Llevo dos días en que
han cambiado mis prioridades vitales. Llevo dos días en los que he
comenzado un régimen, y para no intentar ningún tipo de truco de
esos de donde dije digo, digo diego, he contactado con una empresa
especializada que me ha diseñado un régimen personalizado. No voy
a dar el nombre de la empresa porque no me pagan por ello, sino que
al contrario, a la vez que presuntamente me aligerarán el estomago,
lo notaré también en la cuenta corriente.
Lo gracioso del caso, por
decirlo de alguna manera, es la igualdad de comportamiento de la
gente que me rodea.
Desde el primer momento
en que tomé la decisión de comenzar una dieta, decidí también el
comentarlo a mis familiares y amigos, porque así es una especie de
reconocimiento del acto en sí, y para que me sea más difícil el
dar marcha atrás. Desde ese instante, prácticamente la reacción de
las personas informadas del tema ha sido la misma. Todos me dicen: -
Cuidado con el efecto rebote -. A lo que yo les contesto con una
sonrisa beatífica que no denota la cantidad de cuchillos y bombas
que les arrojo: - Para que haya efecto re-bote, primero tiene que
darse el efecto “bote”, es decir adelgazar una cierta cantidad de
kilos-.
Ya he comenzado a tener
los primeros síntomas de que algo está cambiando en mí.
Como
intento mantener mi mente distraída para no pensar en comida las
veinticuatro horas del día, estoy alternando la lectura de dos
libros, para no pensar en más asuntos.
Estando
en esas en la cocina, de pronto mis ojos se fijaron en el
frigorífico, de forma rectangular y de un frío color blanco. Pues
ya no es lo que parece, sino que comenzó a contonearse y a guiñarme
uno de los imanes traídos de las últimas vacaciones en la Riviera
Maya. Por cierto, el contoneo del frigorífico no envidiaba en nada a
la Rita
Hayworth
de Gilda. El problema fue que al acordarme de las tierras mejicanas,
también recordé a los cenotes (una especie de cavernas con agua),
que todos los turistas que se precien quieren ir a ver. Y para
“cenote” el que me hubiera dado en ese instante.
Por
un momento me dí cuenta de que los desiertos se pueden dar incluso
en lugares donde no hay ningún grano de arena, porque yo al menos
acababa de sufrir un espejismo, y estaba seguro de que solo sería el
primero de una variada lista.
Como
ésto va para largo, muy largo, me temo, volveré con más
experiencias sobre mi no
relación
con la comida. Pero esta guerra, porque es una guerra a las grasas,
la tengo que ganar, y no sirve para nada hacer prisioneros, porque
serían una carga. Y, precisamente, se trata de eso, de quitarse un
lastre que lleva mucho tiempo conmigo, pero en el que sus horas ya
están contadas.
*FOTO: DE LA RED
Ánimo. No estás solo. Y si por el camino pierdes alguna "batalla" y caes, no desesperes, que lo importante es ganar la guerra, que como bien dices es larga.
ResponderEliminarUn saludo.
JoseRa
Muchas gracias JoseRa. Ésto está claro que va a ser muy largo, y de todas maneras todo lo que sea quitar kilos..., será bueno.
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