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lunes, 16 de abril de 2018

RETRATO EN NEGRO



En la época en la que ha surgido la “posverdad” a la verdad le han puesto los cuernos disfrazados de trenzas y peinados al revés.

Los niños ya no juegan al columpio intentando llegar a la luna, directamente  tripulan naves espaciales más allá de Orión y del blade runner de turno en su video juego pirateado.

En los días en los que continuamente al hablar en público se diferencian los sexos, a todos les espera la misma indiferencia.

Ahora que se ha inventado el master de línea blanca, no se puede pedir sueños inmaculados a almas torpedeadas mil veces con publicidad negra. La felicidad se dice que está sobrevalorada  para impedir que busquemos el Edén soñado. Ya no hay un solo muro, sino muchos y de diseño, por supuesto a pagar por el más pobre.

Sin un despertar que comience por reconocernos a nosotros mismos frente a nuestro espejo con un pensamiento libre y propio, no podremos distinguir a los "replicantes" disfrazados de Moisés en el viaje a su “nuestra-tierra-prometida”, y que está al otro lado de ese telón de nubes negras populistas que les rodea y que nunca han querido convertirse.

Respirar verdad cada vez es más difícil en un mundo en el que las niñas ya no desean ser princesas, sino a tener millones de seguidores en su Instagram, mientras en sus fotos siempre se perfilan con morritos amorosos ofrecidos a la nada. Y los niños, siempre más perdidos que ellas, quieren los televisores más grandes para verse un día triunfando en el equipo de fútbol que les llevaría al estrellato.  

Hay días en los que te despiertas buscando la luz, y otros, tristemente la mayoría, en los que ya te levantas con tus zapatos de bailar la música que los de siempre han decidido que se lleva, con los pasos de baile marcados de antemano.

Hay días que son noche y su banda sonora es la soledad. 

*FOTO: DE LA RED

martes, 5 de julio de 2016

EL VIAJE DE MANU



Tan inapropiado como un funeral en una Valladolid de más de treinta grados, tan absurdo como la pérdida de un amigo en la flor de su vida, tan inútil como intentar atrapar el tiempo pasado.


Ayer despedí, despedimos, a un amigo, Manu, de esos de los de toda la vida, que aunque no lo ves durante mucho tiempo, sabes que está ahí para lo que sea necesario… Pero ya no está. Es una gran verdad eso de que los mejores siempre se van, como si este mundo fuera un purgatorio y haya que hacer méritos para irse a otra dimensión…


No conocía Valladolid, sigo sin conocerla, y ya solo me sugiere su pérdida y la cantidad de momentos que no estuvimos juntos. Porque la vida es injusticia, vestida de momentos aplazados para un mañana que no llegará, prima hermana de la utopía.  Porque la vida une, en este caso con su mujer y sus dos espléndidos y cabales hijos, pero también separa, con sus caminos y recovecos, con anestesia, eso sí, cargada de prometedores momentos futuros, aplazando el dolor al momento de la pérdida irreparable.


Uno está convencido, y eso le da fuerzas, de que no nos vamos de este mundo mientras haya alguien que nos recuerde y le sigamos importando. Y tú, Manu, seguirás siendo en nuestros corazones, una de esas personas de recto proceder y buen juicio, pura definición del verbo “importar”, y a las que se recuerda especialmente en los momentos en que buscas el Norte, ese mismo norte al que sin duda siempre has representado.


Puede llegar un momento, ha llegado un momento, en que prácticamente ya tenemos más amigos esperándonos en esa otra dimensión que en esta sala de espera representada por este tipo de vida. Como buen Chicarrón del Norte, y especialmente, amigo de tus amigos, te habrá faltado tiempo para juntarte con Luisfer y Francis que te precedieron, y compartir las novedades. Y, por supuesto, lo mejor, hacer unas risas; ahora ya, seguro, estando donde sin duda estaréis, con eco celestial.


Tan inapropiado como un funeral en Valladolid a más de treinta grados, tan absurdo como tener que irte del Edén al que perteneces, tan inútil como intentar espantar a la injusticia, es estar tristes por el comienzo de un viaje en el que en algún momento, sin duda, nos uniremos.



Manu, nunca te olvidaremos.


*FOTO: DE LA RED



jueves, 21 de abril de 2016

¿POR QUÉ SE VA ASÍ "EL PRÍNCIPE"?



