Desde hace unas horas un chupinazo ha roto la tranquilidad en Pamplona. Ya han comenzado los ocho días soñados por muchos, en los cuales casi todo es posible. Como hace muchísimos años que se convirtieron en unas fiestas a nivel mundial, muchas personas vienen a ellas con todo tipo de razones, y muchos de ellos bajo el escudo de la fiesta, practican todo tipo de excesos y actos, que en su lugar de residencia no los harían, pero muchos de estos actos tienen una especie de bula, llamada tradición.
Cuando haces algo de difícil justificación en un estado normal, y al tiempo vuelves a repetirlo, esta vez con premeditación y alevosía, y muchas veces con nocturnidad, a eso se le llama tradición.
El mapa de España está lleno de tradiciones, especialmente en el marco de las diversas fiestas veraniegas, por las que se defienden muchos actos, algunos de los cuales surgidos hace muchos años, que en su momento quizás no se cuestionaban, pero ahora que la manera de pensar de la sociedad en general ha cambiado, como mínimo “chocan” mucho.
Lo triste de todo esto es que tradiciones de este tipo vienen ya en muchos viajes organizados para los guiris, y se les pinta como que practicar las citadas “tradiciones” es lo más normal, dando la impresión de que si no quieres que te tomen por “guiri”, tienes que hacerlo.
En este punto, siempre me acuerdo de las historias de Tintín, en donde los hermanos Hernandez y Fernandez para intentar pasar desapercibidos en sus siempre ajetreados viajes, se ponían los trajes típicos del país que visitaban, por lo que el efecto que conseguían era el contrario del deseado.
Una de estas tradiciones es la de saltar de la fuente de Navarrería, jugando a ser pájaro, pero hay que recordar que los pájaros tienen la facultad de volar, y aquí quizás la única facultad puede ser en la que estudiaron o estudian los presuntos hijos de Ícaro. Si pasan menos accidentes es por la “piedad” de quienes los paran al ras del suelo, y del santo que estos días tiene mucho trabajo como ya es tradición.
*FOTO: DE LA RED
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