sábado, 11 de junio de 2011

EL AUTOBUS DE COLA

Hay momentos en el que el cerebro te pide una cosa y el hígado te pide otra.
Me explico: Estaba preparando otro tema para este blog cuando unas imágenes del Telediario me han sacado literalmente de quicio.
Las imágenes están tomadas de una tienda cualquiera de Alemania donde las únicas verduras que se venden son alemanas, y según la voz en off que comenta la noticia esto es representativo del resto del país.
La primera pregunta que me viene a la mente es: ¿Qué pasa, que si el virus es alemán, mata menos?
En el supuesto de que la reacción del gobierno alemán en el comienzo de la denominada, por mí naturalmente, crisis del pepino, fuera la correcta dando la alarma y prohibiendo las verduras de ciertas zonas, entre ellas de España; no entiendo ahora, cuando se supone que ya se ha localizado realmente el origen del foco infeccioso, y que además es en Alemania mismo, las únicas verduras que se venden son de origen alemán.
¿Debo entender, con esta decisión entonces, que la primera acción fue netamente desmesurada? Porque con esta actitud creo entender que una vez que se sabe el foco de origen, el resto se puede vender. Sin embargo la primera acción fue acusar a los productos españoles, no se utilizó la palabra presunto para nada, y después cómo arreglas el desaguisado.
No porque un país vaya a la cabeza de la economía actual europea quiere decir que, y hablando en el lenguaje de los piratas, que creo que viene muy bien aquí, tenga patente de corso, y no pueda equivocarse en la doctrina que intenta que los demás países europeos sigan.
En realidad, está nítido como la patena, como diría el cura de mi pueblo, que en realidad lo primero es su interés, y el que venga por detrás que corra.
Voy a contar una anécdota que es totalmente cierta, por muy exagerada que pueda parecer:
Hace ya muchos años, alrededor de veinte, estábamos parte de la familia (mi hija, mi madre y el que lo cuenta) disfrutando de unos días en Gran Canaria, cuando al volver de pasar unas cuantas horas en un magnifico lugar que se llama Palmitos Park, donde puedes ver todo tipo de flora y animales, estábamos en el aparcamiento esperando a que viniera el autobús para llevarnos de vuelta a la Playa del Inglés, en realidad al pueblo de San Bartolomé de Tirajana. Estábamos los primeros donde se supone que era la cola, y…nos quedamos fuera. Vinieron un montón de alemanes juntos que con la altura que tenían no nos debieron de ver, y como estaban tan alto, y con el eco, no debieron de entender nuestras quejas, ni los adjetivos que les regalamos. Resumiendo: nos quedamos esperando a la siguiente guagua, como llaman los nativos al autobús. Desde entonces aprendí que los alemanes no hacen cola por orden de llegada, sino de altura y por eso tienen todos la misma talla, MMG, o lo que es lo mismo MU MU GRANDE.
Por cierto, aparte de que ganan más que nosotros, suerte para ellos, pagando la misma cantidad de dinero en el hotel, en vez de dos semanas, ellos estaban tres. Es lo mismo que lo que ocurre con los bancos, que ayudan al que ya tiene dinero, pues como dice mi madre: Dinero llama a dinero.
En cierta manera, los alemanes son como los argentinos pues te cuentan milongas. Al final, tal como quieren que quede el panorama económico europeo, ellos ya han cumplido de antemano todas las normas, puestas por ellos naturalmente, y tú eres el que te tienes que amoldar. Ellos se montan en un autobús, y los demás…donde pueden.
Espero que al final de mis días, y cuando vaya a rendir cuentas a Dios, no me entere de que éste, Dios, es… alemán. Entonces entendería muchas cosas. Porque puestos a suponer si Dios es alemán, adivinen el pais de donde viene el demonio.

*FOTO: SHUTTER STOCK

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