Antes de nada, y evitando decir la palabra en inglés que ahora se utilice tanto, y rompiendo mil lanzas por nuestro castellano, quiero avisar a todos aquellos seguidores de “El príncipe” que no sepan cómo ha terminado la serie, que es mejor que se abstenga de leer el post de hoy, ya que aunque no voy a contarlo todo abiertamente, al quejarme de ciertas cosas, es probable que les “estropee” sus expectativas. Quedan avisados a partir de este momento.


No me dirijo directamente ni a los implicados en el mundillo del cine ni de la televisión, pero hablo a todos los que quieren las historias de ficción en general, especialmente visto desde el lado del espectador/telespectador, que es el lado al que este vecino del mundo siempre ha pertenecido, y últimamente sufrido.



Siempre se ha considerado al cine, televisión y series incluidas, como una escapada de la realidad aunque se vista de ella, una cierta ventana a la ensoñación, e incluso como somos los espectadores los clientes últimos, proclives a que nos hagan en cierta forma la pelota, endulzandonos un poco el paladar, con un final feliz o convencional.


Por tal como se están poniendo las series, aunque este vecino del mundo no es un gran conocedor ni consumidor de ellas, diríamos que a nivel internacional, sino que las series que ve son, casi en su totalidad, españolas, parece que se ha puesto de moda que el final de ellas, tengan un cierto regusto amargo, por aquello de que quizás la amargura nos dirija más hacia la realidad, y consecuentemente se pueda pensar que la serie tenga más calidad.


Ni que decir tiene que “El príncipe” es una serie, a entender de este vecino, de gran calidad, tanto a nivel de guiones, con buenas interpretaciones, en algunos casos soberbias,  y con lo último en tecnología. Y todo ello, además, se nota en el resultado final de la serie. Pero aquí este vecino quiere hablar de otra cosa…


Antes de comenzar el capítulo final de “El príncipe”, y se puede demostrar, lancé un tweet, previendo lo que podía ocurrir, y dejando clara mi opinión: Estoy harto de esa moda de finales agridulces. Tras más de dos años nos merecemos un final de cuento.


Y por lo testado personalmente en Twitter,  especialmente al final del capítulo y serie,  muchas personas eran de mi opinión.


Esta serie, y me ceñiré a ella, para intentar no generalizar, nos ha “costado” a los espectadores más de dos años de  espera, y miles de anuncios violando nuestras retinas. Sé que la productora no es la culpable, ni de los anuncios, aunque en cierta manera viva de ellos también, ni sobre todo de esa especie de “coitus interruptus” en plena segunda temporada, que la cadena nos causó, al postergar parte de esos capítulos, sin explicación alguna (y es que no la había), al año siguiente; quizás pensando que los telespectadores enganchados seguirían de esa manera pegados a sus pantallas, proyectaran lo que proyectaran.


Se supone, ya lo sabemos, que entrar en el mundo del hampa o del terrorismo, tiene sus costes que pagar a los que lo hacen, pero la ficción es la ficción, y en lo que respecta a “El príncipe” concretamente, ya bastante lo han pagado, con sus vidas incluso, tanto malos como buenos, incluyendo a “Fran”, el amigo del “prota”, y una soberbia interpretación de José Coronado.


No es de recibo, se vista como se vista, con razones de todo tipo, que ayer la pareja protagonista, unos convincentes Älex González e Hiba Abouk, no siguiera junta para guardarlos así en nuestro baúl de los recuerdos. Y en el fondo, esa decisión se ha tomado, en la opinión de este vecino del mundo, para que todo se revista de una pátina de más realismo, y de que no se pueda calificar a esa serie como “dulce”, cuando en realidad nunca lo será, por todo tipo de tramas y sucesos como han ocurrido. 


La mayoría de los espectadores no pedíamos ayer el Edén, sino que solo dos personas fueran felices, quizás para que el regusto de todo lo ocurrido nos hiciera olvidar “que en El Príncipe todo acaba en agua salada”, y no nos lo fue concedido.


Por cierto, y antes de terminar, es también imperdonable, por supuesto que desde el punto de vista del vecino, naturalmente, que en el último capítulo no se haga ninguna referencia, a excepción de una última escena ya en los títulos de crédito finales, a Faruq, ese otro “héroe/villano” en la trama, y que al no verle en el capítulo final, pareciera que “sale” por la puerta de atrás de la importancia.



Nuestros políticos claramente solo miran por su partido y por su ego, y a nuestros personajes favoritos, que juegan en nuestros sueños, no les dejan ser felices, porque “eso” parece que no viste de calidad a una serie. ¿Qué nos queda?


*FOTO: DE LA RED

martes, 14 de julio de 2015

MEG, ¿DE QUÉ TE RÍES?



