jueves, 18 de octubre de 2012

DE EMMANUELLE AL CIELO

Cada vez que lees las noticias, en este caso en un periódico digital, esperas titulares de hondo calado como a “estallado la paz” o “un científico americano a encontrado el antídoto contra el paro”. Sin embargo, la realidad te golpea en la cara con noticias, como la de hoy: Fallece la actriz Sylvia Kristel, que encarnó al mito erótico Emmanuelle.
Decir Sylvia Kristel es mencionar un icono cuando no existían los iconos. Fue el paso de nuestra niñez en blanco y negro a la española, a nuestra juventud con pretensiones europeas y a todo color.
Sus películas arropadas de buena factura, lujo, preciosa fotografía en paisajes tropicales, con música, en la primera de Pierre Bachelet, y en la segunda de un muy famoso en su momento Francis Lai, en especial por la banda sonora de Love Story, permiten que la gente pueda confesar que las ha visto porque son una especie de revista de papel couché, y el papel couché no lo utiliza cualquiera.
Hay películas que en nuestro subconsciente han dejado un impacto que en determinadas circunstancias siempre nos acordamos de ellas. No creo que haya nadie que cada vez que se vaya a meter al agua en una playa abarrotada, no se acuerde de esa escena en “Tiburón”, pues lo mismo le ocurre a este vecino del mundo cada vez que se encuentra con un sillón de mimbre. Esa imagen de Emmanuelle sentada en ese sillón, que con los años recibió el nombre de su personaje, es la versión más cercana que teníamos del cielo en los años setenta.
En cierta manera la saga Emmanuelle contribuyó a luchar contra el racismo, pues después apareció en nuestras pantallas “Emmanuelle negra”, con una Laura Gemser pletórica, y convirtiendo lo implícito en explícito.
Recordando épocas pasadas, mediante tristes noticias como ésta, nos damos cuenta de que todavía no existía ni internet, ni el teléfono movil, ni videojuegos, pero la juventud de entonces tampoco se aburría, aprendiendo a vivir de las sugerencias, y del “más allá de lo que todavía te dejan ver”.
Con Silvya Kristel se nos va el edén de nuestros sueños picantones, y parte del por qué queríamos ser europeos.
¡Descanse en paz!

*FOTO: DE LA RED

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