Cuando se acercan estas fechas, a las de final de año me refiero, siempre se hace una especie de balance de lo bueno y lo malo del año que acaba, pero pensándolo bien creo que a éste, que gracias a Dios está a punto de acabar, no se le puede considerar un año normal.
Mientras que el año 2010 siempre quedará en los anales como el año en que fuimos campeones, del Mundo en fútbol, se entiende, este año se podrá caracterizar por el año en que los trabajadores, al menos en España, perdieron la mayoría de derechos adquiridos durante muchos años, a manos, y eso es lo paradójico, de un gobierno que se autodenomina socialista.
Está claro, para este vecino del mundo, que lo mejor que puede pasar con este año, es que termine, y si fuera posible arrancar tres o cuatro hojas del calendario a la vez, y ponernos directamente, por ejemplo, en el 2016, que dicho sea de paso va a ser un año muy importante para los donostiarras.
Sería curioso levantarse el uno de Enero del año que va a comenzar, y salir a la calle para comprobar lo que tenemos o dejamos de tener en Donosti ese año. Ir a Riveras de Loyola por si aparece por allí la estación de autobuses, o algo más.
Después, tras pasar por la estación del topo y comprobar si ya está en funcionamiento el pomposamente denominado metro de Donosti, acabar con el paseo y con las dudas, al lado de la estación del Norte, para verificar si está allí la estación de autobuses, y si hay algún vestigio del tren de alta velocidad.
Es más que probable que durante ese paseo de comprobación, y pegado en alguna pared, encontremos algún pasquín aportándonos quizás algún dato sobre el comportamiento del gobierno y el por qué nos va como nos va.
Al final como en un gran flash-back solo nos queda el vivir los cuatro años que nos habíamos saltado de un plumazo y ver como se siguen formando los lodos que previsíblemente traerán aquellos barros, y sino..., tiempo al tiempo.
Pensareis que este vecino hoy se ha levantado pesimista, puede ser, pero teniendo en cuenta el año que llevamos es comprensible.
Lo mejor que podremos hacer un día como mañana, por la noche, será brindar por lo venidero, y no olvidar lo pasado, porque siempre hay que aprender de los errores, ya que, no nos engañemos, la culpa no es toda del gobierno, porque, entre otras cosas, ha sido nombrado por nosotros.
Lo dicho, mañana a medianoche y tras las uvas y las campanadas nos sentará muy bien una copa para reflexionar.
*FOTO; DE LA RED