Es lo malo que tienen los recuerdos, que siempre están en el mundo que dejamos atrás y a los que les va cayendo ese polvo de estrellas de sueños incumplidos.

Hace unos días nos inundaron, otra vez,  con fotografías de una Meg Ryan aparecida en alguna ultimísima fiesta, con la piel del rostro tan tensa que no se sabía si estaba sonriendo o tenía problemas para respirar.

Meg siempre ha sido ese sueño, algo inalcanzable que, además, no querías tampoco alcanzar, para dejarlo en ese Edén de imágenes dulces que quieres salvaguardar para tener siempre una razón de esperanza a un mundo multicolor. Aunque la realidad, un día sí y el otro también, se empeñe  en manchar ese mundo, cuando menos sino de grises inadecuados, sí de marrones sin piedad.

Meg, ya lo he dicho más de una vez, ha sido esa vecina de la puerta de al lado (girl next door), de la que crees que solo tú estás enamorado, pero que un buen día descubres que es el objeto de seducción de muchos, y en el fondo, crees también, o quieres creer, que es ella la que te ha engañado, porque necesitas una excusa para olvidarla. Y cada cierto tiempo, sin piedad, la prensa se empeña en recordar con imágenes, además, más hirientes para ella misma.

Personas como yo, siempre te querremos, pero porque nos importas no podemos soportar esa presunta huida hacia adelante. Y ya se sabe, que delante, pronto o tarde, está la desaparición, y el olvido.


Pensaba que nunca diría ésto pero, Meg, mi querida Meg, no quiero que vuelvas a sonreír en fotos nuevas,  o mejor dicho, no quisiera ver más fotos nuevas de ti. Porque comprendo, así como en una especie de efecto rebote, cómo han cambiado aquellos deseos/recuerdos del ayer, y que, aunque no queramos reconocerlo, quizás fuimos más felices pensando en el mañana que en el día en que estábamos. 

Y las fotos, esas fotos amarillentas, siempre son muy crueles, y desde hace un tiempo solamente me sugieren la misma pregunta: Meg, ¿de qué te ríes? Porque tengo la sensación de que te ríes de mí, y de mi juventud, de ese amor que fue solamente platónico porque quisiste, o mejor dicho, porque no quisiste. Y es que el pasado también cambia, desde cada uno de los presentes que siempre son diferentes.

*FOTO: DE LA RED

domingo, 10 de mayo de 2015

El EDÉN VIAJA EN TRAILER


La noche de ayer, sábado 9 de Mayo, no tenía en principio nada especial que hacer, salvo que son las fiestas patronales en uno de los pueblos adoptivos, Ortuella, de este vecino del mundo, y le apetecía, lo que antiguamente se denominaba como “darse un garbeo”, huyendo del cotilleo y discusiones políticas que llenan ese día la llamada parrilla televisiva.

Como mi sufrida, La Nuri, no estaba por la labor, opté por ejercer de Gary Cooper en “Sólo ante el peligro”, y directamente me dirigí a la plaza del ayuntamiento en la que se anunciaba un grupo de esos que no te suenan, pero que sabes que es una de esas bandas profesionales que campan por España, y cuyo sonido en la mayoría de los casos dista poco del original; una apuesta bastante segura.


Este vecino nunca se ha considerado ni una piedra, ni un ñoño, pero lo de ayer nunca le había ocurrido. Cuando llegué, serían las doce menos cuarto, y como me aseguraron los que allí estaban, la orquesta comenzó según lo estipulado, a las once en punto, luego el espectáculo ya llevaba unos cuarenta y cinco minutos. A los pocos minutos, entre la música, luces, colorido, y experiencia, uno no sabe si vital, me entraron unas inevitables ganas de llorar. No, no estaba triste, era algo diferente, una especie de paréntesis, o burbuja, se creó en torno a mí, y debía de sentirme muy bien, porque no quería que aquello se me pasara. Y no pasó. 

Como un campeón, entre bachatas, ritmo latinos en general, grandes éxitos, y momentos, especialmente al final, de rock bastante duro, la opción, tiempo y lugar, se hicieron especiales. Si el cielo existe debe de ser muy parecido a  lo que este vecino del mundo sintió ayer. Y además fue totalmente consciente del esfuerzo, y problema si no sale bien, en el que se meten muchos grupos.

