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miércoles, 1 de julio de 2020

CON AGUJETAS EN EL ALMA


Y ya estamos a 1 de Julio del 2020. Hemos quemado medio año sin parpadear, o mejor dicho en este caso, el medio año ya pasado nos ha incinerado a nosotros.

Hemos vivido la trama de una película de ciencia ficción y un thriller al mismo tiempo, iba a decir que gratis, pero de eso nada. Ha habido un alto costo sobre todo en vidas, y esa sensación de que estas varias generaciones que habían vivido, por decirlo de alguna manera, “tranquilas”, ya han sufrido su “guerra” particular, que en el mejor de los casos nos ha dejado con el panorama de nuestras vidas cambiado.

Algunos pensarán que exagero, pero ya nunca más seremos los mismos, aunque hagamos las mismas cosas y vistamos las mismas ropas. Teniendo el bagaje que ya tenemos, no podemos mirar hacia adelante, al menos sin agujetas en el alma, por el vapuleo del destino sufrido.

Quizás, y tal como nos encontramos, las verdaderas Navidades se debieran celebrar ahora. Para vivirlas en familia, y recogidos en nuestras casas. Y no ir todos como locos a la búsqueda del virus a la misma playa, o a la misma cola de la terraza, aunque ésta se encuentre en la ciudad.

Ya sé que estoy hablando como un pesimista, que normalmente no lo soy, o al menos no me considero como tal, pero siempre se ha dicho también que un pesimista es un optimista bien informado.

Por cierto, me consta que más de un empresario este año tiene a huevo practicar el chantaje emocional con sus empleados a la hora de que quieran disfrutar sus vacaciones. Además, si otros años sin pandemia ya lo hacen o intentar hacer, lo del chantaje emocional me refiero, ahora solo tienen que hacer una pregunta, "¿No has tenido suficientes vacaciones este año?", mientras te miran a los ojos, esos que en muchas circunstancias, como ésta precisamente, están directamente relacionados con las ganas de defecar.

Una ayuda para intentar contestar adecuadamente a la pregunta comprometida y con mala leche de su “querido” jefe:
"Sí, ya lo sé, pero como buen español y mucho español, nos tenemos que sacrificar yendo de vacaciones, aunque no tengamos ni ganas ni dinero, para que sus compañeros empresarios de la industria turística, puedan salir del paso y respirar con menos dificultad. El deber nos llama."

Y si a eso acompañas con unas lagrimitas saliendo de tus ojos, y el mismo tono que el discurso de Escarlata O´Hara en “A Dios pongo por testigo…”,  llegarás como trabajador en tu mismo curro hasta finales de año. Eso espero.

*FOTO: DE LA RED


sábado, 1 de junio de 2019

SEÑORA VILLACÍS, BESCANSA UN POCO



Primer día de junio y es como si hubiéramos dado la vuelta al tiempo a modo de calcetín y no se habla, no hablamos de otra cosa, que no sea la temperatura que tenemos. En Donosti, entre 32 y 33 grados. Y puede que me quede corto.

No hay mal que por bien no venga, y mientras nos torramos bien torrados no hablamos de otros asuntos. Porque este vecino del mundo sabe, sin ningún género de dudas, de que con el tema que va a tratar hoy va directo a un jardín, no sabe si frondoso, pero sí tan complicado de salir como el más lioso de los laberintos. Pero ya se sabe que cuando te hablan las tripas, solo puedes tirar para adelante y apechugar con las consecuencias.

Y es que uno ya está hasta el gorro de mensajes, especialmente en la época de votaciones que hemos pasado, de esas mujeres que llegan a todo sin despeinarse, sin comentar en ningún momento de la ayuda que puedan tener pagada, de lazos de sangre, o de ambas. Representantes del centro derecha moderado, según ellos, que en dos días han parido, y compañeras de presunta coalición dicen que “ese tipo de mujeres me gustan a mí”, dejando en la lontananza del tiempo, por ejemplo, a una Carolina Bescansa que para hacer evidente el esfuerzo de muchas mujeres, la mayoría, en "conciliar", famoso verbo, difícil de conjugar con la realidad del día a día, apareció en su escaño de diputada, entonces, con su bebé. No sentando nada bien a esa derecha representante de la patronal.

Llevamos una época, it-girls incluidas en que están en todas partes y además no se quejan de trabajar dentro y fuera de casa, niños incluidos, y parece que lo hacen no solo sin despeinarse, sino que encima les da tiempo de hacerse más de un photocall (por el que cobran, por cierto), con lo cual la María, o el José de turno, que se tengan que quedar en casa, llevan además de la escasez con la que viven, una especie de lupa que les aumenta la sospecha de no hacer todo lo máximo que puedan para “moverse” más.

Lo peor de la última campaña electoral fue precisamente lo que no se dijo, pero se mostró en un primerísimo primer plano. Esa Begoña Villacís que en un pispas había parido y en dos o tres días ya aparecía con el cochecito de su bebé, desfilando junto a gentes de su partido en un gesto de aparente normalidad, pero cuidado y medido al máximo.

Eso me recordó a lo que ocurría en la empresa en la que trabajé durante muchos años. Los jefes, aparentemente, nunca cogían vacaciones, cosa que al currito de turno intentaban hacerle chantaje emocional, y crearle una especie de cargo de conciencia. Ellos, sin embargo, siempre estaban en ferias y reuniones en muchas partes del mundo. Y cuando volvían, lo hacían semanas después, luciendo presunto moreno de cuatro o cinco estrellas y un humor libre de cualquier tipo de estrés…

No es lo mismo tener que batirse el cobre todos los días, que ser el propietario de las instalaciones donde lo haces, además del cobre mismo. 

Lo peor de todo no es, como dirían en mi pueblo, “que te la quieran dar con queso”, sino que estén convencidos de que eres tonto y vas a tragar con todo. 

*FOTO: DE LA RED