A
medida en que este vecino ha ido cumpliendo años y experiencias se
le han ido formando capas como las de las cebollas que hacen que su
capacidad de sorpresa vaya menguando. Sin embargo, hoy la sorpresa ha
sido tremenda al enterarse de que una de las partes más importantes
de la ceremonia del juramento y toma de posesión en el segundo
mandato de Barack Obama, como era el canto del himno por parte de
Beyoncé haya sido en playback.
Que
quede más que claro, nítido, que la culpa no debe recaer en la
cantante sino en las “mentes pensantes” que momentos antes de la
ceremonia han decidido que lo que la gente debía oír en realidad
era el sonido tomado el día anterior durante el ensayo.
Da
la casualidad de que este vecino había visto la citada parte de la
ceremonia antes de enterarse del “truco” y le había parecido que
la cantante norteamericana no había estado muy fina durante su
actuación, pero no le ha dado más importancia al tema, al pensar
que la presión, el frío y el ruido ambiente le han podido
perjudicar durante su actuación, y que lo importante en realidad era
el significado del momento.
Ahora
tras la noticia, ya todo cambia, y se pueden dar muchas lecturas al
tema, pero muy pocas, si las hay, buenas.
Entre
las primeras reflexiones queda claro que el mensaje que se manda
siempre está milimetrado y no queda nada al albur, por lo que se
puede entrever que cuando se deja que la población se “cabree”
al enterarse de una noticia por ejemplo, es porque conviene.
Hasta
que punto la sociedad decide, o le hacen creer que decide.
Tratándose
del uso del poder es difícil de creer que las decisiones que se
toman sean hechas desde un presunto paternalismo gubernamental, y es
más fácil buscar la verdad en el uso de todos los medios posibles a
beneficio del poder por el poder. Se hace lo que se quiere hacer pero
con un presunto paripé democrático.
En
otro orden de cosas lo mismo ocurre en ciertas cadenas de televisión
en las que estamos cansados de ver a gente normalmente no conocida
hablando mal de otra, ésta sí más conocida. El problema es que al
entrevistado cuando se le paga para que hable, ya se sabe lo que va a
decir, y no solo se le deja sino que se premia por hacerlo, sea
verdad o mentira lo que diga, que eso tristemente ya es lo de menos. Y
los entrevistadores, gente de la casa, se pasan todo el programa dando
palos al entrevistado, mientras se rasgan las vestiduras, un día sí
y el otro también, porque normalmente como mínimo son conocidos de
la persona sobre la que se habla. Los entrevistadores quedan bien y
en realidad los otros dos elementos, el sujeto activo y el pasivo,
han recibido más palos que una estera.
Nunca
se decide nada porque en realidad lo único que importa es el dinero
y la audiencia, sea en un programa televisivo o por lo ya visto en
una ceremonia institucional, en la que hasta ahora parecía que se
valoraba el sentimiento y la verdad que hay en él, pero incluso eso
no interesa cuando hablamos de las altas instancias del poder.
Lo verdaderamente triste será si un día nos enteremos que incluso era playback no solo el himno, sino la voz del presidente y lo que decía, y que en cierta manera ya lo es cuando presuntamente no dice lo que quiere, sino lo que quieren otros.
*VIDEO: DE LA RED