Orquesta Nueva Banda”, un grupo asturiano, que por lo que se ve, con este nuevo espectáculo están celebrando su decimoquinto aniversario, ha tirado lo que vulgarmente se conoce como la casa por la ventana, y se mueve con un tráiler que a la postre será directamente el escenario. Por lo que una vez llegan al sitio en el que van a actuar, ya está todo prácticamente montado, luces, decorados, tres grandes pantallas en las que en cada canción se crea un mundo diferente, incluso cuentan con dos ascensores en la mitad del escenario, especial para ser usado en canciones románticas que hacen levitar entre nubes de amor, y solo tienen que dar rienda a esa fuerza hidráulica, y marchosa, que mostraron hasta las tres de la mañana.

Son nueve artistas, que se nota que no lo hacen solo por dinero. Viven de ello, al menos lo intentarán, pero seguro que viven por ello. Si alguien quiere conocer sus nombres e historias, se puede dirigir a su página web (http://www.orquestanuevabanda.com/). No, evidentemente el que esto escribe no va a ganar nada con ello, pero se suele decir que es de bien nacidos ser agradecidos,  y el momento que ayer viví difícilmente se me va a olvidar, además, ni quiero, ya que si el Edén existe, se parecerá bastante. Porque seguro que ese lugar, el Edén, donde quiera que esté, antes de entrar lo decoran cada uno de sus habitantes a su manera. No me pregunten cómo, pero quizá son diferentes cabinas, como las que estaban ayer en la mitad del escenario, y que llegaron muy cerquita de ese cielo nublado y enamorado que aparecía en las pantallas.

Espero que el ayuntamiento de Ortuella  repita el año que viene contratación, lo que hay que hacer cuando se acierta, como fue ayer el caso. Nunca vi la plaza ni tan llena a las tres de la madrugada, ni tan entregada a ese rock reivindicativo que a esas hora sonaba. 

Por cierto, para esos espectadores, que este vecino denomina como “verdulianos”, y que se preguntan si había mujeres en el espectáculo. De los nueve artistas, porque lo son, que componen el grupo, hay una mujer, muy joven, y con una gran voz. Es guapísima, pero eso debería de sobrar, porque de sus compañeros seguro que no les interesa si lo son o no.

Si en algún momento se enteran que “Orquesta Nueva Banda” está cerca de ustedes, vayan, porque incluso creerán ver, en un momento dado, al mismísimo Michael Jackson.


*FOTOS: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA

miércoles, 23 de abril de 2014

UN TROCITO DE SHANGRI-LA

Hoy en alguno de esos periódicos digitales, y más tarde en emisoras de radio que “leen” esos periódicos, han hablado sobre la calle en la que sale más caro comprar un piso en España, y cualquier donostiarra, sin embargo, ya lo sabía desde hace muchísimo tiempo, porque es en el paseo de Miraconcha, en frente de la mismísima playa de la Concha. Y con esa noticia, hoy tristemente confirmada, se va al traste uno de mis sueños más íntimos.
Hay quien sueña con suecas, no de Sueca en la provincia de Valencia, sino de la mismísima Suecia. Otros, que por ejemplo tienen el alma blanca, sueñan con la décima. Sin embargo, para este vecino siempre ha sido su Shangri-La, su trocito de Edén, el sueño de levantarse por las mañanas, y salir a su mirador, precisamente en Miraconcha, con su calzoncillo descolocado, y mientras se lo coloca, el calzoncillo y todo lo demás, abrir los ojos, todavía somnolientos, y comprobar cómo se juntan una vez más el azul del mar con el del cielo.
Y lo triste no es pensar que nunca, al menos en esta vida, conseguiré mi trocito de Shangri-La, sino comprobar que los sueños tienen un precio, y que hay personas que los pueden conseguir sin parpadear. A este vecino se le plantea entonces que no debe de ser lo mismo los sueños de un "currela" que los de un multimillonario, que no es que tenga dinero en el banco, sino que es el propietario de una cadena de bancos. Y seguro, seguro, que el multimillonario te vendrá con la milonga esa de que él no puede ni soñar porque está todo el día currando, y que para él su sueño sería el poder tomarse una caña con sus amigos del alma.
Este vecino no puede negar, de que aunque al comienzo del post no pensaba en él, ahora le viene a su mente el Señor Blesa, que no sabe si habrá conseguido sus sueños, pero sí el dinamitar presuntamente miles de sueños de sus clientes, y algo muy, muy morboso, el sentar en un banquillo al juez que previamente le había sentado a él. Quizás por eso no hay duda, de que de España se puede decir que es la tierra donde cualquier sueño es posible, sobre todo si tienes mucho dinero, jeta y amigos apropiados. 

