Este
vecino del mundo está contemplando seriamente la posibilidad de
volverse trashumante en busca del buen tiempo.
Tengo
la sensación de ser el protagonista de aquella película en la que
un día se repetía incesantemente, y que sus distribuidores se
empeñaron en llamar “Atrapado en el tiempo”, mientras los
espectadores, con un sentido más práctico, siempre se han referido
a ella “Como el día de la marmota”.
En
nuestro caso en general, en marmotas nos vamos a convertir porque
este tiempo invita a dormir para olvidar el panorama.
Y
hablando de panoramas, en lo que intentamos sea un segundo plano,
pero que en realidad tenemos resoplándonos en el cogote, una crisis
a la que los políticos a cargo del todavía gobierno, como si fueran
médicos de la salud de nuestros bolsillos, quieren cambiar su
dictamen, de mortal a simplemente crónico. Y en el plano local, teniendo en cuenta que este vecino se encuentra
en tierras vizcaínas, seguimos conmocionados con el caso del ya
denominado shaolin asesino.
El
agravante de todo ésto es que el susodicho era muy conocido en la
zona, incluso a nivel nacional, con algún reportaje en programas
televisivos importantes.
Esas
imágenes, que siempre se repiten en este tipo de casos, de vecinos
sorprendidos por un comportamiento insospechado en el que siempre se
dice que parecía una buena persona porque te saludaba al cruzarse
contigo en el rellano de la escalera, amplía ahora su
foco a que ningún vecino de este país había sospechado siquiera
de que el título de “shaolín” era falso.
Desgraciadamente,
ahora en nuestro panorama terrorífico, y junto con el antiguo
“sacamantecas” de nuestros abuelos, para los niños un
inquietante “hombre del saco”, mezclaremos todos nuestros nulos
conocimientos del lejano oriente, y los teñiremos de
desasosiego cada vez que veamos un rasgo oriental, o simplemente a
alguien vestido de yudoca, olvidando rápidamente el pequeño detalle
de que el encausado ni tiene rasgos orientales, ni se llama Huangh,
sino Juan, Juan Carlos Aguilar.
Mucha
gente ya ha puesto en entredicho todas esas artes milenarias como
motivo o escusa de la violencia generada, cuando todo el mundo sabe,
o debiera saber, que desde las primeras lecciones, a cualquier
neófito se le enseña a defenderse y no a atacar, y que incluso un
pincel de un artista puede servir como arma, cuando alguien lleva la
maldad en su interior.
Conviene
no olvidar, aunque a muchos ésto les de miedo, que la violencia no
avisa, y como un camaleón se puede disfrazar de una rosa, con muchos
pinchos naturalmente, o de amor para toda la muerte.
*FOTO: DE LA RED
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