Por una de esas casualidades de la vida, un amigo que no
puede ir a la clausura del festival de cine donostiarra, y que poseyendo ya la
entrada, se acuerda del vecino, y nunca mejor dicho, y éste de golpe y porrazo
se encuentra como uno más de los que han tenido la suerte de asistir al broche de oro del festival donostiarra.
Con respecto a ella, a la gala, no voy a comentar nada
porque el palmarés, a estas horas, ya es más que sabido, y en realidad este vecino del mundo no es
muy amante del glamour, sino del cine por el cine.
Y de eso tengo intención de comentar ahora.
Asistir a la
clausura me ha dado una bonita posibilidad, de asistir a una de las primeras
sesiones de la película “Samba”, ya que todavía no se ha estrenado ni
en su país originario, Francia.
Los directores Erik Toledano y Olivier Nakache, vuelven
tres años después de presentar, también en la gala de clausura, pero del 2011,
aquel gran éxito que fue “Intocable”. Esta vez lo hacen también de la mano de su actor "fetiche",
Omar Sy.
Una cinta que bajo la forma de una presunta historia de amor, en realidad nos
presenta la cara B de nuestra sociedad, encarnada en Samba, un senegalés que
lleva ya diez años buscándose la vida en un París despojado de ese glamour que
tanto encantaba a los americanos.
Una profunda denuncia social adobada de grandes
dosis de comedia.
Desde el primer momento la película no engaña, porque
aunque en la primera escena nos encontramos en la mitad de una gran fiesta,
enseguida la cámara nos dirige al sitio que realmente nos corresponde, al
trabajo más sórdido realizado por los emigrantes “sinpapeles”, que gracias al
desparpajo de alguno de los personajes que habitan en la fauna de esta
película, aprendemos que los “sinpa” en realidad tienen papeles pero no los que
desgraciadamente necesitan.
Aunque quizás sin buscarlo, es una nueva visita a “los
miserables” que siguen habitando el París del siglo XXI.
Como contrapunto del personaje encarnado por Omar Sy (que
no sabes si lo interpreta sin aparente esfuerzo porque el papel le queda como
un guante, o simplemente en eso reside la grandeza de este actor) está el
personaje de Alice (Charlotte Gainsbourg), una yupi que padece el síndrome
conocido como "bourn out", un tipo de estrés laboral. Y con este personaje se da la paradoja de
que mientras los demás encuentran todo tipo de problemas para conseguir
trabajar, ella en realidad ha encontrado los problemas en el trabajo llevado a
la enésima potencia.
La Señorita Gainsbourg, hija de la mítica pareja (los ya
metiditos en años me comprenderán) Serge Gainsbourg y Jane Birkin, encarna
quizás al personaje más triste de la historia, pero lo mismo que cada vez que
emprendes un viaje, a la vuelta no eres el mismo, Alice ya no será la misma tras
conocer a Samba y al mundo que va con él. Un gran trabajo de contención y de amor
no demostrado, pero sí sentido, por parte de la Señorita Gainsbourg.
Quizás el valor de la película resida en que nos presenta unos cuantos temas duros, sin que de tu cara desaparezca la
sonrisa, aunque al salir de la sala, y eso es mérito de la película, te vas con
un regusto amargo.
Es de destacar que aunque el guion tiene sus pequeños
grandes gags, ninguno te da la impresión de que ha sido creado antes y después
se ha añadido alguna escena para poder incluirlo.
No es una película que nos presente un mundo inexplorado,
sino que desgraciadamente es un mundo que cada día llama a nuestras puertas.
Por eso, y sin ánimo de destripar el final, éste en cierta manera debe de ser
abierto, porque desgraciadamente ni Erik Toledano ni Olivier Nakache
tienen el poder de conseguir un permiso
de trabajo para cada uno de los que lo necesitan.
Una película totalmente recomendable, y quizás tras visionarla, ya no verás de la misma manera a
esos a los que normalmente no ves, sin saber si es porque verdaderamente los
ignoras o en realidad son ellos los que no quieren que les veas en esas circunstancias.
*FOTO: F.E.PEREZ RUIZ-POVEDA
(PAREJA PROTAGONISTA Y LOS DOS DIRECTORES AL SALIR DE LA GALA)
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