierta ventana a la ensoñación, e incluso como somos los espectadores los clientes últimos, proclives a que nos hagan en cierta forma la pelota, endulzandonos un poco el paladar, con un final feliz o convencional.


Por tal como se están poniendo las series, aunque este vecino del mundo no es un gran conocedor ni consumidor de ellas, diríamos que a nivel internacional, sino que las series que ve son, casi en su totalidad, españolas, parece que se ha puesto de moda que el final de ellas, tengan un cierto regusto amargo, por aquello de que quizás la amargura nos dirija más hacia la realidad, y consecuentemente se pueda pensar que la serie tenga más calidad.


Ni que decir tiene que “El príncipe” es una serie, a entender de este vecino, de gran calidad, tanto a nivel de guiones, con buenas interpretaciones, en algunos casos soberbias,  y con lo último en tecnología. Y todo ello, además, se nota en el resultado final de la serie. Pero aquí este vecino quiere hablar de otra cosa…


Antes de comenzar el capítulo final de “El príncipe”, y se puede demostrar, lancé un tweet, previendo lo que podía ocurrir, y dejando clara mi opinión: Estoy harto de esa moda de finales agridulces. Tras más de dos años nos merecemos un final de cuento.


Y por lo testado personalmente en Twitter,  especialmente al final del capítulo y serie,  muchas personas eran de mi opinión.


Esta serie, y me ceñiré a ella, para intentar no generalizar, nos ha “costado” a los espectadores más de dos años de  espera, y miles de anuncios violando nuestras retinas. Sé que la productora no es la culpable, ni de los anuncios, aunque en cierta manera viva de ellos también, ni sobre todo de esa especie de “coitus interruptus” en plena segunda temporada, que la cadena nos causó, al postergar parte de esos capítulos, sin explicación alguna (y es que no la había), al año siguiente; quizás pensando que los telespectadores enganchados seguirían de esa manera pegados a sus pantallas, proyectaran lo que proyectaran.


Se supone, ya lo sabemos, que entrar en el mundo del hampa o del terrorismo, tiene sus costes que pagar a los que lo hacen, pero la ficción es la ficción, y en lo que respecta a “El príncipe” concretamente, ya bastante lo han pagado, con sus vidas incluso, tanto malos como buenos, incluyendo a “Fran”, el amigo del “prota”, y una soberbia interpretación de José Coronado.


No es de recibo, se vista como se vista, con razones de todo tipo, que ayer la pareja protagonista, unos convincentes Älex González e Hiba Abouk, no siguiera junta para guardarlos así en nuestro baúl de los recuerdos. Y en el fondo, esa decisión se ha tomado, en la opinión de este vecino del mundo, para que todo se revista de una pátina de más realismo, y de que no se pueda calificar a esa serie como “dulce”, cuando en realidad nunca lo será, por todo tipo de tramas y sucesos como han ocurrido. 


La mayoría de los espectadores no pedíamos ayer el Edén, sino que solo dos personas fueran felices, quizás para que el regusto de todo lo ocurrido nos hiciera olvidar “que en El Príncipe todo acaba en agua salada”, y no nos lo fue concedido.


Por cierto, y antes de terminar, es también imperdonable, por supuesto que desde el punto de vista del vecino, naturalmente, que en el último capítulo no se haga ninguna referencia, a excepción de una última escena ya en los títulos de crédito finales, a Faruq, ese otro “héroe/villano” en la trama, y que al no verle en el capítulo final, pareciera que “sale” por la puerta de atrás de la importancia.



Nuestros políticos claramente solo miran por su partido y por su ego, y a nuestros personajes favoritos, que juegan en nuestros sueños, no les dejan ser felices, porque “eso” parece que no viste de calidad a una serie. ¿Qué nos queda?


*FOTO: DE LA RED

domingo, 31 de enero de 2016

CON EL CONTADOR A CERO



Digamos que no soy de lágrima fácil pero tampoco de los que opinan esa gran tontería de que los hombres no lloran. Si hay que embarcarse en ello, que sea con ahínco. 


Me imagino que en la vida normal lloraré, como creo que lo hará la mayoría de la gente, en momentos, cuando menos, íntimos, como la pérdida de un ser querido. Y, confieso que, por supuesto, en uno de mis grandes amores, en el cine, también lo había hecho, aunque hasta hoy había llorado, lo que se dice llorar, llorar, a moco tendido, tan solo dos veces.


La primera, y que me imagino lo habrán hecho la mayoría de los cinéfilos, fue al ver esa gran película, una auténtico homenaje del cine por el cine, como es “Cinema Paradiso”. 


Sin querer “desvelar” nada, intentando no utilizar ese anglicismo horroroso, como es “Spoiler”, diré que cuando se ven esas imágenes en blanco y negro, de besos escamoteados por la censura, y las primeras películas rodadas  por el protagonista, y  que ignoraba lo que habían sido de ellas, lo único que se puede hacer es dejarse llevar por los sentimientos transformados en lágrimas. No desvelaré nada al decir que esta película es una auténtica joya.


La segunda, y aunque no sea de tanta calidad cinematográfica como la anterior, está basada en un hecho real, y se titula   “Siempre a tu lado, Hachiko”. Interpretada por un ajustado Richard Gere, que es además uno de sus productores, cuenta en realidad la vida de un perro y de su extrema fidelidad. 


Recuerdo que en el cine, hace tan solo unos dos o tres años, intenté no llorar, más que nada para  que el espectáculo solo estuviera en la pantalla, pero una vez de comenzar a llorar, ya me dejé llevar, y el resto de la película la vi como si lo hubiera hecho desde el fondo de una piscina. Vi imágenes deformadas por las lágrimas. Pero, al final, sales del cine con una sensación muy parecida a si hubieras estado en unos baños turcos. Totalmente relajado y con la pérdida de unos cuantos kilos, de líquidos principalmente.


