lunes, 29 de abril de 2013

LAS COSTURAS DE LA VIDA


Cuando los buenos recuerdos se convierten en pesadilla algo dentro de tí se remueve y puede originar un terremoto de sentimientos con epicentro en el corazón.
Algo más o menos así se ha producido este fin de semana, cuando en una de las cadenas de nuestra televisión, en un programa sobre recuerdos de nuestra música de los años sesenta y posteriores, apareció un cantante que ha sido banda sonora en la vida y en los sueños de millones de españoles e iberoamericanos durante décadas.
Este vecino del mundo no va a decir su nombre por respeto a él, y para evitar alguna posible demanda, aunque considero que ésta, si la hubiera, pudiera ser bidireccional, por haber entrado en nuestras casas sin pedir permiso y arremeter contra nuestros recuerdos de esa manera tan cruel.
El problema de muchas personas es el no poder llevarse bien con la imagen que cada día va viendo envejecer en su espejo, y ésto se puede multiplicar si el sufridor de imágenes es un artista famoso.
La primera impresión que sentí al verle fue que era mezcla de una versión española de Michael Jackson y del fantasma de la ópera, y que daba miedo, mucho miedo. Este vecino en ningún momento quiere ser ni malo ni irrespetuoso, prueba de ello es que no he querido decir su nombre.
Una persona que ha sido guapa y elegante, si sabe envejecer con dignidad, aceptando las arrugas y canas que da la vida como medallas que el tiempo te pone, se puede convertir en un maduro cuando menos elegante, con el pelo blanco, o con una calva “brillantemente morena”, y digno sucesor de aquella estrella que un día fue. Ahora, sin embargo, es una muestra patente de lo que él piensa sobre sí mismo.
Asunto aparte serían los doctores que se avienen a colaborar en operaciones de estética que saben de antemano que el resultado cuando menos va a ser dudoso, e incluso contra natura.
Ni en su momento estuve de acuerdo con la actitud de la Garbo de desaparecer del mapa para que nadie viera su manera de envejecer, ni el luchar contra los efectos del tiempo, batalla que tienes perdida de antemano.
Y lo que me pone más triste del asunto es que siendo compositor de sus propios temas, y de los de mucha gente más, haya dejado aparcada esta actividad, privándonos de poder disfrutar de nuevos momentos, aunque sea en nuevas gargantas.
Os dejo por hoy para intentar reparar los daños de la porcelana de mis recuerdos en el terremoto de sentimientos de estos días atrás. Han sido innumerables, y me temo que a la postre, irreparables. Es una pena, como la que pasé.

*FOTO: DE LA RED

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