*DIBUJO: DE LA RED

jueves, 3 de abril de 2014

LA NOCHE COMO VERDAD

Hace muchos años aprendí que la noche es la verdad.  Es el momento en el que los gigantes de la memoria se despiertan, el reino de lo sabido y ocultado. El rastro que queda de los dioses del  miedo.
La noche es la bruja de los cuentos, el hermano malo del bueno, la cara oculta del Edén, la verdad de la mentira. La noche es el sonido del silencio, la sombra del día, el recuerdo de lo que se quiere olvidar. La noche es el vestido del ladrón, el cobijo del amante, el castigo del engañado. La noche es frío para el soltero, la soledad del viudo, la verdad del amargado.
En el mundo de los conquistadores la noche es terreno inconquistable, las arenas movedizas de la memoria, el planeta cuestionable de lo que no se cuestiona. La noche es un susurro constante de lo que quieres olvidar, la cicatriz de la herida, el telón del teatro de la vida.
Los años pasan, y el miedo a la noche contínúa. No existe una escuela para aprender  a dominar la noche, a domarla, a leerla, porque la noche es el lado salvaje del reprimido, la rotura del acero bien templado, el final del terreno conocido, el lugar donde no sirven los mapas.
Aunque te quiera olvidar la noche es tu aliada, porque susurra tu nombre en deseos interminables, porque me recuerda a aquella vida contigo. Ahora, sin embargo, son noches capadas, sin la luz de tus besos, de tus susurros, sin el salvoconducto a la felicidad.
Si la noche es la verdad, el resto es mentira, mentira para olvidar tu ausencia, para emborrachar mis sentimientos, pero nunca te podré ver, no doble, sino una simple vez más, para decirte los “todavía” que tengo almacenados, porque todavía te tengo presente, como a la noche en que decidiste dejarme, y las sombras que todavía me cubren. 

*FOTO: DE LA RED

sábado, 20 de julio de 2013

BUSCADORES DEL EDÉN


Siempre se ha dicho que si estás esperando a la musa, para practicar alguna de las artes, es preferible que te pille trabajando. En mi caso se ha demostrado en múltiples ocasiones que sé dónde están mis musas, y por eso cada vez que se me resiste alguna idea, o más bien ando escaso de ellas, me doy una vuelta por el supermercado que está cerca de casa, y siempre vuelvo con algo.

Tenía miedo de confesar eso, porque tal como están las cosas cualquier día se inventan algún impuesto por desgaste de musa o algo parecido, y tenemos que dejar hasta las pestañas.

Visto en las estanterías, ahora se lleva la mezcla de todo. Quiero decir, la chispa de la vida, cada día es menos chispa, porque le han quitado de todo a la bebida americana, y ahora la disfrazan, solo durante un tiempo, según la publicidad, de “cherry”. Este vecino se imagina que así cobran más que anunciándolo como simple “cereza”.

En realidad, ya nada es nada, desde que embotellaron el agua con diferentes sabores: naranja, limón...

Lo mismo ocurre con los sentimientos. La misma alegría se puede llenar de lágrimas, o al revés.

Hoy mismo aparecen en los periódicos digitales unas declaraciones del último ganador del concurso “Pasaplabra” en la cadena alegre, Juan Pedro Gómez, y tras batir todos los registros del máximo de dinero conseguido en un concurso en España, 1.674.000 euros, dice que “no le da para retirarse”.

Hay que añadir un pequeño detalle a todo esto, además, y es que el citado concursante llevaba cuatro años en el paro, tiempo que ha aprovechado para aprenderse el diccionario y presentarse a varios concursos de televisión.

Este vecino quiere creer que estas desafortunadas declaraciones son el producto consecuente al repaso que le ha dado Hacienda, y que se habrá llevado casi el cincuenta por ciento de lo ganado.

Es como si a todos los buscadores del Edén, el que más cerca, por dinero,  ha conseguido llegar, diga que el Edén no existe, que es una leyenda urbana.

Desde estas líneas al ya ex-concursante le aconsejaría, desde la distancia que dan los años ya cumplidos, que no hay que pensar en el futuro, porque éste nunca llega, solo se acerca disfrazado de ayer y de hoy. Y en el caso de que el futuro existiera, lo mejor sería recibirlo en buenas condiciones desde el presente, y para eso, para el presente, digamos que el destino en esta ocasión, al menos, le ha equipado bien.

Que el dinero no da la felicidad, es probable, pero que no lo diga el primer día de haber llegado a ese club de escogidos por el destino, porque es como si nos dijera que ni los Reyes Magos ni el Ratoncito Pérez existen, porque siempre nos lo hemos imaginado, pero con ellos la realidad es mejor.


*FOTO: DE LA RED