Sé de antemano que
el tema que voy a tocar hoy es más que problemático ante una sociedad, como la
española, que está muy sensibilizada ante la denominada “violencia de
género", y nos sobran motivos.
Hoy la prensa local, se hace eco de uno caso que se dio
en San Sebastián ayer mismo. “Una mujer de 38 años fue imputada este
pasado lunes por la Ertzaintza por un delito de violencia doméstica tras,
presuntamente, acuchillar a su marido, que precisó asistencia hospitalaria,
según ha informado el Departamento vasco de Seguridad.”
Conviene añadir al caso dos apuntes más, que ella se
encuentra embarazada, más que nada para ampliar la información, y que “los ertzainas realizaron los trámites
necesarios para la celebración de un juicio rápido”.
Este vecino no sabe nada de leyes, pero sí sabe emplear
la lógica, y está le dice que éste tipo de violencia es igualito al que
desgraciadamente salta a las páginas de la actualidad, casi cada día. Y si uno
es considerado como “violencia de género”, el otro, el que ahora compete, no
debería ser considerado como “violencia doméstica”, porque esta expresión a lo
que más se parece es a “accidente doméstico”, y si algo no ha sido es “accidente”. Es una manera de crear "violencia de primera" y "de segunda".
Y si me van a decir que “doméstico” es porque se ha
desarrollado dentro del hogar, lo mismo ocurre con el 99 por ciento de los
casos declarados como “violencia de género”.
Lo malo de todo esto, y seamos sinceros, es que como
antaño cuando volvíamos del colegio diciendo que el maestro nos había pegado,
muchos de nosotros tenderemos a pensar “algo habrá hecho él cuando ella ha
reaccionado de esa manera”. Y la violencia sea del “genero” que sea quien la
practique no tiene defensa.
Este vecino del mundo está
bastante sensibilizado con ésto porque en su vida se ha topado con dos casos.
El primero de ellos saltó a las páginas en Donosti, calculo que hace más de veinte
años.
Ella trabajaba, no voy a dar
muchos datos, de “dependienta” de cara al público. La conocí personalmente, y
por los datos que dio la prensa de la época, a posteriori, ella pegaba a su
pareja, quien se presentaba a sus amigos con marcas en la cara, de las que
decía se debían a accidentes “domésticos” (por eso no me gusta la denominación “violencia
doméstica”).
Los hechos ocurrieron
durante una semana grande donostiarra. Aparecieron en su casa, ella muerta y él
con un hilo de vida, y que la asistencia sanitaria de urgencia, y los médicos ,
consiguieron que con el tiempo se restableciera. La justicia dictaminó que fue
en defensa propia. Pero la prensa cesó de dar noticias, y digamos que para el
público en general se cerró en falso.
Como decía, conocía a ella,
solo de ser atendido en el negocio en el que trabajaba. Pequeña, muy alegre y
dicharachera. Nada hubiera dado a entender el drama que se mascaba.
Y el otro caso lo he
conocido muy bien. Un amigo mío al que su mujer le pegaba, y él paraba los
golpes como podía. Solo nos lo comentaba a los allegados, y de muchos solo
recibía incomprensión. Había quien le respondía que "parecía un corderito". ¿Esa
expresión no tiene una tremenda carga machista en sí misma? Se separó, eso sí,
no quiso decir las causas, y como ocurre normalmente en estos casos, la ley fue
beneficiosa para ella, al tener ambos una hija en común.
Este hecho ocurrió a finales de los setenta, tuvo que pagar, y lo ha ido pagando hasta hace muy poco, actualizándolo cada año, como la ley manda, setenta y cinco mil pesetas al mes, de las de entonces, no solo por su hija, sino porque ella no tenía ningún estudio, como lo dictaminó la jueza de entonces. No, no era una estrella de cine, sino un simple “auxiliar administrativo”.
Este hecho ocurrió a finales de los setenta, tuvo que pagar, y lo ha ido pagando hasta hace muy poco, actualizándolo cada año, como la ley manda, setenta y cinco mil pesetas al mes, de las de entonces, no solo por su hija, sino porque ella no tenía ningún estudio, como lo dictaminó la jueza de entonces. No, no era una estrella de cine, sino un simple “auxiliar administrativo”.
Porque si a una mujer le
resulta difícil confesar que su marido, el de toda la vida, le está pegando, en
este mundo, que lo queramos o no es machista, a un hombre le resulta aún tan difícil
o más, confesar que su esposa, la de toda la vida, le está pegando. Porque algunas
veces se puede confundir “el ser un corderito” con tener la cordura suficiente
para justamente defenderse parando los golpes, sin responder. Porque en el
fondo ¿quién puede pegar a un corderito?...
Por eso, esta noticia, que la
sociedad va a olvidar en un minuto, a este vecino le ha removido, y mucho,
interiormente.
*FOTO: DE LA RED
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