Y como se suele decir que no hay dos sin tres, lo de hoy ha sido hace apenas una media hora, y viendo una película por televisión, concretamente  en el canal AXN WHITE.


La película es “Me llaman Radio” (en el original “Radio”), y es del 2003. Interpretada en sus principales papeles por Cuba Gooding Jr., Ed Harris y Debra Winger.  Como en la anterior película, también está basada en un hecho real.


Es la historia de "Radio", el apodo de un chico solitario y con un cierto retraso, que patea su pueblo acompañado de un carro de esos de los grandes almacenes, y que le gusta mucho la radio y a la música. Auto-marginado hasta cierto punto, no habla con nadie, hasta que  un día, Harold Jones, el entrenador del equipo de fútbol del instituto se hará su amigo, y poco a poco su vida irá cambiando. Una película rebosante de sentimientos y valores. No perderse especialmente los minutos finales…


Totalmente recomendable, aunque no es una obra maestra, seguro que es más que probable que se te quedará en un rincón de tu corazoncito, y no la olvidarás, aunque quizás no quieras admitirlo.


Un consejo: si la ves, procura tener cerca una toalla tamaño sábana, y los ojos, no lo olvides, sin nada de rímel. Si olvidas esta última recomendación, al finalizar la película es más que probable que como se dice ahora, parezcas “afroamericano”, como el protagonista.



Me he quedado tan bien, y relajado, con tanto lloro, que creo que podré seguir soportando la realidad que nos rodeada. Ha sido, y creo que me entenderéis,  como una especie de poner nuestro contador de soportar desgracias a cero.


*FOTO: DE LA RED

domingo, 3 de enero de 2016

LAS MONTAÑAS NO ES UN LUGAR (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)


Creo recordar que entre las críticas a  películas que de vez en cuando incluyo en el blog del vecino, nunca he utilizado la expresión cine alternativoSin embargo, esta vez lo tengo que hacer, y no de una forma peyorativa, para referirme a una película, “Requisitos para ser una persona normal”, muy pequeña en sus formas pero llena de aire fresco en ese planteamiento de juega jugando.


Leticia Dolera, esa joven actriz, no confundir con novata, porque tras de sí, se diría que ya tiene una trayectoria más que sólida, nos presenta su primer largometraje, y como si de Juan Palomo se tratara, ella se lo guisa y se lo come, escribiendo el guión original, dirigiendo y encarnando a María de las Montañas, una chica de 30 años, y a quien la vida, como a tantos hoy en día, no le ha sonreído. No tiene trabajo, y tiene que volver al piso familiar, de quienes estaba un tanto distanciada, y ni tiene pareja ni se le espera.


En la entrevista de trabajo, con la que prácticamente comienza la película, le preguntan qué tipo de persona es, y tras reflexionar, lejos ya de la propia entrevista, se da cuenta de que no cumple ninguno de los requisitos para ser considerada como una "persona normal", por lo que se pondrá, y éste será el argumento de la cinta, manos a la obra para convertirse en eso: una persona normal.

Quizás ahí, precisamente, este vecino del mundo le pueda ver el punto más frágil a una cinta cargada de buenas intenciones, pero ya en los tiempos en que estamos, y visto como está el patio nacional, y cómo se presentan, en televisión al menos, las nuevas generaciones, todo musculitos, guapos/as pero de cultura, flojos muy flojos, creo que ahora no mucha gente está precisamente preocupada por ser una persona normal, porque vende lo diferente, por no decir a-normal.


Hay momentos en la cinta que a este vecino le recuerdan al cine de Woody Allen, con personajes que de pronto hablan a la cámara, y personas que sólo pasaban por allí, pero que en un momento dado son requeridos en su opinión por alguno de los personajes protagonistas.


Parte muy importante del peso de la película recae en un casting muy bien ejecutado, especialmente con el coprotagonista, con un Manuel Burque, desconocido para este vecino, y que está sembrado, como bonachón, en todas sus intervenciones.

Desde que aparece en la película el Señor Burque, tienes la sensación de que es algo más que una persona, trasciende al espectador, y luego, al decirlo uno de los personajes, y no es “spoiler” en sí, te recordará a un gnomo pero en gigante, quizás una contradicción en sí misma, pero es así.

La otra fuente de cariño es el actor que hace de hermano de la protagonista, Jordi Llodrá, que ya tan solo el planteamiento de un personaje como éste requiere mucha valentía, y está muy bien resuelto. No profundizo más para no estropear parte de la trama.

A destacar también, no se debe ni puede olvidar, esa escena dentro del coche, en el garaje, de madre e hija, la madre interpretada por una injustamente olvidada Silvia Munt, en el que el duelo de miradas transmite unos "efectos especiales" de lo mejorcito del cine español.

Quizás, el presunto formato de película pequeña pueda confundir a más de uno, porque en realidad es una película, cuando menos, valiente, diferente, fresca, y fuente de sensaciones, como cariño, alegría, melancolía…Y en momentos como los que vivimos, te hace plantearte si el poseer mucho, verdaderamente te hace feliz. 

Ahora, voy a decir una maldad, entre otras cosas porque me apetece: El gobierno actual, el que todavía está, seguro que no ha visto esta película, está más que claro, ya que nunca han cuidado la cultura, porque de ser así, la hubieran recomendado, para ver la vida de otra manera, y no lo que realmente hay, o queda.

Si no han visto esta película, pónganlo remedio, porque seguro, seguro, que durante los Goya, se hablará de ella, y mucho.

*FOTO: DE LA RED