Este vecino no es analista político, pero visto lo visto
con respecto a lo ocurrido con el Señor Ruiz-Gallardón, el fracaso de su
reforma de la ley del aborto, y su posterior dimisión y abandono de la política, en mi
pueblo existe una explicación para todo ésto, que te pueden dar en cualquier reunión de
amigos en torno a un txikito: al Señor Gallardón le han hecho la cusqui.
Tan simple como eso, la cusqui. En otros ámbitos se dirán otros sinónimos como: la
envolvente, o la cama, pero todas estas palabras,
en el fondo, quieren decir que sus propios colegas de partido le han abandonado
a los pies de los caballos. A nadie le ha importado que acabara destrozado
mientras todos miraban para otro lado.
Y es que por la manera de ser, y de lo que transmite el
Señor Ruiz Gallardón, que quizás es lo más importante,
mientras otros niños al nacer, lo hacen, el que puede naturalmente, con un pan
debajo del brazo, éste, Albertito, seguro que al nacer habló con el médico para
comentarle los posibles fallos y falta de profesionalidad que había observado
durante el parto.
Y es que el Señor Ruiz–Gallardón por su manera de
proceder siempre ha transmitido la idea de que ha sido el primero de la clase,
de su clase, de la derecha naturalmente. Es más, por sus ademanes y manera de
hablar siempre ha parecido más mayor de lo que era, y además llevado a su
máximo exponente. Por eso, si con veintitantos años, y al comienzo de su carrera
política, asombraba hasta a los compañeros de partido de su padre, ahora se ha
vuelto tan extremista, a la derecha, que parece una figura de otra época. Es
curioso se avanza tanto en una manera de pensar que al final se queda atrás.
Mientras otras figuras de su partido siempre han sido más
“complicadas” en su manera de proceder, y nunca sabes si van o vienen, como la
Señora Aguirre, que cada vez que se habla de algo, parece que está de acuerdo
en todo, con su eterna y exagerada sonrisa, aunque después haga lo que le salga
de su peineta, el Señor Ruiz-Gallardón nunca se ha arrugado ante ningún
situación, y se ha granjeado enemigos en su propio partido que le han estado “buscando
las vueltas” durante años, y al final se la han jugado.
Y es que, en realidad, el Señor Ruiz-Gallardón ha sido
víctima del famoso y conocido timo de la estampita dentro de su propio
partido. Le vendieron una ley que él tenía que defender para “salvar” a España.
Y la defendió también que puso por medio su honor, por lo que ya su viaje, en
política, no tiene vuelta atrás, mientras, los demás miembros de su partido han
debido de hacer cálculos electorales, y como no les salen las cuentas, le han
dejado solo junto con unos papeles que a lo postre, no valen nada. Lo dicho, como
en el timo de la estampita, en el que los timadores juegan con el ego del
timado: soy tan listo que a mí no me la dan.
Quizás, si nos acercáramos al ahora solitario
Ruiz-Gallardón, le pudiéramos oír rumiar esa poesía de Gustavo Adolfo Bécquer
que dicha por él tomaría una nueva dimensión:
De
un reloj se oía
compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba...
que pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba...
que pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
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