lunes, 1 de abril de 2013

UN CUENTO DEL INCONSCIENTE


He pasado una noche toledana. Se me ha aparecido en sueños la Merkel, Doña Angela, vestida a lo Guillermo Tell tocando la flauta, y miles de niños y niñas, al rededor de doscientos mil, le seguían al son de esa música que evocaba lejanas tierras. Unos llevaban bata blanca y estetoscopio, otros, debajo del hombro planos enrollados mostrando edificios que habían imaginado. Más allá se veían otros niños con casco blanco que querían hacer túneles para sortear montañas, y así hasta el infinito.
Pero en el sueño, yo sentía que la dicha no era completa, porque había otros niños, incluso hermanos de los anteriores, a los que no dejaban unirse al grupo porque eran malos estudiantes.
La señora de la flauta prometía a sus padres que iba a cuidar de aquellos niños durante una buena temporada a cambio de su trabajo, y que cuando las cosas fueran bien en estas tierras, los niños, ya hombres, volverían llenos de experiencias y dinero.
Por el contrario, en una esquina del cuento, rodeados de vigilantes con traje y corbata, nos encontrábamos unas cuantas personas completamente marginadas, que no parábamos de chillar, intentando hacer comprender a los padres que no se fiaran de ella, pues nosotros sabíamos que la flautista, era integrante de una banda, los políticos europeos, que en gran parte eran los causantes de nuestro infortunio, pues desde que seguíamos sus consejos con respecto a la economía no levantábamos cabeza.
Intentábamos explicar que la verdadera guerra de ahora era esa, la invasión pacífica; y que sin bombas, iban a matar nuestros sueños, porque aunque nuestros hijos pensaran volver dentro de unos años, ya tendrían mujeres e hijos que no querrían venir a una tierra que solo conocían de oídas, y que, según lo que sabían, era tan pobre que sus padres se tuvieron que ir de ella.
Es curioso, pero aunque era un sueño, un mal sueño, me he levantado lleno de zozobra y con dolor de garganta. Parece que he debido de hablar, y mucho, mientras dormía. Por el dolor, he debido incluso de chillar.
Es triste y curioso al mismo tiempo. Con tanta mala noticia, mi libido ha debido de emigrar también. Llevo un tiempo, debe ser la edad, en que no tengo sueños eróticos. Será que la situación actual me pone más, de mala leche, de inmensa mala leche, pero más.

*DIBUJO: DE LA RED

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